El profesional, que estudió a la congregación, consideró que fueron la única organización o institución que realizó un trabajo sistemático con mujeres que son objeto de una triple dominación: el género, la situación de pobreza y la situación de prostitución
El sociólogo Damián Truccone consideró que la ida de las Hermanas Adoratrices de Villa María significó una “pérdida gigantesca” para las mujeres que se encuentran en situación de pobreza y prostitución, y recalcó que fueron la única organización o institución que hizo un trabajo sistemático en esta causa.
Hace cinco años, para graduarse en la Universidad, Truccone realizó un trabajo final en el que estudió la labor efectuada por las monjas y así conoció de cerca de la realidad que atravesaban las mujeres que ejercían el comercio sexual.
En ese entonces, el profesional era parte de un grupo de investigación encabezado por la investigadora y docente Paula Pavcovich con injerencia en los barrios Felipe Botta y Carlos Pellegrini, y conocía que en esa zona había al menos cerca de 700 mujeres en esa situación.
Para el entrevistado, las mujeres que realizan un trabajo social con mujeres en situación de pobreza “siempre son el último orejón del tarro” y las Adoratrices lo fueron, pese a lo cual enfrentaron adversidades y poderes.
“Al menos en ese momento eran la única institución u organización que tenía un trabajo sistemático organizado y que había logrado un buen diagnóstico sobre por qué las mujeres estaban ante ese cuadro. Desarrollaron un trabajo realmente valioso, en realidad fueron las únicas que habían hecho una labor sistemática”, subrayó.
“Decían que las chicas estaban en esa situación por la pobreza, no por pecadoras ni por otra cosa, y entonces lo que había que hacer era atacar la causa. Si las vas a sacar de ahí, tenés que capacitarlas, darles laburo. No es simplemente sacarlas de un lado y ocultarlas”, advirtió. Por eso es que las hermanas llevaron adelante talleres, apoyo escolar y otras acciones. Para Truccone, significaron “un pequeño Estado dentro del Estado”.
“El abordaje estatal en la ciudad en los últimos años ha ido mejorando, pero ellas siguieron siendo las mejores en eso. Hablaban con los fiolos, se metían en los prostíbulos, iban a la madrugada a la ruta pesada, viendo, cuidándolas, asistiéndolas. No fue un discurso”, enunció. Y calificó lo desarrollado como “excelente, el mejor trabajo sistemático que pude conocer”.
Explicó que “siempre” la congregación tuvo “pocas vocaciones”. “Eran tres, cuatro o cinco hermanas (Nota de la Redacción: hasta su reciente salida de la ciudad eran cinco) pero con un gran apoyo de laicos. Tuvieron conflictos con un cura, con el obispo, con otras órdenes. Andaban sin hábitos, en jeans, iban a las 2 de la mañana en un Fiat a pelear con el fiolo”, describió.
Truccone recalcó el lazo de confianza que lograron con la población a la que apuntaban. “Si alguien ha sido maltratado como ellas, es difícil que se logren lazos de confianza con alguien, que es lo primero que se necesita para un trabajo que perdure en el tiempo. Y con ellas lo tenían. Confiaban en las hermanas como no en las trabajadoras sociales ni en la Justicia ni mucho menos en la Policía. Por eso, que se vayan es una pérdida gigantesca”, consideró.
El especialista precisó que este sector vulnerable era objeto de una “triple dominación: por ser mujeres, por ser pobres y por ser prostitutas”. “Ahora tienen un recurso menos en términos de a quién consultar cuando el hijo está enfermo o el marido preso, o a quien preguntar sobre los recursos del Estado o que alguien las escuche cuando el fiolo les pega”, advirtió.
-De acuerdo a lo que conoció, ¿las Adoratrices lograban su objetivo?
-Decían que con una sola persona que saliera de este cuadro el trabajo ya servía. Admitían que era muy difícil que salieran pero se lograban cambios: los hijos terminaban la primaria y laburaban de otra cosa. Cuando sos pobre y lo único que viste es eso vas a terminar haciendo eso porque es lo que sabés hacer, entonces las hermanas contribuyeron a abrir el horizonte de posibilidades de la segunda generación. Algunas salieron, sí; otras no pero abrieron otro destino a los hijos.
-¿Qué mirada tiene de la prostitución? Hay quienes sostienen que nunca puede ser considerada un trabajo, otras posiciones hacen eje en la libertad en usar el cuerpo y hay otras posturas.
-Está la mirada liberal de que con mi cuerpo hago lo que quiero y desde ese lugar sostienen que quien combate la prostitución está combatiendo la sexualidad femenina. Particularmente creo que en general es producto de la pobreza y de la escasez de recursos. Muchas no lo hubiesen elegido, no es porque les gusta sino porque no tiene qué darle de comer a los hijos. Una cosa es vivir una situación de sexualidad descontrolada y otra es hacer de esto un recurso. Es devastador, con una violencia que han vivido sistemáticamente, violencia diaria, física, simbólica. Es muy jodida la violencia simbólica, pero cuando tenés el brazo quebrado es peor. Genera la imposibilidad de confiar y de sostener un vínculo con el Estado, del que sólo han conocido a la Policía con el ponerlas presas, con sus arbitrariedades. Es horrible. Es muy raro que se elija una profesión que es socialmente discriminada, maltratada, penada, ante la cual la Justicia te reprime y el Estado también. Demos oportunidades y veremos quién entonces elige este camino.
Diego Bengoa
“Las monjas decían que las chicas estaban en esa situación por la pobreza, no por pecadoras ni por otra cosa, y entonces lo que había que hacer era atacar la causa”.
“Las hermanas contribuyeron a abrir el horizonte de posibilidades de la segunda generación”.