Su amor por Africa, sus visitas al Papa Francisco y la labor del jefe de la Iglesia al cumplirse el tercer aniversario de su llegada al Sillón de Pedro… Además de una nueva anécdota entre ambos
Parece que fue ayer. Sin embargo, ya pasaron 11 años desde que dejó esta ciudad, a la que había llegado en 1998 para asumir la titularidad de la Diócesis.
Roberto Rodríguez nació en Temperley, en el Gran Buenos Aires, en agosto de 1936. Se ordenó como sacerdote en enero de 1970, en Cosquín, y ya en 1992 fue designado por Juan Pablo II como obispo de Pertusa y auxiliar de Córdoba (lo consagró el cardenal Raúl Primatesta y uno de los coconsagrantes fue nada menos que monseñor Estanislao Karlic.
A Villa María fue trasladado el 23 de junio de 1998 y durante su paso por la Diócesis local dejó huella y amigos. Todavía se recuerdan sus homilías dedicadas a señalar los males del capitalismo salvaje.
En 2006 lo designaron obispo de La Rioja y allí permaneció hasta agosto de 2013. Fue su último “cargo”. A partir de allí, ya como emérito, Rodríguez no ha parado de generar acciones en función del bien común. Reparte su tiempo entre su retiro en las serranías cordobesas, sus misiones en Africa, sus visitas al Papa en el Vaticano (van tres audiencias públicas y una privada en los tres años de Pontificado de Francisco) y, entre otras actividades, sus visitas esporádicas a Villa María.
Africa mía
Del trabajo que lleva adelante en Burkina Faso (un país que fue colonia francesa hasta 1960) está orgulloso y se nota en sus palabras. Es de lo primero que quiere hablar: “Regreso en enero. En realidad, soy el presidente honorario de Shalom, una organización de cooperación al desarrollo de Staffoli, donde nació mi abuelo, en la provincia italiana de Pisa, desde donde hemos ayudado a construir pequeños emprendimientos, como una fábrica de aceite de algodón, otra fábrica de aceite no comestible de jatrofa para biodiésel, siempre tratando de generar trabajo a partir de los recursos naturales, pero también llevamos panaderos y pizzeros y creamos una cadena de panaderías y pizzerías. Con lo que producimos mantenemos orfanatos, escuelas maternas, casas de familia que funcionan como hogares para adolescentes que allí aprenden oficios, en fin, es todo un mundo Burkina; hasta un instituto polivalente en Ciencias Agropecuarias y Ciencias de la Información hemos levantado”.
El prelado se entusiasma, hace que su interlocutor vea en su rostro a niños que no conoce; le brillan los ojos de las ansias por regresar (a pesar de que estaba allí, en la capital, Uagagudú, cuando el 15 de enero de 2016 un atentado en el Hotel Splendid causó 26 muertos). “Justo había salido del hotel a caminar… Tuve que avisar a Italia porque se asustaron…”, recuerda ahora.
El papado de Francisco
El periodista quiere conocer también su opinión sobre el desempeño de Jorge Bergoglio en el Sillón de Pedro, cuando acaban de cumplirse tres años de aquella fumata blanca que lo consagró. Y Rodríguez no le escapa a la pregunta. Dice que “en este momento, él tiene tres premisas fundamentales: la herida (los enfermos, los problemas sociales…), la cercanía (con la actitud de Jesús va a las cárceles, a los hospitales, a las favelas o villas de emergencia…) y la misericordia (a corazón abierto, para devolver a la vida a quien padece)”.
-Pero, ¿en qué punto se encuentra su trabajo para desentrañar ciertos manejos que se atribuyen a la curia romana? El es el obispo de Roma.
-Despacito, despacito, con sabiduría, va tallando sobre la piedra…
-¿En qué se ve reflejado ese trabajo de escultor?
-Hay elementos que permiten inferir que el Papa está en estos momentos buscando la reforma de la Curia Romana.
-¿Cuáles serían esos elementos?
-Por ejemplo, ya unificó algunos dicasterios (*), como el de la Promoción Integral del Hombre.
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Nota de la Redacción: Los dicasterios son organismos comparables a los ministerios en la estructura de un Estado. Y en ese proceso de unificación, van quedando al frente hombres a los que podría señalarse como más progresistas.
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-¿Otros elementos?
-Buenos, el año próximo, en octubre, habrá un sínodo para los jóvenes, así como ya hubo uno para la familia. Y ya se han repartido en todas las diócesis, incluida la de Villa María, los documentos necesarios, con las cuestiones más importantes que atañen a la juventud, para que sean analizados, debatidos, porque van a contribuir como base del documento preparatorio. Es decir, se está propendiendo a la participación para abordar las realidades de cada sector, con sus problemas, e ir en busca de las soluciones. Pero el Papa, además de todo esto, realiza una labor pastoral hacia afuera de las paredes del Vaticano y de la ciudad de Roma.
-Como el acercamiento que logró entre Cuba y los Estados Unidos…
-El deshielo de las relaciones bilaterales, claro. Porque afrontamos grandes desafíos… la fragmentación, la violencia en el mundo contemporáneo… El es un gran predicador de la paz, pero que, además, a las palabras las acompaña con gestos. Entonces, nosotros, cómo no vamos a escuchar cuando se nos acerca gente en problemas a nuestra casa en Jesús María, cómo no vamos a ir hasta Staffoli, en Pisa, para seguir conversando con los que pueden ayudarnos a ayudar en Burkina Faso. Mientras nos aguante el cuero tenemos que seguir, no podemos quedarnos quietos si hay alguien que desde su necesidad nos está llamando en silencio, nos está necesitando.
Tras la charla, el religioso recorre la cooperativa que edita EL DIARIO, bromea con algunos de los asociados… Detrás de esas escenas hay un recuerdo que envuelve a varios; es de cuando esta empresa todavía no era una cooperativa, sino más bien un puñado de voluntades por las que un día de 2001 Roberto Rodríguez levantó el teléfono para decirle a un ministro de la provincia: “Che, ahí van los chicos del diario de acá de Villa María. Atendémelos bien…”.
Es el que limpió de malezas el camino de regreso de Hugo Salvato a la Iglesia…
Es el que fue al barrio Solares de la Villa y se puso del lado de los vecinos cuando la Policía Federal recibía la orden judicial para desalojar a familias que no podían cumplir con las imposiciones usurarias de un empresario inescrupuloso…
Roberto Rodríguez, un sacerdote que habla un montón de idiomas, incluido el alemán; que se fue a perfeccionar en Alemania, donde trabajó parado en la cadena de producción de una fábrica metalmecánica para contribuir a la economía de la casa de la familia que lo albergaba.
Pero más que nada habla el idioma de la gente común, y entonces sus palabras llegan y te abrazan.
Sergio Vaudagnotto
El pan de los chicos de Burkina Faso
(el humor de Jorge Bergoglio, en una anécdota con su amigo Roberto)
-Negro, ¿qué hacés acá?, es la frase con la cual el Papa Francisco recibe a Roberto Rodríguez en el Vaticano. En realidad, es la misma con la que Jorge Bergoglio recibía a su amigo cuando lo visitaba en Buenos Aires, en calidad de obispo auxiliar de Córdoba u obispo de Villa María o de La Rioja.
En esta ocasión, Rodríguez venía de una de sus misiones en Africa y le extendió la mano con un presente:
-Tomá, te traje este pan que hicieron los chicos en una de nuestras panaderías en Burkina Faso…
El más alto dignatario de la Iglesia Católica tomó el paquete y comenzó a abrirlo lentamente. Cuando finalizó, miró el pan y alzó la vista hacia el misionero, para decirle: “¿Y el salamín?”.
El que devolvió al padre Hugo a la Iglesia
El padre Hugo Salvato había sufrido un asalto. Su atacante lo había golpeado sin piedad y se encontraba convalesciente en una clínica local.
Roberto Rodríguez, que recién había asumido la conducción de la Diócesis, fue a visitarlo.
Cuando estuvo junto a la cama, le tomó la mano. Ambos se miraron a los ojos.
Fue el comienzo del regreso del líder de la Comunidad Joven para la Gran Comunidad al seno de la Iglesia.
“Francisco tiene tres premisas fundamentales: la herida, la cercanía y la misericordia”