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“El vivir en el presente está absolutamente ligado a la soledad”

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“El vivir en el presente está absolutamente ligado a la soledad”
Las generaciones son “heterogéneas. Y en este momento, más que nunca”, aclaró Amblard, quien recibió a EL DIARIO en su consultorio para reflexionar sobre los millennials

Se pronunció en desacuerdo con la etiquetización de las identidades, pero ahondó en cuestiones que atraviesan a la última generación. “Hay una vivencia del presente ya”, cuestionó

Tras aclarar que está en desacuerdo con las etiquetas, la respetada psicóloga Susana Amblard de Elía afirmó que la última generación es la que más piensa en sí misma, vive el presente y busca diferenciarse de sus predecesores como nunca antes. 

La profesional brindó una entrevista a EL DIARIO sobre la generación denominada “Millennials”, o Generación Y, cohorte demográfica que sigue a la Generación X y para la que se utiliza la década de los 80 como referencia. En ese marco, ahondó sobre las características, deseos, personalidades, goce y malestar de adolescentes y jóvenes.

“Los que nos dedicamos a la psicología evolutiva (niñez, adolescencia) estamos muy preocupados por la etiquetización de las identidades. Estoy en desacuerdo e inclusive tenemos foros internacionales en que se está luchando contra esas etiquetas porque se analiza y aborda desde la descripción del comportamiento, de la conducta. El ser humano es más complejo”, fue lo primero que señaló Amblard.

Luego explicó que “lo que siempre buscó un joven de 16 a 20 años es una identidad diferente a la de sus padres”. 

La especialista diferenció las dos últimas generaciones. “Podemos hablar de una Generación X que ha tenido como meta marcada por la época trascender a su generación pasada, ponerse a la par, poner la mira en la generación pasada y ser más que sus padres. Allí empezó la utilización de recursos que tenían que ver con los medios de comunicación, ciertos aspectos que pudieran llevar a un éxito económico, pero más que todo preponderó el sujeto exitoso respecto de la generación pasada: seré mejor que vos, te voy a ganar.

La X tenía puesta la autoestima en una competencia casi personal subjetiva con los elementos que le daba la época, el gusto por encontrarse en determinados lugares públicos, lo de las asociaciones de cultura de cierto nivel exitoso.

La Y está marcada por una brutal diferencia y fragmentación entre los distintos grupos, cosa que antes no sucedía tanto. Pintada como se la describe, pareciera que todos son millennials, y yo diría que todos no, incluso son minoría.

Si la X tenía un afán de superación a las anteriores, la Y lo que va a tener que ver es buscar una identidad que tenga que ver con la imagen y el consumo. La Y lo que va a hacer es tomar postura frente a la imagen. Algunos se resisten, y abrazan causas sociales, de lucha contra algo, otros se resisten aislándose. En este momento tenemos muchísimos grupos de Generación Y que se aíslan del mercado y del consumo, y claro, como es tan fuerte en esta generación, evidentemente necesitan hacer una contraembestida, valorar al extremo el vivir sin el consumo. Entonces se producen sus propios recursos e idolatran o admiran justamente a referentes que no tienen que ver con los que están en determinados poderes, mandan a sus hijos a escuelas que son bien diferentes de las tradicionales (por lo tanto la educación de esa generación va a ser distinta) y se resisten, aunque no del todo -porque tampoco se pueden desconectar totalmente- a lo que tiene que ver con la comunicación por Internet.

Y sí están los otros, en sus múltiples modalidades, vinculados a situaciones que llevan a tomar para identificarse con aspectos que propone el mercado y los medios de comunicación, y que encierra el ser: quiero ser, que tiene que ver con ser lo que se ve. Por eso el éxito de todas las redes sociales”.

En este marco, Amblard advirtió que en los más chicos, los de 13 ó 14 años, “se produce un vacío identitario terrible, cuya consecuencia se da en el cuerpo: se pega el cuerpo contra realidades que no pueden pensarse anticipadamente”.

La entrevistada marcó que la última generación se propuso, inconscientemente, “ser autoengendrados” y afirmó que “esto es lo más grave que nos puede pasar como cultura y sociedad”.

“Los humanos necesitamos de la cultura para que se nos la transmita; para pisotearla y tirarla a la basura, pero necesitamos la referencia. Estos chicos proponen ser ellos pero como autoengendrados: no nos parecemos a nadie. Consideran que las generaciones anteriores son obsoletas, que no sirvieron para nada, que dejaron todo mal. Inconscientemente, porque no es un aspecto reflexionado y premeditado por ellos. Lo vemos en chicos de cuarto grado, donde hay una cultura que prioriza el presente y desvaloriza las generaciones anteriores. No es propio de los millennials”, describió.

Y apuntó que el mercado mira a estos grupos como los que saben todo. “Es tremendo, imponen recursos casi tiránicos, porque los mercados están mirando qué les gusta, qué no, imponen la modalidad. A esto no lo diferencio de lo que veo en chicos de tercer grado. No tengo nada científico para comprobarlo, pero es lo que veo. El placer está puesto en saber más que el adulto, ser más que el adulto. En los millennials se ve en el éxito laboral, económico, en que se imponen sobre el jefe y si no les gusta el jefe se van, viven en un presente en que no les importa perder”, manifestó.

– ¿Qué aspectos positivos y negativos encuentra en esto de priorizar el presente?

– De todas las cuestiones que uno podría hablar, hay que decir que en general son identidades frágiles porque con el primer obstáculo que se encuentran rompen. Es como una burbuja. Estos jóvenes tomaron herramientas que vienen de Internet, pero en general lo tomaron prestado. Toda la amistad es virtual. 

Solamente la tensión que provoca “el otro” cuerpo a cuerpo, cara a cara, es lo que vale para construir los vínculos humanos, pero hoy tenemos chicos que no saben jugar, porque no se bancan estar con un par en el patio de una escuela.

Este tipo de cuestiones inciden en el desarrollo del pensamiento y la inteligencia; inteligencia para resolver situaciones problemáticas, para reflexionar, anticiparse, metaforizar. La máquina propone pautas que ya son fijas. Además, causa muy poca capacidad reflexiva para todo lo que se tenga que resolver fuera de ese contexto chiquito. 

– Usted dijo al inicio de la nota que está en desacuerdo con las etiquetas. Cuando se habla de generaciones, ¿se atienden las realidades distintas de una persona que se crió en un ambiente humilde, de aquella que creció y vive en otro contexto? ¿Las características son similares?

– Bauman señalaba que Generación es aquel sector que tiene muchos años por vivir, tiene una edad que si todo va bien comparte una misma cultura, una misma sociedad. Ahora bien, es heterogénea. Y en este momento, más que nunca. Están dentro de una generación, pero se construyen subjetividades totalmente diferentes si pertenecen a un sector u otro. Por eso decía que estos grupos, millennials, tendrán además dificultades porque son una minoría, están todos estos grupos que tienen otras características y se identifican con otra cosa.

– ¿La última generación piensa en lo que uno quiere y desea en mayor medida que las generaciones anteriores?

– Sí, absolutamente.

– ¿Eso es positivo?

– Nunca en décadas anteriores he podido ver con tanta claridad precisamente lo que uno ve. Tengo experiencia en el consultorio, es decir con lo individual; con las investigaciones en la universidad, que es amplio, y con las escuelas. Pocas veces ha coincidido en una generación lo que uno ve individual y grupalmente con los libros. Hoy se da. Por fortuna tengo la posibilidad de viajar bastante y si bien considero que hay mundos y culturas totalmente diferentes, hay ciertos aspectos instalados globalmente. Y uno percibe claramente que efectivamente hay una vivencia del presente ya. Eso parece un espejismo, una ilusión, y si bien los seres humanos necesitamos ilusiones tampoco es para que nos golpeen contra la pared y nos revienten. Ese vivir en el presente está absolutamente ligado a la soledad que siente el ser humano hoy, la soledad terrible de no tener una generación anterior que nos sostenga. 

Siempre será necesaria la asimetría entre el adulto y el chico. Estamos hablando de una generación que reniega y que siente su éxito y placer en haber zafado de tener que sostenerse en la anterior, una soledad espantosa. Lo peor es que si la soledad es espantosa tampoco se puede proyectar un futuro. 

Hay una sensación de poder y de placer en tener el poder en todo lo que tiene que ver el manejar la situación del lugar donde se está. 

– Explicó que siempre se buscó una identidad distinta a los padres. ¿Ahora esto afloró más que nunca? ¿Qué ocurrió?

– Una cosa es querer ser diferente, para tener una personalidad genuina y optar por proyectos distintos y superadores, pero para eso hay que comparar. Otra cosa es ser único, anulando a los demás. Es imposible, es de una soberbia y omnipotencia llevada al extremo. Nadie es autor de nada. ¿Sabés lo que es para esta generación sentir que no seleccionaron nada? Eso va de la mano del gran vacío existencial, la soledad y la cantidad de problemas que tenemos y que impactan en el cuerpo. 

¿El cuerpo traduce esto?

– Sí, en el adolescente siempre traduce. El cuerpo se impacta cuando no hay representación, idea. Estos chicos que están conectados por Internet no tienen la posibilidad de interrogarse, preguntarse y sentir molestias o frustraciones, que son tan necesarias como el placer. En estas cohortes se pierde lo que uno se puede representar (por qué me duele acá, por qué me pongo nervioso cuando llego a tal parte), la cabeza no las registra y el cuerpo estalla. Entonces tenemos el mayor número de accidentes cerebro vasculares, una porción impresionante de personas con adicciones o accidentes de tránsito en los que se ve que chocan contra un árbol.