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El bello arte de diseñar indumentaria

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El bello arte de diseñar indumentaria

Desde hace seis años, en Villa María está presente entre las propuestas educativas la carrera Diseño de Indumentaria. Josefina y Valentina, profesoras, nos cuentan cómo el diseño de autor va ganando espacios en la ciudad y por qué cada temporada hay estilos, cortes y colores “de moda”. Además, tres estudiantes comparten sus colecciones y sus sueños a futuro

Escribe Clara Trillini

Varias estudiantes esperan en el salón de entrada de la Escuela Superior de Bellas Artes su turno para ingresar al aula y exponer su trabajo. Es jueves a la mañana y algunas madres sostienen las perchas con los vestidos, mientras un padre mira a través de la ventana para intentar deducir si falta mucho para que su hija presente su colección ante el tribunal de profesores. El denominador común es que todas las chicas son estudiantes de la Tecnicatura en Diseño de Indumentaria, y junto a ellas tienen cinco conjuntos de prendas que conforman la primera pequeña colección que diseñan y, en algunos casos, confeccionan ellas mismas. Cada una con una temática propia, un estilo definido, un par de colores que resaltan en cada creación.

Hace algunas semanas atrás, a principios de diciembre, todos los alumnos de la Tecnicatura presentaron sus diseños en el clásico desfile anual que organizan en la Escuela. “En el desfile se ve de todo porque no hay límites en la propuesta. Las alumnas pueden hacer desde un short hasta un vestido de novia o una prenda de pasarela, es decir, esas que no tienen como objetivo usarse, sino sólo plasmar una idea, porque el fin es llamar la atención, sobre todo a la prensa y los medios de comunicación”, comenta Josefina Ancarani, coordinadora de la carrera, y agrega: “Año tras año comienzan a verse nuevas ideas. Este año fue el primero en que una alumna presentó prendas para tallas grandes”.

 

Josefina Ancarani

Moda no es lo mismo que diseño

Josefina es profesora de una de las materias troncales de la tecnicatura: Diseño de Indumentaria. Una de las primeras cuestiones que abordan los estudiantes al ingresar es que “moda no es lo mismo que diseño”. Y así lo explica: “Son cosas totalmente diferentes. Sí se puede hacer diseño de indumentaria a la moda. Pero en sí, la carrera está orientada a la producción industrial. El diseño es pensar en un cuerpo real, en una necesidad específica, y no en algo que se puso de moda, como este año los pantalones de corte oxford. Lo que está de moda no le queda bien a todos, en cambio, desde el diseño sí se piensa en un objetivo específico”.

Ahí entra en juego el diseño de autor, que en ciudades como Buenos Aires o, en menor medida, en Córdoba, cada vez va tomando más lugar. “El diseño de autor es atemporal, no tiene modas ni épocas. Te podés poner un vestido valenciano de los años 60 y hoy te va a quedar bien”, cuenta Ancarani. En ese momento, y con una sonrisa, recuerda a Madame Vyonnet, una diseñadora de los años 30 “que trabajaba con su idea personal y no con lo que los demás le imponían. Sus diseños superan a las épocas”.

En tanto, Valentina Moreyra, quien también es profesora en la carrera y además tiene su propia marca de ropa, Rastone, va más allá: “La representación de la indumentaria es social. Uno se viste por pudor, por cubrir el cuerpo, por cuestiones sociales. Y en realidad, la ropa es algo personal, cada uno tiene su estilo, su estética y su forma de comunicar a través de las prendas que viste”.

 

La moda es moda porque…

¿Cómo llega un cierto color o un determinado corte o estilo a ser la tendencia de la temporada? Josefina lo explica: “Las tendencias se imponen por la influencia de tres cuestiones. En primer lugar está la calle o la moda underground. Hay cool hunters (cazadores de moda) que se dedican a recorrer las grandes capitales del mundo buscando lo diferente. Entonces les sacan fotografías a personas que quizás no tienen nada que ver con la moda pero tienen estilos particulares. Hoy con la globalización y el uso de Internet, descubrir esos estilos diferentes es mucho más fácil”.

“Por otro lado, están los centros de producción de textiles. Ellos imponen los colores y las estampas, es decir, se encargan de qué tejidos serán tendencia. Y por último, la tercera influencia son las pasarelas internacionales”. En este sentido, Ancarani comenta que en Argentina se puede ver muy marcada la influencia de las pasarelas europeas.

 

Hacia talles reales

La Ley de Talles, aunque en algunas provincias y ciudades del país está en vigencia, lo cierto es que en la realidad cumplirla no parece ser la principal ocupación de los fabricantes de indumentaria. En la provincia de Córdoba sólo hay una normativa al respecto que rige en la ciudad capital. En tanto, a nivel nacional, la ley avanzó en 2009 hasta lograr media sanción en la Cámara de Diputados, pero perdió estado parlamentario en el Senado. En tanto, movimientos y Organizaciones No Gubernamentales como Mujeres en Igualdad (MEI) continúan en el trabajo para su promulgación. En el medio de todo eso, y según información de MEI, las adolescentes son el grupo social que más se siente afectado y discriminado por los talles de las prendas en los negocios de indumentaria.

“Los talles reales son una necesidad y, a la vez, un nicho de mercado. En la industria en general no se encuentran. Hay movimientos en el país que están impulsando la ley de talles y además buscando establecer las medidas promedio del cuerpo de la mujer argentina. Según algunos avances, el cuerpo de las argentinas sería en promedio un talle entre mediano (M) y large (L)”, explica Josefina.

“Conociendo estas medidas promedio se puede bajar más a la realidad de lo que necesitan las mujeres y no guiarse con los figurines estilizados o las modelos europeas que pesan 50 kilos y miden 1,80. La realidad de la gran mayoría no es esa”.

 

Profes emprendedoras

Tanto Josefina como Valentina tienen sus propias marcas de diseño. Ancarani es la creadora junto a su pareja de Chi, una marca de diseño sustentable, con un catálogo variado que incluye desde prendas hasta objetos para la decoración del hogar. En tanto, Valentina lanzó en el pasado agosto la primera colección de Rastone, su marca de indumentaria.

“Hace varios años que vengo trabajando en el proyecto y de a poco fui dándole forma. Rastone tiene una carga estética bastante específica, está enfocada hacia un público joven, entre 25 y 35 años. En la primera colección la estética es andrógina, es decir que cada prenda la puede utilizar tanto un hombre como una mujer. Además, es una línea de ropa informal, compuesta por prendas que se pueden usar en cualquier momento del día”, cuenta Moreyra. Sobre esta primera colección, titulada Rocking in black, agrega: “Tiene una estética inspirada en el movimiento punk rock de los años 80. A partir de eso, quise mostrar toda la impronta de la marca. Además, apuesto a la reutilización de algunos materiales, como cables o el caucho para hacer accesorios que complementen a la indumentaria”.

Valentina también cuenta que “varios de los egresados pudieron formar sus propias marcas, su propia identidad como diseñadores. El diseño de indumentaria está en Villa María en una etapa de crecimiento y ellos tienen la posibilidad de mostrar el trabajo que hacen”. En ese auge del diseño de autor en la ciudad, la profesora sostiene que “la presencia de la carrera en Bellas Artes también colaboró a fomentarlo. Se están empezando a abrir puertas”.

 

Futuras diseñadoras

Daniela Cáceres, Eliana Bianchi y Lucía Pigni son estudiantes del tercer año de la tecnicatura. Ellas son parte de las que esperan junto a su colección para entrar a rendir.

¿Por qué eligieron la carrera de Diseño?
-Lucía: Desde chica me gustaron las telas, los hilos, los botones… Cuando terminé la secundaria quería seguir algo relacionado al diseño y empecé Arquitectura, pero me di cuenta de que no era lo mío. Y así, buscando carreras, encontré el diseño de indumentaria. Además mis dos abuelas siempre cosieron y me crié entre eso. Hoy siento que esto es lo que realmente me gusta.

-Eliana: En cuarto o quinto año del secundario decidí que quería seguir una carrera práctica, que no tenga tanta carga teórica. El arte me gustó e interesó siempre. Y, por otro lado, mi abuela fue modista y la impulsora de que yo eligiera esta carrera. Tengo el recuerdo de que mientras ella cocía en la máquina, yo estaba al lado y encantada con lo que hacía.

-Daniela: Empecé a estudiar Azafata y desaparecí después de la primera clase. Después seguí con un curso de Paramédico, que en realidad le gustaba a mi mamá, pero no a mí. Así empecé a ir a clases de costura que daba una señora en mi pueblo, Ticino. Y después surgió la idea de anotarme en esta carrera. Está bueno porque cada año aparecen nuevas ideas, nuevos desafíos. Son trabajos en los que ponés mucha creatividad.

¿Cuál es la idea de las colecciones que cada una presenta hoy?
-Daniela: Trabajé en una colección de prendas para la noche, con telas de colores lisos en blanco y negro y detalles de bordado mexicano y en canutillos que resaltan. La temática está basada en Egipto, por eso hay también escotes en V pronunciados y faldas de cortes asimétricos. Elegí esta temática porque en primer año vimos la historia del arte y la época de Egipto me interesó mucho. Después también hubo una influencia de la novela de Moisés (risas).

-Lucía: En mi caso, hice una colección de ropa para niñas y me inspiré en dos temas. Por una parte, en la moda de los años 60, de la cual saqué la idea de las tipologías de prendas y los cortes. Y por otro lado, el estilo mediterráneo, con colores blanco y azul y en telas estampadas con arabescos, en telas planas con bordados, en el uso de lino y denim. Esta temática se me ocurrió porque me gustan los niños y además hasta ahora nunca se había hecho una colección para los más chicos. Quise hacer algo diferente.

-Eliana: Desde lo personal, me inspiré en las mujeres de mi familia. Mi colección se llama “Con luz propia: mujeres de mi vida”. Lo pensé como un homenaje principalmente hacia mi abuela, que es la impulsora de que yo esté estudiando esta carrera. Para los colores, tomé como inspiración al fenómeno natural de las auroras boreales. Como es algo que ocurre de noche, entonces la colección es de prendas para ese momento. En cada prenda trato de interpretar a las mujeres, desde mi abuela hasta mis amigas. Además, en esa especie de línea de tiempo muestro también cómo en cada prenda se va notando y viendo más la piel de la mujer. Todo eso está entrelazado en la colección que diseñé.

¿Y cuáles son sus sueños o perspectivas para el futuro, después de terminar con la carrera?
-Lucía: Por un lado, seguir estudiando, porque tengo ganas de perfeccionarme en algo más puntual. Esta carrera nos da conocimientos amplios. En mi caso, me gustaría profundizar en el diseño de ropa para niños y de accesorios.

-Eliana: También me planteo la posibilidad de perfeccionar determinadas cuestiones que quiero ir puliendo. En un futuro me gustaría tener mi propia marca, un local para la venta. Pero antes de eso sí me gustaría sumar experiencia, por ejemplo, trabajando en locales de otros diseñadores, hasta animarme a armar algo propio.