El intendente Martín Gill encabezó el acto para recordar la gesta de 1982 y destacar a los caídos en combate Norberto Güizzo y Adrián Busto. Polémico, el obispo Samuel Yofré instó a “una nueva guerra contra el enemigo interno” que genera violencia
Escribe Emiliano Eandi
De nuestra Redacción
En el día en el que se cumplieron 35 años del comienzo del conflicto armado por la soberanía de las Islas Malvinas, el municipio local junto al Centro de Veteranos de Guerra rindieron homenaje a los caídos en combate durante la gesta.
Los soldados villamarienses Norberto Güizo y Adrián Busto fueron mencionados a lo largo del acto realizado frente a la rotonda que lleva sus nombres, en España y Vélez Sarsfield.
Fue encabezado por el intendente Martín Gill junto al presidente del Centro de Veteranos de Guerra de la ciudad, Eric Langer, y el obispo de la Diósesis Villa María, Samuel Jofré.
También participaron del acto el juez federal Roque Rebak, el fiscal de cámara, Francisco Márquez, el jefe de Gabinete, Héctor Muñoz y el concejal Carlos De Falco.
Tanto Gill como el obispo Jofré hicieron hincapié en la unidad, aunque en el caso de la autoridad eclesiástica soltó un pedido al borde de compararse – aunque en otros términos- con la teoría del enemigo interno que sostuvieron las juntas militares en el último período de facto en nuestro país.
El intendente se refirió como “héroes y mártires” a los caídos y se explayó diciendo que “el martirio es un acto de amor. Es entregar por otro lo que más consideramos de valor como puede ser nuestra vida y la actitud de heroísmo y el martirio de nuestros vecinos de Villa María debe demostrarnos que no hay lugar más que para la unidad en torno a nuestra gesta”.
Por su parte, monseñor Jofré coincidió en que “es vital que nos unamos y si es necesario reconciliarnos”, para luego afirmar que “no es normal que nos matemos entre nosotros”, en referencia a las violencias doméstica, callejera y política actuales.
Seguidamente pidió: “Revelémonos, hagamos una nueva guerra en serio contra estos enemigos internos que tenemos entre nosotros. Reconociendo nuestros propios pecados, nuestras propias intolerancias”.
“No fue fácil”
En representación de los excombatientes, el presidente del Centro de Veteranos de Guera de Villa María, Eric Langer, se dirigió a los presentes para relatar en pocas palabras algunos de los sentimientos encontrados pasados 35 años de aquel día en el que partían hacia territorio austral.
“No fue fácil con 18 años enterarnos de que íbamos a recuperar las Islas Malvinas, pero estábamos orgullosos”, comenzó diciendo para luego enumerar las situaciones que se rememoran con mayor dificultad hasta estos días.
“No fue fácil el regreso a casa y encontrarse con una sociedad que siguió su curso como si la guerra no hubiera pasado.
No fue fácil rehacer nuestras vidas, pero el golpe que sufrimos nos dio las fuerzas para salir adelante y compensar con otra lucha, la de la vida.”
Eric Langer también se encargó de traer a la memoria a los únicos soldados villamarienses que murieron en combate. “Nos preguntan si nos sentimos reconocidos y decimos que sí, pero nuestro objetivo no es ser reconocidos nosotros, sino aquellos que regaron con su sangre el suelo y el mar de Malvinas.
Ellos no son NN, tienen nombre y apellido, como lo son nuestros héroes Norberto Güizzo y Adrián Busto”, expresó.
Un hijo de la guerra
Uno de los momentos más emotivos del acto quizá haya sido cuando pidió la palabra Mauricio Güizzo, hijo de Norberto, quien falleció a bordo del ARA General Belgrano.
“Es la primera vez que hablo en un acto del 2 de abril”, aseguró el joven a EL DIARIO, luego de haber relatado su experiencia personal y en particular un contacto que recibió por Facebook de un compañero de su padre.
A continuación, parte del escrito leído por Güizzo…
“Algunas personas toman este día como una jornada no laborable o para hacer cosas atrasadas.
Yo lo vivo de que perdí a mi padre. Perdí un consejo que nunca pude escuchar, una charla nunca dada, un aliento desde afuera cuando realizaba deportes y sobre todo un abrazo en el momento que más lo necesitaba.
Pero hay algo que nunca se me olvida: estoy orgulloso de ser hijo de un héroe villamariense que dio su vida por todos los que hoy estamos presentes.
Hace cuatro años me contactó por Facebook un compañero de mi papá. El estaba en ese momento en el hundimiento del buque ARA General Belgrano.
Me contó cómo fueron los hechos y en qué lugar estaba mi padre cuando sucedió la explosión del primer torpedo.
Ese día pude cerrar una etapa de mi vida.
Siempre estoy orgulloso de llevar este apellido”.
Fue la madrina del Centro de Veteranos de Guerra de la ciudad por su tarea durante aquellos días de combate.
Era telefonista en la vieja ENTEL y a escondidas de la dictadura militar, Coty hizo de nexo entre los jóvenes soldados apostados en las islas australes en pleno conflicto (como su sobrino, Conrado Ludueña) y los familiares que esperaban ansiosos sus noticias.
Descubrieron una placa que la recuerda en el monumento a los caídos.