Escribe:
Federico Sarno
(ESPECIAL PARA EL DIARIO)
En estos días presencié un evento que permitió que mi imaginación volara cuasi creativamente ante una situación “dolorosa” entre comillas. Pensar…pensar… Se me ocurrió una campaña a beneficio de instituciones educativas, “beneficio” (sin quererlo) de un estilo de vida que está desde hace algún tiempo imponiéndose en la ciudad.
El evento: Caminaba con mis dos hijos por alguna calle de “esta ciudad” a las 12.30.
Sí, Manu cantaba por lo bajo un tema de Soda -La ciudad de la furia-. El paso de una moto al mando, o al mango –digamos- de una persona, (sí, de ese tipo de personas por las que solicito hacer campaña) la cual maniobraba el motociclo acrobáticamente con una mano, y con la mano «libre» sujetaba una niña de no más de cuatro años. A sus espaldas, (cual garrapata) otro niño de más o menos la misma edad.
¿Qué pasó en este relato? Y, lo obvio, lo que me moviliza irónicamente a contarlo. Se inmoló. Al igual que un kamikaze sobre algún barco americano, quizás al igual que ese japonés quien tendría sus convicciones (e iría solo en su avión); ella (abrazada a lo que más quiere) la suya, su justificación, la de los cabeza dura.
En una esquina, los mandó casi al muere sobre un auto a todos. Todos se reventaron la cabeza, todos los niños, claro está, menos el cabeza dura.
Pura creatividad: Una de las situaciones propuestas es el título: podría ser -se me ocurre- “Campaña de ampliación y reapertura de las vacantes escolares para el año próximo si es que continúas trasladando a tus hijos sin el casco”. Y las consignas:
“Sabemos que lo amas, lo quieres y lo proteges. Demostráselo poniéndole un casco”. By Pónselo y Póntelo.
“El niño que vuela saluda a todos estos papás para estas fiestas”. By Pónselo y Póntelo.
Lo anteriormente señalado es producto de haber presenciado junto a mis niños un accidente evitable, con la desgraciada consecuencia de ver a niños involucrados por la impericia de sus mayores.
Esta reflexión un tanto irónica y provocativa (por que no también bizarra) la hago pública solamente con la intención de que lo interprete a su manera el lector. Es intentar meter el tema de la falta de utilización del casco por parte de motociclistas de una manera bruta, sarcástica y crítica, ya que me parece que lo que se hace es muy liviano y «prudente» (cuando no carente) por parte del Estado.