Los participantes y vehículos de asistencia del Dakar seguían llegando anoche a Salta, desde donde tenía que salir ayer la novena etapa de la carrera. Según informa la organización, después del mediodía de ayer, ya habían llegado 121 motos a Salta (de un total de 135), 50 coches de 69 y 39 camiones de 48.
Algunas motos salieron poco después desde Salta y en las últimas horas de la tarde de ayer estaban a punto de llegar a Chilecito, punto de salida de la décima etapa. De hecho, de los 223 que llegaron a Salta, 211 ya estaban camino a Chilecito y ya habían arribado varias motos.
Así, 223 pilotos de 248 han salido del bloqueo, lo que significa que, al cierre de esta edición, 25 pilotos aún no habían llegado a Salta.
La intención de los organizadores, que el miércoles cancelaron la etapa reina entre Salta y Chilecito por un enorme desprendimiento de tierra y barro, era reagrupar al convoy del Dakar en Chilecito y dar salida a la décima etapa entre Chilecito y San Juan.
Las fuertes lluvias están convirtiendo el Dakar, más allá de las víctimas humanas, en un desafío para los organizadores. Tanto es así, que los dirigentes de la carrera no están completamente seguros de poder reanudar la carrera hoy. El ambiente es muy tenso desde la noche anterior, cuando se decidió suspender la novena etapa a causa de los desprendimientos provocados por las lluvias en la zona.
El director del Dakar, Etienne Lavigne, reconoció que las condiciones meteorológicas han sido un factor importante desde que el Dakar llegó a Sudamérica hace nueve años, aunque aseguró que siempre ha sido así. «Cuando el rally se celebraba en Africa también se cancelaban etapas debido a las condiciones meteorológicas», dijo el francés.
La situación es un grave problema para la carrera, ya que no solamente se trata de un problema deportivo, sino también humano. Sin duda, esta crisis en la competencia es una de las más graves en la historia del Dakar.