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El arte de levantar catedrales de sonido

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El arte de levantar catedrales de sonido

El creador del Ensamble de la UNVM y flamante director de la Orquesta Sinfónica local, Luis Nani, habló de la invención de un organismo que será un antes y un después para la música villamariensep16-Sinfónica 2

ace unos 25 años, hubo un hecho que marcó la vida artística de Luis Nani para siempre. Fue el día en que, siendo estudiante en Córdoba, la sinfónica provincial estrenó una de sus primeras obras. “Fue en el marco de un foro de compositores, algo que se hacía a puertas cerradas y para un público muy chiquito -rememora Luis- con decirte que estaban mis viejos, algunos otros músicos y pará de contar. Pero para mí fue una experiencia inolvidable. Sobre todo teniendo en cuenta la época. Pensá que hoy, con la tecnología existente, los músicos tienen una idea aproximada de cómo suena una obra; pero a principios de los ´90 donde todo era papel y lápiz, no. Imaginate poniendo un montón de hojas en los atriles y que eso empiece a sonar. Era exactamente como un sueño…”

p17-Sinfónica 1-Y algo de esa experiencia te marcó como docente ¿no es así?

-Claro. Porque cuando empecé a dar clases de orquestación en la Universidad en 2002, lo primero que hice fue trabajar con la música compuesta por los alumnos. ¿Qué mejor? El primer día de clases les pregunté a cada uno qué instrumento tocaba. Y como había muchos vientistas, empezó a nacer tímidamente el ensamble de vientos. La idea era que estudiaran sobre lo que componían, porque de momento ninguna computadora te sirve para aprender orquestación. 

-¿Y cómo se aprende a orquestar?

-Lo tenés que hacer a la vieja usanza; con los músicos de una orquesta y al lado de buenos maestros. Por eso, cuando supe que la orquestación sería mi vida, estudié de manera particular con Vicente Moncho, que por ese entonces dirigía en el Teatro San Martín. Y también tomé clases particulares con Oscar Bazán.

Sinfónica naciendo

-Al comenzar con el Ensamble en 2002 ¿ya visualizabas la sinfónica?

-Cuando hacés un proyecto, siempre lo tenés que escribir pensando a largo plazo. Y uno de los objetivos era constituir un organismo sinfónico para Villa María, ya sea puramente de vientos o sumándole las cuerdas. Yo siempre estuve muy vinculado con los vientos porque son los que más estrenos hacen. Las sinfónicas puras son más tradicionalistas en el repertorio. Por eso, cuando en el últmo Festival de Peñas acompañamos a Raphael, le pusimos “Orquesta Sinfónica Experimental” debido al repertorio. Sólo a partir del mes que viene empezaremos a ser oficialmente una sinfónica pura, sin el título de “experimental”.

-¿Por qué?

-Por la transparencia gremial, porque logramos que haya presupuesto para 64 becarios. Serán contratos de 9 meses y ya se está llamando a audiciones públicas para quienes quieran integrarla. Al tratarse de una orquesta nacida en el seno de una universidad, no habrá cargos fijos; pero sí becas. Para un “instrumento guía” será de $5.700 y al instrumento de fila $3.800. Vale decir que para un estudiante, esta modalidad puede resultar un buen aporte. Si no conseguimos todos los instrumentos que necesitamos, tenemos presupuesto para contratar los que faltan. Está dentro de las posibilidades hacer una orquesta profesional más adelante y ojalá podamos.

-¿Fue importante para el Ensamble que lo dirigieran maestros internacionales?

-Totalmente. Yo he tenido la suerte de conocer a grandes maestros por Moncho. El fue quien me abrió las puertas al mundo y me conectó con directores muy involucrados en esto de mostrar la música latinoamericana en Europa y Estados Unidos. Darío Sotelo desde Brasil; Matthew George desde Estados Unidos, o Pablo Dell´Oca desde Uruguay. Y todos pudieron venir a dirigir a nuestros músicos. Matthew George, por ejemplo, encarga música a compositores de todo el mundo en repertorio de vientos. 

-La semana pasada estrenaron en el auditorio del Campus diez obras de alumnos y egresados de la UNVM ¿Cuál es el requisito que deben cumplir esas obras?

-Además de un cierto nivel de calidad, es importante que le guste a los músicos y que la podamos tocar. Pero lo principal es que, desde la cátedra, incentivamos tanto a la orquestación como a la composición. Hoy no es el virtuosismo sino la composición lo que te hace la diferencia. Por eso es que hacemos dos veces al año los foros de compositores, replicando aquella experiencia de Córdoba. 

-Muchas de esas composiciones surgen de tu materia ¿no?

-Sí, porque desde “Orquestación e instrumentación” trabajamos la composición y también los proyectos de extensión, como el show de Queen que presentamos el año pasado en el Teatro Verdi. Ahora estamos preparando para fines de año un show de Soda Stereo y Cerati. 

-¿Cómo definirías el espíritu de la Sinfónica “oficial” que se viene?

-Será un espacio abierto, un lugar para que los jóvenes directores y compositores puedan estrenar sus trabajos o hacer conciertos. Quiero que sea algo al estilo de la Sinfónica Experimental de la Universidad de San Pablo, en Brasil; o en la Boston Pop’s de los Estados Unidos. Seremos una sinfónica clásica en lo formal, pero experimental en el repertorio.

-¿Qué importancia tuvieron los gestores en esta concreción?

-Fueron determinantes. Se dice que Villa María es una ciudad diferente, que se está transformando de manera vertiginosa, que crece todo el tiempo. Y yo creo que es cierto. Pero eso se debe a quienes tienen decisión, visión y voluntad de llevar a la ciudad a un plano más alto. Estos proyectos, en otras ciudades, se quedan durmiendo en un escritorio para siempre.

-¿Y quiénes fueron esos gestores?

-El que se animó a dar el primer paso allá por 2003 institucionalizando el Ensamble, fue el decano del Instituto de Humanas, Daniel Lasa. El hizo que la formación trascendiera y no se quedara en un mero proyecto de cátedra. Luego, Luis Negretti como secretario académico y Martín Gill como rector fueron fundamentales. Y ambos lo siguen siendo; Martín como intendente y Luis como rector. Y por cierto, Omar Barberis. Ya que desde hace algunos años, el Ensamble pasó del Instituto de Humanas a la Secretaría de Extensión Universitaria.

-¿Y cuál fue la clave del éxito?

-Llevar a cabo un proyecto así, implica años de muchísima sabiduría de parte de quienes lo implementan. Es muy difícil armar algo en una misma dirección cuando hay tanta gente involucrada que piensa distinto. Se ha hecho un trabajo político y universitario muy importante. Luis, Martín, Daniel y Omar son la gente que hace que estos proyectos crezcan, se desarrollen, maduren y perduren en el tiempo.

-¿Una ciudad se recibe de “grande” cuando tiene una sinfónica?

-¡Puede ser! (risas) ¡Nunca lo había pensado, pero algo de eso hay! Lo que sí te puedo decir es que no conozco en el mundo otro sistema que produzca un resultado artístico de tanta calidad en tan poco tiempo como el que produce una sinfónica. Pensá que en una orquesta trabajan casi cien personas y te hacen una obra enorme en menos de una semana. Y eso no tiene parangón con nada. 

-¿Cómo es eso?

-Quiero decir que una sinfónica es el máximo exponente de lo que se puede hacer cuando la técnica, la inspiración y la burocracia se juntan en pos de una idea en común. Tocar la Quinta Sinfonía de Beethoven es como levantar una catedral en una noche o como esculpir el “David” de Miguel Angel y que quede en tu ciudad para siempre. Aunque la música es intangible, tenemos que darnos cuenta de la fabulosa importancia de tener un aparato así en Villa María. Como una máquina de fabricar catedrales cada vez que se presenta. Iván Wielikosielek

Algo más que la primera formación villamariense

Este es, de momento, el equipo que compone la Orquesta Sinfónica de Villa María empezando por los músicos. Violines 1: Luisina Broggi, Federico Bonino, Leonardo Rojas, Melisa Corso, Nahuel Chiarella, Sofía Gadea, Boris Bobrow, Juan Pablo Canoniero y Santiago Romero. Violines 2: Cecilia Castelli, Bárbara López, Florencia Veronese, Victoria Olivera, Andrea Nasi, Victoria Pato, Jorgelina Villanovo, Romina Viotti y Gerardo Luis Segura. Violas: David Rodríguez, Rafael Riveras, Mayra Tomás, Agustín Cárdenas, María Luz Alderete y Alejo Moreno. Violoncelos: Jorge Ramos, Rafaela Mosoni, Mauro Gentile, Ailín Gazo y Catriel Luna. Contrabajos: Federico Seimandi, Fabricio Diez y Federico Deschuter. Flautas: Pamela Priolo y Daniela Lorefice. Clarinetes: Gabriel Ríos, Juliana Mosoni y Paula García. Oboes: Sebastián Vallejos y María José Giménez Caballero. Fagotes: Emilia Fadul y Verónica Herrera. Saxos: Antonella Battagliero, Maximiliano Bussone y Analía Rico. Cornos: Fernando Hemadi, Pablo Toranzo y Amadeo Imboden. Trompetas: Julio Ortiz y Pedro Grazzi. Trombones: Alejandro Artacho y Alexis Galfré. Tuba: Francisco Lauría. Percusión: Fabrina Rovaretti, Juan Daghero, David Stubing, Jeremías Gutiérrez y Manuel Enrique Pérez. Piano: Santiago Teilagorry.

Inspección y Producción: Bárbara López. Técnica y Logística: Alexis Valfré. Archivo y Copistería: Fabrina Rovaretti. Coordinador Córdoba: Mateo Massanet. Cargadores y armadores de sala: Carlos Calvo, Gastón Gallardo y Cristian Gutiérrez. Director: Luis Nani.