Perdida en los extremos del Valle de Calamuchita, el caserío ofrenda sublimes paisajes montañosos, con la complicidad del Río Tabaquillos y las Sierras Grandes. Naturaleza y descanso en su máxima expresión
Escribe: Pepo Garay
ESPECIAL PARA EL DIARIO
S on pocos los rincones habitados de la geografía provincial en los que el viajero se siente tan cerca de la naturaleza y tan lejos de la urbanidad como en San Miguel de Los Ríos. Un caserío (siendo generosos en la acepción del término), ubicado en los extremos del Valle de Calamuchita, 9 kilómetros al norte de Villa Yacanto de Calamuchita, 35 al oeste de Santa Rosa, y 210 al noroeste de Villa María.
Allí, las montañas se plantan puras y casi vírgenes, ofreciendo postales con las que uno sueña cada vez que le nombran nuestras queridas sierras. Léase quebradas que mezclan verdores y rocas. Léase río impoluto y baqueano. Léase cielos estrellados como nunca, como siempre. Eso, léase sierras, que es más fácil.
Relax en el agua y caminatas
Desde Yacanto, la empresa de llegar a San Miguel resulta sencilla, con una ruta de tierra que la mayor parte del año está bien consolidada, y que deja apreciar hacia el oeste la cadena de las Sierras Grandes, su Cerro Champaquí (2.789 metros de altura sobre el nivel del mar), su Cerro Los Linderos (2.730), su Cerro Negro (2.620) y demás amigos. Hay que ver, en la plenitud del camino, como se esconde el sol detrás de los colosos de piedra, y los tonos anaranjados y rosados que surgen de la alquimia. Lujo sencillo, gratuito y emocionante.
Una vez en el pueblo (otra vez la generosidad del lenguaje), las cosas se presentan ideales. Un puñado de casitas (varias habitadas por misioneros, formoseños, correntinos… hijos del Litoral que vinieron a Calamuchita a trabajar en el sector forestal), cabañas y un par de campings dejan en claro el perfil autóctono. Acá, la vida es paz, contemplación y respirar ancho.
Siempre con las colinas, pinares y praderas como laderos, el río pasa suavecito pero convencido, metiendo varias ollas allá, playitas de arena acá, piedras y piedrotas a los costados, esencia de la creación por todos lados. En las adyacencias del “centro” (y de los campings), el cauce se llama Tabaquillos.
Breve caminata mediante, siguiendo el agua, el andariego se encontrará con las Tres Cascadas, que son pequeñas y hermosas. Otra opción es subir apenas las colinas, y agradeciendo un paisaje encantador, llegar tras menos de media horita de marcha la confluencia del Tabaquillo con el San Miguel. Desde este punto, lugar de nacimiento del Río Santa Rosa, es posible arribar con rumbo sur a Puente Blanco, otro balneario de singular belleza.
La alternativa resulta en regresar a Yacanto, y con la mirada al sur tocar El Durazno, e incluso Capilla del Carmen y Pinar de Los Ríos. Rubíes perdidos en el espacio del valle, que al igual que San Miguel de los Ríos nos colman de caricias.
Cómo llegar
La forma más sencilla de llegar a San Miguel de los Ríos desde Villa María, es dirigirse primero a Santa Rosa de Calamuchita por la variante tradicional (vía Embalse, la más corta) o por la variante Dique Los Molinos (vía ruta 9 por Pilar, para luego desviar hacia Alta Gracia y desde allí buscar el Dique Los Molinos, Villa General Belgrano y Santa Rosa).
Una vez en la ciudad más poblada del valle, hace falta tomar la asfaltada ruta provincial 228 (puente de hierro mediante) hasta Villa Yacanto de Calamuchita. Desde el pueblo, son 9 kilómetros de ripio (prácticamente sin desnivel) con rumbo norte, hasta arribar a destino.
Otra opción es tomar la también las asfaltada ruta provincial 109 desde Villa General Belgrano con dirección a La Cumbrecita. A la altura de Athos Pampa, hay que desviar por camino de tierra hacia la izquierda, atravesando Puente Blanco antes de alcanzar el preciado objetivo.