El villamariense Onil Antonio Centeno tenía 85 años. Fue el primer campeón argentino en las domadas, con varias participaciones en Jesús María y en el exterior. El caballo y la tradición fueron su vida
El histórico jinete Onil Antonio Centeno, cuya imagen quedó inmortalizada con el Monumento El Gaucho, dejó de existir ayer, a los 85 años, y pasó a formar parte de los personajes que quedan en el recuerdo de la ciudad y la región.
Las pilchas gauchas deben ser negras, cumpliendo el luto, ya que Centeno fue un verdadero exponente de lo nuestro, de lo tradicional, siempre marcando historia arriba del caballo.
El villamariense fue el primer argentino campeón de las domadas y cabalgó en travesías inolvidables, que fueron noticia en diferentes años.
Supo brillar a crina limpia sobre chúcaros baguales en las décadas del ´40, ´50 y ´70 y se codeó con lo más granado del folclore nacional. Además, viajó por distintos países de América Latina y galopó el país de punta a punta, exhibiendo su destreza criolla.
Chile, Colombia, Bolivia y Perú fueron algunos de los países donde Centeno se destacó como domador, jerarquizando el nivel argentino que fue destacado en todo el mundo y que abrió puertas a jinetes, artistas o deportistas a caballo que trascendieron en diferentes ámbitos.
“Yo siempre decía, bueno, si a mí me toca aquel caballo, gano. Y así era. Ya uno lo empieza a semblantear, mirándole la forma de andar, ya sabía cómo era. Y era muy difícil que le errara”, supo contar Centeno, en una extensa entrevista con EL DIARIO, mate de por medio con el periodista Sergio Stocchero.
“El caballo es muy noble, hablándole, no pegándole, el animal se hace amigo. Si uno le pega, distinto que el perro, el caballo agarra miedo y no se deja agarrar, pero hablándole obedece todo”, agregó.
En ese sentido, recordó: “En aquellos tiempos se jineteaba en los caballos chúcaros, que nunca habían sido agarrados ni palenqueados. Y no había tiempo. Uno montaba un caballo en un concurso y no había 12 segundos, como es ahora. Antes no había tiempo y tenías que aguantártela y a medida que se alejaban del palenque los caballos más malos te querían sacar de encima. A veces, allá por los cien metros te bajaban porque te iban quitando la fuerza. Pero a mí nunca el caballo me sacó las riendas porque tenía muy mucha fuerza en las piernas y en las manos”.
“Uno era medio rústico, de trabajar en el campo, donde siempre se está haciendo fuerza con las manos. Y hay que estar seguido arriba de los caballos. Nosotros estábamos permanentemente y si había que subir 5, 6 u 8 a mí me daba lo mismo”, añadió quien también tuvo múltiples participaciones en Jesús María.
Más allá de su vínculo con el animal, en cada historia y en cada encuentro, Centeno citaba a José Hernández, rememorando al Viejo Vizcacha. Y esa forma de vivir le dio cada día más mérito a los homenajes que le brindaron en la ciudad y la región.
Es por ello que su figura no pasó desapercibida.
Ricardo Kestli, propietario de la radio del folclore, de Villa Nueva, recordó ayer que “el brete cargador en las domadas en el Parque Hipólito Yrigoyen llevaba el nombre de Onil Centeno, según lo resolvió el Centro Tradicionalista de Villa Nueva”.
Claro que el mayor homenaje fue el Monumento El Gaucho, esculpido por el desaparecido artista plástico Néstor Lorenzo Alvarez, donde nace el bulevar Sarmiento y la costanera, a pocos metros del río.
Alvarez, destacado ceramista y titiritero, además de recordado docente en la Escuela Provincial de Bellas Artes Emiliano Gómez Clara, eligió a Centeno como “fiel reflejo del hombre tradicionalista”.
El gaucho verdadero supo revelar: “Con Néstor (Alvarez) éramos vecinos en Las Playas. Yo le enseñé que la bota ‘e potro no tiene puntera, que los dedos van al aire porque antes no había estribos; solamente colgaban dos tientos que terminaban en unos botones de cuero y de ahí se agarraba con los dedos el hombre, por eso dice José Hernández, cuando habla del Viejo Vizcacha, que tiene las patas como loro”.
Los restos de Centeno fueron velados en la sala “A” de la Empresa Paviotti, en avenida Presidente Perón 1123 y recibieron sepultura ayer, a las 18, en el cementerio parque La Naturaleza