“Hasta llegaron a sacarnos los arcos durante meses”. Son cientos de chicos que forman parte de una escuelita de fútbol, que se encuentran con baños cerrados, luces apagadas e infraestructura en malas condiciones cada vez que quieren utilizar el lugar
Son unos 120 chicos de entre 4 y 18 años que conforman la escuela de fútbol juvenil Las Panteras de barrio Felipe Botta, que están indignados por no poder utilizar como corresponde el playón deportivo que está en Intendente Reyna y Teniente Ibáñez.
“Hace seis meses que tenemos el playón prácticamente cerrado”, aseguró Juan Pablo Cuello, quien hace un año y medio vio a un grupo de chicos en el playón, organizó un “picado” y nunca imaginó que eso derivaría en una numerosa escuela de fútbol “totalmente independiente de la Municipalidad” en el barrio donde vive.
“El MuniCerca presta el playón a una iglesia evangélica, llenan de sillas la cancha en el horario en que los chicos pueden hacer deporte; eso fue lo que empezó los roces con el municipio y con Andrés Cerón, que tiene a cargo el MuniCerca”, contó el joven y reclamó: “Es el único espacio que tienen los chicos para jugar”.
“Incluso una vez nos quejamos y el encargado del playón nos sacó los arcos y apagó todas las luces” y denunció que “pasaron meses sin los arcos”.
Lunes, miércoles y viernes, de 19 a 21, llegan con una importante cantidad de niños y adolescentes a jugar a la pelota, pero se encuentran con un panorama que no es el mejor ni el más favorable. “No tenemos luces más que en la cancha, pero en el parque no, de hecho, un poste de luz se cayó dentro del playón los otros días y gracias a Dios no había ningún chico en ese momento”, describió.
A esto se le suma que “los baños están cerrados”, por lo que “las chicas van al baño de mi casa, que vivo a una cuadra y media” porque no pueden “hacer pis atrás de un árbol como los varones”.
“Nosotros nos cansamos, nadie lleva el apunte desde la Municipalidad. El Ente Deporte y Turismo es el único que nos apoya y nos da alguna ayuda, pero nos dicen que ellos no pueden hacer nada en cuanto a limpieza del lugar e infraestructura, eso le corresponde al municipio”, confió con visible indignación.
Tampoco tienen agua en el lugar. Son una escuela de barrio que “creció con venta de pollos, con algunas donaciones de pelotas, lo hacemos a pulmón”. “Los 120 chicos están escolarizados, a muchos los sacamos de las adicciones y algunos hasta son profes ahora”, aseveró Cuello, quien no entiende la negativa a que se aproveche ese espacio: “Desde que empezamos a usarlo, el playón dejó de ser rayado, los más grandes ya no consumen en el playón, le sacamos esa costumbre, logramos hacer del playón un lugar para los chicos”.
Finalmente, contó que “nosotros no solamente lo acompañamos deportivamente, estamos con ellos todo el día, con sus familias que tienen muchas necesidades, los apoyamos socialmente”.