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Un arquitecto mendocino construye viviendas solidarias

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Un arquitecto mendocino construye viviendas solidarias
Javier Roig ayuda desinteresadamente a quienes más lo necesitan
Javier Roig ayuda desinteresadamente a quienes más lo necesitan
Javier Roig ayuda desinteresadamente a quienes más lo necesitan

Enclavado en el corazón de Providencia, Chile, se levanta la Gran Torre Santiago, un rascacielos de 300 metros, 64 pisos y un mirador 360° con vista privilegiada de la capital. Es el más alto de Latinoamérica y forma parte del complejo inmobiliario Costanera Center, propiedad de Horst Paulmann, uno de los magnates más importantes del continente que tuvo que desembolsar U$S1.000 millones para coronar su carrera empresarial con esta obra. Los turistas que circulan por la zona se restriegan los ojos asombrados por la construcción. No entienden cómo es posible que semejante edificio se mantenga en pie en una zona sísmica por naturaleza.

Perdida en algún rincón de Zambia, en Africa, se encuentra la aldea de Chipolukusu. Es un barrio pobre, en un país más pobre y en un continente más pobre. Uno de cada siete adultos tiene sida y uno de cada diez niños es huérfano. Allí, en el país del inopia, el mismo artífice de la Gran Torre Santiago, el arquitecto mendocino Javier Roig, se dedicó a construir casas para los que no tenían. Lo hizo el año pasado con un grupo de voluntarios a través de una ONG y hace unos meses decidió hacer por su cuenta algo similar en Ecuador, país que sufrió grandes pérdidas por los terremotos del pasado mes de abril.

 

Proyecto Latitud

Latitud Project, para su fundador, Javier Roig, «es un emprendimiento social que tiene como objetivo ayudar a comunidades en Latinoamérica mediante la venta de productos elaborados por ellas».

Esos productos llevan el sello de la comunidad que los elabora y se venden por Internet a todas partes del mundo. Esos ingresos son la principal vía de financiamiento para las construcciones, que pueden ir desde casas hasta jardines maternales.

La iniciativa de Roig y Danny Collins, arquitecto que compartió los voluntariados en Africa con Javier, es incipiente. Por ahora el financiamiento sale de sus bolsillos. Pero los productos están a la venta y cualquiera puede adquirirlos.

«Cada proyecto tiene una meta financiera acorde a las necesidades de la comunidad. Se juntan los fondos necesarios y se viaja a esa comunidad junto con voluntarios para construir lo que se propuso», explicó Roig.

Latitud 00

El primer proyecto de la empresa es el de Ecuador, por eso lleva el nombre Latitud 00. Con ese criterio, cada proyecto llevará el nombre del grado de latitud que tenga el lugar en donde se haga.

En el caso de Ecuador, el principal producto elegido para vender y así conseguir los gastos para la construcción del centro comunitario es una mochila roll-top, asociada a la comunidad de La Isla, en Quito.

La mochila Chaski, como la bautizaron, está fabricada en Ecuador, con textiles de ese lugar y materiales reciclados.

Sería lógico, entonces, preguntarse por qué eligieron Ecuador y no cualquier otro país al que lo aqueje este tipo de problemas. Hay varias respuestas. Su riqueza cultural y geográfica, su pertenencia al continente americano y su ubicación dentro del mismo; es el punto medio entre los lugares donde nacieron los fundadores del proyecto, ya que uno es argentino y otro estadounidense.

«Si bien la situación socioeconómica en Ecuador mejoró mucho en los últimos años, encontramos comunidades que todavía necesitan mucha ayuda. Esta situación se agravó como consecuencia de los dos terremotos en menos de una semana en las zonas costeras», apuntó.

La construcción del centro comunitario estaba pautada para noviembre, pero fruto del primer sismo tomaron la decisión de donar agua potable por la venta de los productos. «No queremos esperar hasta fines de año para ayudar a las personas afectadas», remarcó Roig.