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Cabral sigue con luz Verde

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Cabral sigue con luz Verde
Todo Rivadavia celebró con mucha alegría el triunfo en el clásico que lo deja prácticamente con un pie en los playoffs

Apertura – 10ma. fecha – Interzonal A y B

En un partido donde repartieron un tiempo para cada uno, Rivadavia fue más efectivo y terminó adueñándose del clásico por 2 a 0 con goles de los ex-Alem Albiero y Páez. Con la caída, Colón bajó al cuarto puesto y complicó sus chances

 

La pelota ya ingresó al arco, pese al esfuerzo de Acosta. El Verde aprovechó su mejor momento y le ganó el clásico a un irresoluto Colón

Escribe Daniel Rodríguez

El humo de las bengalas y los papelitos volaban sobre el cielo del Estadio Socios Fundadores; era una previa colorida y perfecta. Allí Colón recibía a Rivadavia, su clásico rival, y todo el pueblo se encontraba alrededor del verde césped. Es que la convocatoria fue enorme, ya que el menú futbolístico del domingo era realmente atractivo. El clásico interzonal unía a las zonas A y la B (valga la redundancia) en un duelo trascendental para el futuro inmediato de cada uno.

El visitante venía de ganar y cortar una racha negativa; en tanto, los dueños de casa tenían que ganar para no perder terreno en su zona.

 

Dominio local

Ya desde los primeros minutos el dueño de casa comenzó a proponer un juego fluido y se mostró con hambre de gol. Gonzalo García, quien tuvo un primer tiempo destacado, se asociaba con Acosta -quien subía una y otra vez por la banda- y buscaban darle un pase certero a Diego Pereyra o bien a Ramiro Giraudo.

En medio de todo ese apetito las infracciones comenzaban a aparecer porque el partido se volvía trabado en la mitad de la cancha. Tan solo en cinco minutos, David Peninger (el árbitro) ya había pitado seis faltas.

A los seis minutos del primer tiempo el Rojinegro pudo por fin aproximarse al arco bien defendido por Marcelo Berardo. Tras una jugada asociada entre Pereyra y García, éste ultimo envió un zapatazo desde adentro del área que fue bien detenido por el arquero de enfrente.

Y el Verde respondió. Pero lo hizo tímidamente con un cabezazo de Nicolás Pedernera que fue fácilmente detenido por Federico Pedernera.

Los de Santoni no encontraban la brújula en el primer tiempo y los anfitriones se venían y se venían.

Muy cerca estuvo Colón de abrir el marcador. A los 16 minutos Pereyra, nuevamente en posición de ataque, recibió una pelota en el área chica y viendo que Berardo había dejado desguarnecido su palo derecho allí la envió. No contaba con la buena ubicación de Pascual Gudiño, quien la reventó sobre la línea. Así también defendieron férreamente Samuel Garis y Pedernera en repetidas ocasiones.

El tiempo fue pasando y las tablas no se movían. Los últimos campeones parecían despertar de a poco, por medio de Nicolás Gayoso, Albiero y algún movimiento tímido de Gozzerino, pero no alcanzaban a incomodar la última línea del equipo de Leonardo Comba.

 

El tiempo del campeón

Ya en la segunda etapa Marcelo Santoni reorganizó sus líneas y envió un poco más adelante a Franco Gozzerino. Este mismo pudo asociarse mejor con los delanteros y las alternativas empezaban a generarse. Colón ya no tenía la pelota y eso lo entrometía en una desesperación que parecía ser la crónica de un final anunciado. Al minuto de juego del segundo acto Gozzerino había pateado de media distancia.  Obviamente, al exponerse mayormente en ataque, los visitantes quedaban proclives a las contras. Giraudo tuvo varios mano a mano, pero la actuación inspirada de Berardo se seguía agigantando.

Y como dice el refrán: a río revuelto, ganancia de pescadores. Es que con la delantera verde apretando un poco más arriba, Tadeo Albiero y Nicolás Gayoso comenzaban a triangular con José Villagra (también de buena faena) y los rivales lo sufrían.

El minuto 27 fue en el cual finalmente los piolines se movieron: muy cerca del círculo que divide el césped en dos, Franco Gozzerino tomó la pelota para patear un tiro libre que se metió a rastrón dentro del área rojinegra y, en medio de todo ese vértigo, Albiero la empalmo con cara externa -de espaldas al arco- y gritó el primer gol de la tarde. Rivadavia comenzaba a festejar y la cancha era un hervidero. Los dueños de casa se veían (ahora más que nunca) obligados a ir en búsqueda de la paridad. Pero en medio de todas las cabezas aparecían siempre las manos seguras del “uno” visitante.

Desde los dos bancos de suplentes saltaron variantes con la idea de poder darle un poco más de aire a un mediocampo que veía pasar una y otra vez la pelota sin detenerla. En tanto, a pocos minutos del final, Maximiliano Páez saltó a la cancha para remplazar a Nicolás Gayoso, el técnico cambiaba puesto por puesto sin pesar siquiera en poner uno más en la defensa para cuidar la mínima ventaja. Y vaya si le sirvió. En medio de todos los ataques que recibía la línea de fondo del último campeón, una pelota despejada (mientras se jugaba el último minuto de adición), el propio Ojito Páez la recibió habilitado y en soledad para correr casi 20 metros con el esférico en su poder y luego definir al palo izquierdo de un Pedernera que poco pudo hacer para evitar el dos a cero final.

Sólo quedó tiempo para festejar. Y allí estaban hinchas y jugadores, todos abrazando, cantando la misma canción y festejando la remontada que había nacido la semana pasada a unas pocas cuadras (cuando le ganaron a Atlético Ticino).

Ahora, Colón está obligado a ganar y esperar resultados ajenos. En tanto, la gente de Rivadavia se iba con la alegría de haber terminado con su garganta caliente en medio del gran frío (por la baja temperatura) que invadía a todo el interior cordobés.

La figura – Marcelo Berardo

Partícipe necesario para un partido que se ganó de atrás para adelante. Supo contener los embates del primer tiempo y estuvo atento para cortar cada centro que volase sobre su área. No hay mejor ayuda para el ataque que un arquero lúcido y bien ubicado. En Colón se destacó el desempeño de Nicolás García en la primera etapa.

El árbitro – David Peninger

Bien. Supo dominar un cotejo que comenzó trabado y caliente. Tal vez dejó pasar algunas faltas reiteradas que merecían la expulsión, pero su tarea tuvo la linealidad necesaria para un partido tan intenso.