Años de lucha, de espera y de angustia les tocó vivir a muchos de aquellos que pedían el final de las carreras de galgo.
La ley que ahora las prohíbe finalmente salió y los festejos se hicieron sentir en todos los rincones del país.
Sin embargo, la lucha por la salud de los galgos recién comienza.
Muchos galgueros sin corazón -porque están aquellos que se preocupan por el perro y están aquellos que no- tratarán de deshacerse del animal porque ya no les “servirá” y serán entonces las rescatistas quienes tendrán que salir a correr, no sólo para salvarlos, sino también para concientizar a la gente.
La santafesina María Fernanda Balbo, de Gálvez (Santa Fe), lo aclaró muy bien la semana pasada: “Desde Reserva Canina, vivimos la noticia por un lado con mucha alegría, pero por otro con un poco de angustia, porque entendemos lo que pueda representar esto para la comunidad galguera de ahora en adelante… Somos conscientes que hay gente que a los animales no los tiene mal, pero también somos conscientes que los perros no eligen este ‘deporte’ como dicen ellos, y son forzados a correr, y no por nada, en Reserva tenemos cientos de galgos que hemos rescatado o recibido, y que tienen quebraduras, o les falta una pierna, que tienen epilepsia a consecuencia del uso de drogas, o que han tenido rotura de ligamentos por su uso en las carreras y hoy han sido desechados. Entonces nos preguntamos qué va a pasar ahora, cuando estos animales ya no puedan ser utilizados, o ya no tengan uso“.
El caso Pipo
Cecilia Bessone, rescatista local, contó la historia de un galgo rescatado prácticamente del infierno de la soledad de la calle.
Ella contó la historia de Pipo: “Apareció así de repente, en la puerta de un colegio, con ojos desesperados, y su cuerpito lastimado, pelado por la sarna.
¿Cuánto tiempo así habría estado deambulando solo, pidiendo auxilio con la mirada, tratando de encontrar en todas esas, alguna que se conmoviera de su estado convaleciente?… Fue invisible para el resto, pero a nosotras nos fue imposible mirar para otro lado, ignorar tanto dolor”.
“Lo apodamos Pipo, y con esfuerzo y perseverancia fuimos testigos de su recuperación… Poco a poco sus pelitos iban asomando, y su tristeza sólo fue parte de su pasado. ¡Pipo se había salvado! Su larga nariz hacia arriba parecía agradecerlo todo. Ya no estaba solo, nos tenía a nosotras que lucharíamos por él”.
“Hoy Pipo necesita un hogar responsable, una familia que lo quiera y respete como un integrante más. Ayúdanos a ayudar a este galgo víctima del ‘descarte’ y a los tantos Pipo que hoy sufren en soledad”.
Ejemplo de salida
Es cierto que el galgo es un perro que, por naturaleza, adora correr. Y de ello se basaron los defensores de las competencias.
Pero una forma de demostrar que el galgo es una gran compañía y puede servirnos hasta para nuestra salud, está puesta de manifiesto por Isa Macías, una atleta olímpica y subcampeona de Europa.
A través de las redes sociales, Isa profesó el amor por los galgos a través de su perra Dina.
El animal fue abandonado, fue rescatado y luego se dio en adopción a la deportista. Y ella la sacó a pasear por tierras de Zaragoza.
“Si el galgo corre, vamos a correr”, remarca Isa, que sale todos los días con Diana, disfrutando de una vida saludable.
“Si bien, cada uno es libre de elegir su mascota y su origen, a mí me encanta saber que Dina tuvo una oportunidad”, afirma Macías.
Y cuando fue consultado sobre ¿por qué un galgo?, no dudó en contestar: “Porque veía que sería una raza a la cual nosotros podíamos darle la actividad que necesita: correr. Además, ahora que sé cómo son de carácter, creo que ya no podría tener otra raza y menos sabiendo el gran número de galgos que se abandonan”.