Rocío Peralta Guardia es estudiante de la carrera de Desarrollo Local y Regional. Por un programa de intercambio viajó a Colombia, donde colaboró con un programa del Rotary para llevar filtros de agua a comunidades que no cuentan con medios ni servicios
Caminar por las “veredas” (o comunas) de la región colombiana de Montería fue un impacto que difícilmente olvidará Rocío Peralta Guardia (23), una joven estudiante de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) que en el primer cuatrimestre de 2014 viajó a Colombia por un programa de intercambio.
“Hay muchísima pobreza, especialmente en las veredas, donde no tienen ningún servicio. Viven en casas de paja y no tienen ninguna posibilidad de acceder al agua potable”, dijo a EL DIARIO la estudiante de la carrera de Desarrollo Local y Regional de la UNVM.
Rocío iba a realizar sólo un intercambio académico como estudiante en la Universidad del Sinú, ubicada en Montería, Colombia, algo que, de hecho, concretó, pero la casualidad o causalidad hizo que se conociera con una argentina radicada en ese país que está llevando adelante un programa en las veredas denominado “Agua Sana”. Y no dudó en sumarse.
“Vimos que la gente de las veredas vive en condiciones de extrema pobreza, pero lo que más preocupa es que no tienen ningún servicio. Por ejemplo, para tener agua deben esperar que llueva y recogerla de los charcos que se forman. Charcos por los que pasan los animales y hacen sus necesidades”, relató.
En una primera etapa del proyecto comenzaron a trabajar en “brigadas” para ayudar a desparasitar a los habitantes del Departamento San Pelayo, particularmente, en las veredas de Bejuco, Habanico, Mojosa y Bongamella.
“Fuimos varias veces con pastillas para los adultos y gotas para los niños, colaborando para que puedan desparasitarse, dado que la mayoría tiene ese problema por la mala calidad del agua que consume”, explicó.
Finalmente, pudo ser testigo del momento en que llegaron los filtros de agua adquiridos por gestiones del Rotary de Montería -presidido por la argentina María de los Angeles Moscuzza-, que consiguió el financiamiento en Canadá para los filtros que se instalan en cada una de las viviendas.
Actualmente, ya hay 1.800 filtros instalados y en comunicación con Moscuzza, Rocío pudo corroborar que están instalando 220 más en las veredas de Canalete.
“No se trata sólo del aporte de ese elemento, sino que hay que hacer concientización, visitarlos periódicamente para que puedan aprovecharlo al máximo y llevar adelante un monitoreo del programa que se llama ‘Agua Sana’”, dijo.
“No te imaginás la alegría de los habitantes del lugar a una semana de tener el filtro. Nos decían que dejaron de vomitar, algo que les pasa siempre por los parásitos y la contaminación del agua de los charcos”, agregó.
“También vimos como se aprovechan de las necesidades. Por ejemplo, cuando yo fui había elecciones y por eso les llevaban bidones con agua pura. Algo que el resto del tiempo no pasa”, planteó
En lo personal, está convencida de que el haber podido participar de la actividad del Rotary de Montería fue muy positivo para ella. “Te llena el corazón ver las caras felices de la gente cuando tienen una mejora, cuando alguien la escucha y se ocupa de ella”, señaló. “Sé que hay necesidades en todos lados, también en nuestro país, pero a mí me tocó vivir de cerca la situación de la población colombiana”, manifestó.
“También te enseña a valorar la importancia de poder estudiar, de abrir una canilla y que salga agua limpia”, agregó.
Intercambio
Además de la actividad rotaria a la que se sumó Rocío Peralta Guardia, también pudo cumplir sus objetivos académicos en la Universidad del Sinú, que fue el motivo central del viaje.
Cursó durante un cuatrimestre materias de Negocios Internacionales, Administración y Contador Público.
“Allá, el sistema educativo es diferente. Lo mismo que la salud. Según tus ingresos y el barrio en que vivís, pagás diferentes impuestos y accedés a una salud y educación diferenciada. En el caso de la Universidad, allá todo es privado y costosísimo”, planteó.
Además, esa diferencia en la estratificación de los habitantes hace que no compartan una misma escuela “los ricos y los pobres; son muy profundas las diferencias”, dijo.
Estuvo instalada en una pensión gracias al programa de intercambio denominado “Maca”, que promueve los viajes de estudiantes de universidades argentinas con las colombianas.
Futuro
Está joven estudiante, que “se enamoró” de Villa María, anhela poder trabajar en lo que se formó, diseñando proyectos para “mejorar la calidad de vida de las personas”. “Me gustaría quedarme en esta ciudad, pero por trabajo me radicaría en cualquier lugar del país”, concluyó la joven.