El fin y el límite del Estado es el bien común. Consecuentemente, no se debe equiparar en el trato a “ilustres” bribones con nobles, cabales y esforzados ciudadanos de bien.
¿Quiénes son los bribones?… ¿Acaso somos los ciudadanos que con nuestros impuestos crecientemente agobiantes, venimos aguantando y soportando décadas de ineficiencia y corrupción en materia de seguridad, nutrición, salud, jubilaciones, financiando como cumplidores impositivos a los desleales funcionarios, legisladores, evasores e incumplidores (bribones) para los cuales siempre aparecerá una condonación, una amnistía, un indulto o tal.
¿Somos los mismos que venimos “reponiendo” los dineros públicos que se robaron impunemente ineptos y corruptos?
La única verdad es la realidad y así, una y otra vez tenemos que continuar pagando “pacientemente” como hasta cinco o más imposiciones por lo mismo: seguridad, educación, servicios públicos (emergencias eléctricas, sanitarias, hídricas, inundaciones, tragedia de once, etcétera), infraestructura, impuestos inmobiliarios y del automotor, provinciales, municipales y más.
En materia de seguridad, la fuga de “los Lanatta y compañía” lo acredita una vez más. Peor aún, oficialmente se reconoce que no se puede confiar en muchos funcionarios, policías, agentes de seguridad y jueces corruptos en distintos distritos federales (pero más libres que los pájaros del cielo), por cuyo pésimo y descontrolado desempeño se vienen tributando -intergeneracionalmente- tantísimos impuestos, pero cuya “performance” resulta a la postre, muchísima peor que la de esos otros muchos ñoquis indignos (otros bribones) ya que estos, al menos, no hacen nada; ni bueno ni malo.
Valga decir que, solo para seguridad, además de todo lo que siempre pagamos, enrevesadamente también nos obligan injustamente a oblar los costos de un pésimo devenir, por la ineficiencia, complicidad u omisión durante décadas de gestiones anteriores, para recurrir ahora, final y escandalosamente, como si en el lejano oeste, a cazadores de recompensas y a francotiradores…
Claramente el argentino “de a pie” observa con estupor y confusión que el Poder Ejecutivo disponiendo de la suma de todos los recursos, ¡no puede!; peor aún, que “su poder ciudadano” estaría siendo burlado, desairado, descalificado y defraudado, nuevamente.
Atónitamente, para la seguridad nacional y provincial, este gobierno -del mismo color en Buenos Aires-, no eligió (como para las otras áreas de su jurisdicción y competencia), ni a expertos ni a CEO con brillantes antecedentes en la materia.
La propuesta de esta gestión nacional -en la cual la mayoría simple de los argentinos confió- (¿fue?) consistió en ¡cambiar y mejorar “con los mejores equipos” la calidad de vida de la gente!
En otro orden de cosas, ¿no le avisaron a Eduardo Romero?… ¿si no, cómo se comprende entonces que el golfista e intendente del PRO en la ciudad cordobesa de Villa Allende, ni bien asumió en lugar de revertir ineficiencias y denunciar eventuales rapiñas de gestiones anteriores (al menos, simultáneamente), contra fácticamente, incrementó hasta en un 120% la carga tributaria de sus vecinos?
Preconclusivamente, esta nota sólo trata de ayudar al señor presidente desde una crítica con atributos y conforme él mismo lo solicitara cuando afirmó: “Seguramente nos vamos a equivocar y necesitamos que la prensa nos diga dónde están los errores, para que nosotros podamos mejorar”.
Finalmente, entendemos que una mayor y mejor sincronía política, nacional e internacional, que la exhibida a la fecha, podría evitar se consuma la débil legitimidad, la exigua seguridad personal como la propia y exhausta paciencia de los argentinos.
Roberto Fermín Bertossi
DNI 11.347.631