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Cinco consejos para elegir la actividad física

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Cinco consejos para elegir la actividad física
La principal idea es volver a lo simple, a lo que resulta más fácil de continuar

Escribe Prof. Pablo Etchegaray

La principal idea es volver a lo simple, a lo que resulta más fácil de continuar
La principal idea es volver a lo simple, a lo que resulta más fácil de continuar

RESPONSABLE DEL AREA DE EJERCICIOTERAPIA DE CLINICA DIQUECITO

“Estoy comiendo menos, pero lo mismo no puedo bajar de peso¨, ¨Me lo paso todo el día a fruta y ensalada, pero no veo grandes resultados¨. Estas frases son algunas de las tantas que escuchamos a diario en nuestra clínica, habitualmente pronunciadas con un tono de frustración por parte del paciente, por no ver resultados concretos ante su esfuerzo extraordinario de comer menos y/o mejor. Es que, en la ecuación del descenso de peso, solemos subestimar un elemento vital para la consecución de resultados: la actividad física.

En otras palabras, pensar en un descenso de peso sustentado sólo sobre el pilar de un cambio en la alimentación, no es algo equivocado, pero sí insuficiente, ya que es tan importante lo que ingerimos como lo es la actividad física que realicemos para eliminar lo que tenemos de más.

A esta altura, entonces, está claro que practicar actividad física no es sólo una decisión, sino una necesidad, como lo son el comer y el dormir. Y no sólo es importante para mantener un adecuado peso corporal, sino que sus bondades son mucho más amplias de lo que pensamos, afectando positivamente a numerosos procesos vitales (sistema circulatorio, por ejemplo) como así también ayudándonos desde el punto de vista óseo y nivelando el funcionamiento de todo nuestro organismo.

El 6 de abril se celebró el ¨Día Mundial de la Actividad Física¨. En ese marco, y pese a que el tema es por demás amplio, nos gustaría mencionar algunas cuestiones que tal vez se desconocen y que es importante que la persona tome en cuenta a la hora de determinar cuál es la actividad física más indicada para ella.

 

¿Cuál es la actividad física “ideal”?

1-Elegí la actividad física que más te guste. Muchas personas suelen tomar la esperada decisión de comenzar a realizar actividad física, y eligen aquella que ellos piensan que más resultados les dará o aquella que está de moda. En esos momentos es que escuchamos frases tales como ¨odio ir al gimnasio, pero lo necesito¨. Esto es equivocado e insostenible en el tiempo. No existe una actividad física ideal, sino la actividad ideal para cada persona, o sea, aquella que la motivará a practicarla y a no abandonarla, independientemente del conteo de calorías que se pierdan por sesión. Es importante hacerse este tipo de preguntas: ¿es mejor hacer spinning -por mencionar alguna práctica- de alta intensidad dos veces por semana y abandonar al mes, o salir a caminar tres veces por semana por tu barrio, como un hábito de vida para siempre?

2-Volvé a lo simple. En relación al punto anterior, lo complejo no siempre es lo mejor. En los últimos años se han inventado numerosas disciplinas, prácticas, marcas y cuestiones en torno a la actividad física que son principalmente cuestiones resultantes del marketing. No decimos que esto esté mal, ni mucho menos, pero volvamos a la esencia de las cosas y hagamos aquello que nos gusta, independientemente de las modas. ¿Te gusta caminar? ¿Te gusta la bicicleta? ¿O simplemente te ejercitás en casa con lo que tenés a mano? Volvamos al punto central: no sirve mucha intensidad con un pronto abandono, sino implementar la actividad física como un hábito de vida de todos los días.

3-No pienses sólo en “ejercicios anaeróbicos”. En términos sencillos, un ejercicio anaeróbico es aquel de alta intensidad en el que no utilizamos el oxígeno de nuestra respiración sino que desarrollamos el metabolismo en nuestros músculos y reservas de energía (ejemplo, abdominales, levantamiento de pesas y demás). Entendemos que por la ¨potencia¨ que aplicamos a los mismos, tendremos resultados superiores. Pero existen también los ¨ejercicios funcionales¨, que podemos practicar en nuestros hogares sin mayor complejidad, pero muy posiblemente con mayor periodicidad, y aquí es donde está la clave. Estos nos permiten movilizar todos los grupos de músculos, en forma armónica, permitiéndonos mejorar marcadamente nuestra calidad de vida.

4-Buscá aquello que te permita también recrear tu mente. “Nuestro organismo es un asombroso aparato que está interconectado en forma compleja. De nada sirve que nos esforcemos con una buena dieta y con actividad física si no ejercitamos también nuestra mente, y liberamos todo ese estrés que nos está destruyendo por dentro y que es el que muchas veces nos lleva a comer de más, o a vivir cansados. Y qué mejor que hacerlo a través de la actividad física. La falta de tiempo hace que muchas veces nos encerremos en nuestra propia casa, con bicicleta fija o cinta frente a un televisor; o que vayamos en forma ¨exprés¨ a un gimnasio, y volvamos luego a la tediosa rutina. Pero, en la medida de lo posible, nosotros incentivamos siempre a nuestros pacientes a que aprovechen el ejercicio físico para recrear también su mente. En lugar de la bicicleta fija, recomendamos buscar una móvil; en lugar de la cinta, salir a caminar o correr por el barrio. En otras palabras, buscar espacios en los que podamos relajarnos y tomarnos un tiempo para nosotros.

5-Organizá y agendá tu actividad física. Si queremos vivir una vida en plenitud, y llegar a una vejez en salud, es importante que hagamos un parate en nuestra rutina y que escribamos un plan de acción en cuanto a actividad física. Esta tiene que tener en nuestro día un espacio tan importante como el dormir, comer y trabajar. Mientras sigamos sin organizarnos, la actividad física seguirá siendo aquello que hacemos sólo si nos sobra el tiempo, y esto no debe ser así.

Recordemos que una práctica habitual de actividad física, según su tipo, nos puede dar los siguientes beneficios:

-Mayor energía y menor cansancio al final del día

-Mejoras en tu sistema óseo

-Mayor movilidad y elasticidad

-Nivelación de tu colesterol, tus triglicéridos, tu frecuencia cardíaca, y menos riesgo a la presión alta

-Prevención de problemas de várices

-Mayor capacidad respiratoria

-Menos problemas de constipación

-Mejoras en tu sistema nervioso

-Mejor peso corporal