Es villanovense, hincha de Alem y uno de los técnicos nuevos del momento, con destacados trabajos en Playosa y, actualmente, Deportivo Argentino. Habló de su presente, su impronta y recalcó que, como entrenador, “lo peor que te puede pasar es irte a dormir sabiendo que no hiciste algo que pensaste”
Mauricio Morales, 42 años, ADN villanovense y promisorio entrenador. La acotada como certera descripción refleja la destacada actualidad del “Chopo”, que en apenas poco más de un año mostró su capacidad como técnico, un rol que, expresa, siempre “sintió” en su interior y que hoy “disfruta” con mucho placer.
Exjugador de Asociación Bancaria en su etapa de niñez, logró sostener una reconocida etapa de jugador, ganando títulos y viviendo experiencias imborrables, tanto en su época de juvenil, en Independiente de Avellaneda (dónde vio en vivo y directo a grandísimos jugadores de la talla de Ricardo Bochini) o, ya en su esplendor, jugando en su querido Alem, dirigido por Marcelo Alamo, a quien idolatró como uno de sus principales referentes.
Obsesivo, argumentó sus virtudes y reconoció las carencias que, hoy por hoy, se observa a sí mismo en su nueva función dentro del fútbol local. Y lo habla sin complejos, sin filtros, con pasión y corazón futbolero.
Dentro del quincho del hermoso estadio que posee el Club All Boys “Chopo” no dejó tema sin tratar. Habló de sus inicios, su carrera, sus enseñanzas y evaluó los diferentes temas generales que envuelve al fútbol actual, en todo nivel.
En lo personal, reconoció que fue “durísimo” dejar atrás su etapa de futbolista y explicó: “Para mí el futbolista tiene dos muertes. La natural y cuando te retirás. Cuando dejé de jugar me afectó muchísimo, me sentía rarísimo”, y comentó que en la actualidad los cambios han sido muy bruscos porque se “aceleraron los tiempos y se queman todas las etapas”.
Entonces, en estos tiempos en donde se han ido modificando los estándares del fútbol, desde el baby fútbol hasta ese lugar sagrado del futbolista, que es el vestuario, dijo que directamente arrancó dirigiendo en Primera división, porque dirigir a los “chicos no es para todos, ese lugar lo deben ocupar los formadores y hay muy pocos con esa virtud”.
Y, sí hablamos del fútbol infantil, “Chopo” recordó sus comienzos: “Mi hermano más grande jugaba en El Porvenir, un día me llevó con él y, pese a que tenía dos años menos, allí empezó todo. Después, en categorías oficiales, me llevan a Bancaria, donde hice todo el baby y en una época cuando Bancaria y All Boys eran el Boca-River, el gran clásico, y marcábamos mucha diferencia; ahora es todo más competitivo”.
“En esos tiempos tuve suerte de lograr títulos, nocturnos… Pero lo más lindo que es una etapa donde todo es muy sano y que es para formarse, principalmente. Después, cuando estás más grande y empezás a competir, todo se extraña con mucha nostalgia”, añadió.
Y ante la consulta de cómo ve el baby fútbol, comentó: “Estoy alejado del baby fútbol pero hace poco entré una vez a la cancha y observé una locura tremenda de los padres. Se resignó un poco la esencia, de ir a ver a jugar a tu hijo y nada más, sabiendo que recién se está formando”.
“Entiendo -agregó- que hay que adaptarse a los tiempos, pero las cosas están muy aceleradas. Están salteando las etapas. Por eso siempre les digo a los conocidos que no apuesten a chicos hasta los 12, 13 ó 14 años, hasta que haga el cambio hormonal, cuando realmente podés ver qué puede llegar a ser”.
Al “Rojo” de Avellaneda
“Al tener a Marcelo (Alamo) de técnico fuimos con él a las inferiores de River, donde estuve uno o dos años y desde allí fui a Independiente ya que Marcelo conoció a ‘Pepe’ Santoro, aunque antes nos habíamos probado en Ferro”, continuó Morales, ya recordando su etapa en divisiones inferiores.
“A Buenos Aires llegué con 15 años y estuve casi tres años. Al principio me costó en todo sentido porque para un provinciano es muy difícil, no tenés la personalidad de los que están acostumbrados a vivir en las grandes ciudades. Después, en lo futbolístico, no había casi diferencias, pero sí en lo físico se notaba mucho. Recuerdo que en las primeras prácticas desbordé dos o tres veces, muy bien, pero en el primer choque con un rival me tiraron como 10 metros…”, sostuvo.
“Teníamos un gran equipo porque de esa categoría llegaron a primera Pablo Rotchen, Gustavo López, ‘Chiquito’ Bossio, y realmente se disfrutaba mucho enfrentar a Boca, River, Racing… Esas vivencias fueron impresionantes, ir a todas las canchas y, además, al estar en la pensión tenías un contacto permanente con las figuras del primer equipo y hoy por hoy me acuerdo de ver a Bochini en su último año, a Clausen, Marangoni… ¡Cómo disfrutaba ver esas prácticas! Hasta vi al ‘Bichi’ Borghi, un jugador impresionante”, rememoró.
“Hasta el día de hoy siempre digo que nuestra generación vivió una época gloriosa del fútbol argentino. Cada equipo tenía cuatro o cinco figuras. Fue una época fantástica. Además, con la suerte de haber estado con Marcelo Santoni o Diego Valle, porque había una tanda importante de jugadores de Villa María que habíamos ido a Independiente”, completó.
“Hoy, con 17 años, te meten a Primera. Pero recuerdo que Garnero, con 22 años, todavía vivía en la pensión. Y qué iba a jugar si adelante estaban Bochini, Burruchaga…”, señaló.
–¿Sos hincha de Alem?
-Sí, soy de Alem.
–¿Y qué significa enfrentar a Alem?
-Es especial. En cuestión de sensaciones, me costaba mucho más enfrentarlo como jugador por más que a eso se lo guardaba dentro de uno. Hoy siento que le tengo que ganar a un equipo y pueblo que quiero, pero por defender la causa mía, que es ser técnico y que es lo que decidí ser.
“Realmente me costaba enfrentarlo como jugador, se me adormecían las piernas. Son cosas que no a todos les sucede. Entonces, para responder la pregunta, como técnico me resulta más fácil enfrentarlo de cuando jugaba, porque ahora me aparto de ese sentimiento, me enfoco en que tengo que ganar, que me comprometí con un grupo y con un club que apostó por mí y quiere progresar futbolísticamente”.
“Como jugador tuve dos oportunidades de ir a Alumni; en una de esas, estaba Marcelo (Santoni) y era firme la chance, sumado a que estaba en la Liga Cordobesa y me iba a permitir progresar, pero acepté ir a Colón cuando me llamó el ‘Turco’ Bittar… Tal vez fue porque uno se siente muy villanovense y es como que no te lo perdonarías… Está adentro del ADN de uno y, seguramente, a algún jugador de Alumni le pasa lo mismo”.
«Chopo» Morales, el técnico
“Desde que me largué en esto siempre dije que hay que tener personalidad. Tuve la suerte de tener buenos referentes y sé que si no te imponés en el grupo, los jugadores te ganan el vestuario y eso es el principio del fin. Y, además, lo peor que te puede pasar es irte a dormir sabiendo que no hiciste algo que pensaste. En la almohada no te perdonás no haber hecho algo que sentiste y pensaste; pero si lo hiciste, por más que no salga, es muy bueno, porque sabés que en la próxima te va a salir”.
“Entonces, basándome en eso, como técnico me siento con personalidad y tengo manejo del grupo. Como ejemplo, a Playosa llegué prácticamente sin conocer a nadie, pero hasta el día de hoy me sigo comunicando con los chicos que dirigí; en lo deportivo quedé afuera por penales e invicto y entonces me digo ‘está bien, no ganaste, pero algo dejaste’”.
“De igual manera, más allá de la ascendencia llegada sobre el grupo y las convicciones, siento que me faltan ciertas cosas que tienen que ver con la lectura de los partidos, que seguramente me vendrán con los años y a veces me obsesiono en lograrlo ahora, pero después me digo que sólo tengo un año de trabajo”.
“Por ejemplo, en este torneo, vengo bien, gané los dos partidos y me tocó enfrentar a Alem. En un momento del partido leo que lo tengo para ganar y jugué a ganarlo, pero no analicé que erré cuatro o cinco goles claros y hasta uno abajo del arco, y después lo perdí al partido; por lo que no tuve el ‘tino’ para entender que, cuando no podés ganarlo, no lo tenés que perder”.
“En definitiva, me veo cosas buenas y también tengo autocrítica en esas cosas que, repito, considero que aún me faltan”.
En otro punto, se caracteriza como “obsesivo” porque, remarca, no es lo mismo “ejecutar vos, como en la época de jugador”, sino que los que “ejecutan son otros”, y entonces “en todo momento estás pensando en todo lo que pasó en el partido, en la ejecución de la idea, en un montón de cosas”.
“Marcelo (Alamo) era práctico”
Entre sus influencias, como todo entrenador, “Chopo” habló de la capacidad de Marcelo Alamo y que hoy repercuten en su actual función:
“Marcelo Alamo, de a poco, me hizo un técnico adentro de la cancha, es algo que ya sentía en ese tiempo. Cuando era más grande, siempre recuerdo de una final con Rivadavia, y hoy digo qué ‘vivo, con tan poco, que era’. Porque hay técnicos que laburan un montón, pero Marcelo era práctico. Recuerdo que en esa final, pese a tener la rodilla rota, me dijo que sólo necesitaba que ingresara a la cancha con la cinta de capitán, y especulaba con eso, ya que la gente de Rivadavia se creía que no iba a jugar y terminé jugando. Hoy trato de ‘jugar’ como lo hacía él, pero tenía un ángel especial, es irrepetible”.
“Lo que si agarré un poco de él es en la llegada al jugador. Me doy cuenta que sé armar grupos. Cuando jugaba, él siempre me decía que tenía cierta ascendencia sobre el grupo y una vez me dijo que era capitán porque cuando hablaba el resto se llamaba al silencio y escuchaba; con esas cosas me veo reflejado, pero en el resto tengo que trabajar el doble”.
“El vestuario cambio muchísimo”
En el marco de la extensa charla, Morales también habló sobre las modificaciones que produjeron los cambios generacionales y habló del vestuario, ese lugar que pertenece al jugador, y manifestó: “El vestuario cambió muchísimo. Cuando llegué a Alem recuerdo que entré al vestuario, ni hablé y me vendé en un rinconcito porque estaba el ‘Mono’ Mazzini, ‘Tonino’, ‘Fito’ Santi, Kaputensky, porque ellos eran los ‘viejos’ y pese a que uno recién volvía de Independiente y realmente volaba adentro de la cancha”.
“Y cuando salí a la cancha me pegaron un cachetazo atrás de la nuca, no sé si del ‘Lucho’ Díaz o Pedernera, y me dicen ‘dale pibe, que acá estás en Alem, y hay que poner huevo’…”.
“En cambio ahora y como lo describió perfecto el otro día ‘Poroto’ Cubero, los pibes están pensando en qué tatuaje se van a hacer, que corte de pelo y en mi generación no sucedía eso, era educada. Si hablaba un grande, por más que estaba equivocado, te quedabas callado. Y eso tiene que ver con no quemar las etapas”.
“Hoy no está ese grupo de ser glorioso dos o tres años, de ganar cosas, de consolidarte en tu club y después irse. Actualmente se priorizó lo personal y se dejó de pensar en lo grupal, cuando en el fútbol es estar todos juntos porque es un deporte grupal, si no seríamos tenistas o ciclistas”.
“Uno que ha nacido y vivido con esto fue haciendo sus pasitos. Arranqué en el baby fútbol, pasé a cancha grande, pude estar y observar lo que es el fútbol profesional y terminé la carrera con algunas cositas ganadas. Entonces, seguramente que el técnico iba a despertar, se dio y ahora que estoy desde este lado, lo estoy disfrutando”, concluyó.