INFORME
El bienestar animal influye más directamente en la producción láctea que las instalaciones y la utilización de la tecnología, según un estudio realizado en siete tambos cordobeses
Hacen falta más estudios para llegar a una afirmación concluyente, pero en el informe publicado por el sitio Sobre la Tierra, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, establece una relación directa entre cantidad de litros producidos por vaca y el bienestar animal.
El estudio fue realizado por Luciana Martínez Luque, ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de Córdoba, y llegó a la conclusión de que, más allá del nivel de tecnología o las instalaciones de los tambos, el bienestar animal determina gran parte de la productividad y calidad de la leche que llega a la industria.
Martínez Luque relevó diferentes indicadores del bienestar animal en siete tambos de la provincia de Córdoba durante la Especialidad en Producción Lechera en Sistemas Argentinos, que realizó en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA). Se trató de establecimientos representativos de la zona, seleccionados por la cooperativa local, que tienen entre 90 y 250 animales en ordeñe.
Para ello se basó en los protocolos europeos Welfare Quality, adaptados a las condiciones locales de producción.
“En la medida que el ambiente se vuelve desfavorable, el organismo del animal se tiene que adaptar. Este cambio implica respuestas fisiológicas que pueden llevar a causar estrés y pérdidas cuantificables en la producción, o incluso una caída inmunológica en el animal, que podría estar más propenso a sufrir infecciones”, explicó Martínez Luque al sitio de divulgación científica Sobre la Tierra.
En este marco, sostuvo que “el bienestar animal es una de las buenas prácticas pecuarias que hacen a la calidad de la leche producida”.
Durante el relevamiento, la investigadora encontró que el trato hacia los bovinos en los tambos analizados era bueno o regular, según el caso. “Cuando era regular, porque los métodos no eran adecuados, ese trato se vio reflejado en otros indicadores como, por ejemplo, el bosteo en la sala de ordeñe, ya que el estrés genera una defecación involuntaria en los animales”.
Martínez Luque investigó qué sucede en los tambos donde falta bienestar animal, para que los productores puedan tomar mejores decisiones.
Los problemas de infraestructura podrían minimizarse con un adecuado manejo de los animales. “Con un buen trato se obtiene un buen resultado productivo”, afirmó. En cambio, ante un mal trato los animales incluso podrían asociar las instalaciones con las experiencias negativas sufridas previamente, aun cuando el manejo mejora: “En un establecimiento observé que pese al buen trato de los operarios, los animales tenían mucho bosteo sobre las instalaciones y se golpeaban. El productor me contó que el operario anterior trataba muy mal a las vacas, entonces relacionaban esa instalación con el mal trato”.
Hay estudios que demostraron el impacto negativo en la producción de leche por el estrés calórico o por las condiciones de las instalaciones, porque cuando el animal no encuentra un lugar seco y limpio donde echarse, también disminuye las horas de descanso y provoca una reducción porcentual de leche. Con su trabajo, la investigadora buscó comprender qué sucede en los establecimiento donde falta bienestar, para que los productores puedan tomar mejores decisiones.
“Muchas veces el productor, en pos de mejorar el sistema, toma decisiones desordenadas o hace una gran inversión en infraestructura cuando quizás hubiera tenido que trabajar en el manejo de los animales dividiendo los lotes, con un costo cero. Por eso este relevamiento es muy importante como herramienta de gestión para luego hacer una mejor planificación de las decisiones que se tomen en el establecimiento”, indicó.
Todo hace a la diferencia
¿Cuáles son algunas de las claves para que los animales reciban un buen trato? Martínez Luque lo explicó del siguiente modo: “Uno de los puntos importantes es durante el arreo. Los animales deben venir a su paso y sin amontonarse. La vaca es un animal rutinario, por lo general le gusta repetir los horarios de ordeñe. De hecho, tienen jerarquías sociales, por eso siempre entran a la sala en el mismo orden. Cuando uno modifica estas rutinas, el animal se estresa”.
“Otras cuestiones destacadas son los tiempos de espera y la superficie necesaria para los animales. A veces traerlos amontonados genera un estrés innecesario que se podría solucionar manejando diferentes lotes en distintos momentos”.
“Las prácticas para que los animales ingresen y se acomoden en los bretes deben ser las mínimas posibles”, dijo, y señaló que, en este sentido, otro indicador de tranquilidad en las instalaciones es el tiempo de flujo (tiempo en que tardan los bovinos en acomodarse en los bretes).
“No se debe recurrir a gritos, silbidos o golpes. Mucho menos a picanas, que muchas veces se usan. El animal debe sentirse cómodo y seguro de entrar a la instalación. Tampoco recomendamos el uso de perros, así como cualquier trato que ocasione lesiones. Todo eso hace a la diferencia”, explicó.
Hablando de litros
Un tambo con deficiencias de infraestructura, pero con un buen trato animal obtuvo el mejor nivel de producción, de 29,9 litros diarios por vaca.
Por otra parte, el tambo que presentó la mejor situación de bienestar animal obtuvo 27,5 litros de leche por vaca y por día (en un sistema pastoril con suplementación), y en otro tambo en donde se hubiera esperado que el nivel de producción fuera mayor por el tipo de sistema (encierre permanente y alimentación mezclada), la cantidad de leche obtenida fue similar (27,14 l/VO/día). “En este último establecimiento se encontraron las peores condiciones de indicadores animales, justificando la falta de eficiencia en la alimentación”, advirtió la investigadora.
Por último, advirtió que para hacer una verdadera correlación entre bienestar animal y litros producidos, es necesario realizar estudios más amplios.