Inicio Culturales Altamira: hombre del presidente Julio Argentino Roca

Altamira: hombre del presidente Julio Argentino Roca

0
Altamira: hombre del presidente Julio Argentino Roca

El hombre que ideó y ejecutó la denominada Campaña del Desierto mantuvo cercanas relaciones con políticos de Villa María y de la vecina Villa Nueva. Aquí recordamos una de ellas, de la cual existen documentos que la referencian

Argentinidad desde la sangre derramada

Cuando Julio Argentino Roca asumió el cargo de presidente de la Nación por primera vez, el 12 de octubre de 1880, se inició lo que suele denominarse la “República conservadora”: una serie de gobiernos apoyados por la élite de la llamada “Generación del 80”.

Roca, tucumano de nacimiento, participó de la infame guerra del Paraguay, integrando las tropas de la Triple Alianza. En el año 1872 fue nombrado comandante de la frontera sur de Córdoba y en esos años conoció a su esposa, Clara Funes, y fortaleció la relación con su concuñado, Miguel Juárez Celman, quien jugaría un papel importante en su llegada a la Presidencia del país.

Pocos años después, en 1877, durante el mandato de Nicolás Avellaneda, asumió como ministro de Guerra y Marina, remplazando al fallecido Adolfo Alsina. Fue entonces que impulsó un cambio radical de la política que venía manteniéndose en relación a las poblaciones originarias. Suprimió los sables y lanzas en el Ejército para remplazarlos por los Remington, modernos fusiles de repetición. Y, con un plan aprobado en el Congreso de la Nación, lanzó una ofensiva contra esas poblaciones.

Se trató de la conocida Campaña del Desierto, que no fue sino un genocidio que produjo miles de muertes y 14 mil prisioneros. Todo aquel horror fue motivado por la conquista de tierras y prestigio para el general Roca, quien supo decir: “Sellaremos con sangre y fundiremos con el sable, de una vez y para siempre, esta nacionalidad argentina, que tiene que formarse, como las pirámides de Egipto, y el poder de los imperios, a costa de sangre y el sudor de muchas generaciones”.

Uno de los militares que explicó claramente los objetivos de la infame campaña fue el general Victorica, quien dijo: “Privados del recurso de la pesca por la ocupación de los ríos, dificultada la caza de la forma en que lo hacen, que denuncia a la fuerza su presencia, sus miembros dispersos se apresuraron a acogerse a la benevolencia de las autoridades, acudiendo a las reducciones o a los obrajes donde ya existen muchos de ellos disfrutando de los beneficios de la civilización. No dudo de que estas tribus proporcionarán brazos baratos a la industria azucarera y a los obrajes de madera, como lo hacen algunos de ellos en las haciendas de Salta y Jujuy”.

El poder planificó toda esa matanza con objetivos claros, obtendría tierras, prestigio militar y político, y también mano de obra para ser explotada.

 

Abanderado del liberalismo y el conservadurismo

Roca logró su cometido y regresó, en medio de aquella vergonzante Campaña, con el título de “Conquistador del Desierto” y los laureles suficientes para imponer su candidatura a la Presidencia de la Nación por el Partido Autonomista Nacional (PAN). Fue entonces que recurrió a las habilidades de Juárez Celman para lograr alianzas en el interior y el trabajo de Carlos Pellegrini para hacer lo mismo en Buenos Aires. Roca representaba un sector social que sostenía el liberalismo económico y el conservadurismo en lo político. Por otra parte, se consideraban los únicos capaces y dignos para gobernar, por lo cual se reservaban, a cualquier costo, los mecanismo de poder.

Dentro de ese esquema era habitual la práctica de fraude electoral, facilitado por la inexistencia de padrones oficiales, el voto cantado y el uso de la intimidación y el ejercicio de la violencia contra todo aquel que se manifestara contrario al ideario del Gobierno.

En lo económico, el liberalismo de Roca llevó a que la Argentina se integrara al mercado mundial como compradora de las manufacturas y proveedora de materias primas. Durante su Presidencia, el Estado se ocupó del desarrollo de infraestructura y la organización de empresas privadas nacionales y la instalación de compañías foráneas. Es decir, que el Estado no fue que no intervino en la económico, por el contrario, sí lo hizo, a favor de sectores poderosos aportando al modelo agroexportador.

Tanto Julio Argentino Roca padre, como su hijo Julio Argentino Pascual Roca tuvieron intensas relaciones con Villa María. Recordemos que el hijo, quien nació en Córdoba durante 1873, llegó a ser vicepresidente de la Nación en 1932 luego de que, mediante el golpe de 1930, fue destituido el Gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen.

Roca padre, siendo presidente, de manera habitual pasaba por nuestra ciudad en sus viajes a su estancia La Paz, situada en Ascochinga. El presidente tenía amigos en las orillas del Ctalamochita entre de los cuales se destacaba el caudillo del Partido Autonomista Nacional (PAN) y quien, además, ejercía el cargo de jefe político del Departamento.

Se trata de don Casimiro Altamira, quien desde su cargo manejaba la Policía de la zona. Según puede leerse en el periódico El Sol, era común que cuando el tren que transportaba a Roca rumbo a su propiedad en las Sierras Chicas, Casimiro se montaba al vagón del presidente. Altamira, amigo y seguidor de Roca, pero también hombre político del gobernador cordobés Juárez Celman, vivía en la vecina Villa Nueva y falleció en el lugar en 1885.

Esta cercanía que figuras locales mantuvieron con las más altas autoridades del PAN permite entender el importante desarrollo que por años tuvo el conservadurismo en la ciudad hasta que llegaron los radicales con sus revoluciones.