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Ceferino, allá vamos

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Ceferino, allá vamos

Por El Peregrino Impertinente

Más de 50 mil peregrinos arribarán el próximo 26 de agosto a Chimpay, en el norte de Río Negro. Y no precisamente para buscar peras y manzanas, dueto de frutas emblema de la provincia patagónica y que las profesoras de Matemática han utilizado hasta el hartazgo desde los albores de la humanidad, creyendo que con ese artilugio didáctico iban a hacer que nos enamoráramos de una materia creada por el mismísimo Satanás el día que descubrió a su mujer en la cama con los arcángeles “Olembe” y “Mutombo”, ambos negros, fornidos y de 2,05 de altura.

Pues no. Los andariegos llegarán a Chimpay para conmemorar los 10 años de la beatificación de Ceferino Namuncurá. Exsalesiano argentino que tuvo una destacada actividad religiosa a principios del siglo XX, y que adquirió especial interés entre las altas esferas católicas, en parte, a causa de su origen mapuche. “Ceferino es la prueba irrefutable de que Dios vive no solo en el corazón de todos los seres humanos, sino también en el de los indios”, comentó entonces un clérigo de elevado rango y polémicos ideales, justo antes de ser misteriosamente trasladado a la Diócesis de Kamchatka.

Lo cierto es que el párroco rionegrino, hijo de un líder mapuche que peleó contra el mismísimo General Roca (“Un iluminado por nuestro señor”, dijo sobre Julio Argentino quien a la postre sería arzobispo de Kamchatka), alcanzó fama mundial recién en el año 2007, cuando fue oficialmente declarado beato por el Vaticano.

Causa de ello fueron sus múltiples milagros realizados. Portentos que los peregrinos irán a agradecerle personalmente a su pueblo de origen, donde las peras son peras, las manzanas son manzanas, y las estampitas son mejor negocio que el dólar futuro.