Clara de luna

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Clara de luna

Con sólo quince años, Clara Muñoz Longo es una de las pianistas con mayor proyección de Villa María. Formada con maestros tan reconocidos como Pablo Rocchietti, Liliana Camana, Andrea Arsese y su actual profesor, el concertista internacional Alexander Panizza, la joven acaba de rendir libre el secundario para consagrarse a su instrumento. El miércoles próximo interpretará a Beethoven y Ravel en el Conservatorio.p17-Clara Muñoz Longo, foto principalp17

No cualquier chico tiene a los quince años la determinación de rendir libre la mitad del secundario. Mucho menos pasarse dos veranos enteros con Matemática, Física y Química sin descuidar un solo minuto su pasión, el piano. Pero Clara Muñoz Longo no sólo hizo ese sacrificio sino que aún hace otro; el de estudiar su instrumento siete horas por día y viajar cada dos semanas a Buenos Aires a tomar clases con su maestro, el reconocido concertista internacional Alexander Panizza.

Sin embargo, todos esos “sacrificios de Clari” tienen un fabuloso correlato en su entorno familiar más íntimo. Y es que su mamá Alejandra, violinista en la orquesta de tango de la UNVM, no sólo la acompaña en el estudio y en los viajes sino también su “papá postizo”, el violinista Fabricio Valvasori (pareja de Alejandra y profesor de violín del Conservatorio). Pero mejor será entrar al departamento de la calle Santiago del Estero donde habita la joven con su familia y ser parte, por un momento, de un mundo fascinante donde la música es reina y Clara es princesa.

Fabricio Valvasori y Clara Muñoz Longo
Fabricio Valvasori y Clara Muñoz Longo

El arte de la sonata

En el living, Fabricio y Alejandra reciben a este cronista con un té de hierbas. Y mientras charlamos del concierto del miércoles, escucho el sonido de un piano apagado por el material aislante de la habitación. Me parece que es algo de Chopin, pero Fabricio me corrige. Es Liszt. Y mi imaginación me dice que, si estuviésemos en tiempos de Chopin o de Liszt, cerca del “backstage” de un teatro parisino donde alguno de estos músicos pronto saldrá a la palestra, quizás la música que salga de una habitación hermética sea exactamente como la que ahora escucho. Y así, mientras esperamos a Clara, le pregunto a Valvasori por la génesis del concierto, ese que el miércoles lo tendrá en el escenario con la hija de su pareja.

“El hecho de hacer algo juntos se fue dando de forma natural. En los últimos tiempos, Clari subió muchísimo el nivel y entonces planteamos empezar alguna sonata de Beethoven para piano y violín. Yo le propuse las que ya conocía, pero al final nos quedamos con una que nunca toqué, la número 7, que se caracteriza por ser muy enérgica y llena de emociones. Siempre digo que es su sonata más bipolar. Fue un gran desafío porque dentro de las 10 sonatas de Beethoven es la segunda más difícil después de la Kreutzer. También elegimos hacer una obra de Saint-Saëns”.

Familia de músicos
Familia de músicos

-Clara estudia con uno de los pianistas más reconocidos del país. ¿Cómo consiguieron que la tomase como alumna?

Alejandra: -¡Porque yo le insistí dos años a Alexander vía Facebook! (risas) Quería que le diera a Clara la oportunidad de una audición y por fin la tuvimos. Yo le mandaba videos de Clara y él me dijo que sí desde el principio. Lo difícil fue conseguir la fecha porque Alexander siempre está de gira por todo el mundo.

-¿Y cómo fue esa audición?

Fabricio: -Cuando Clara tocó en Buenos Aires hace un año y medio ya, Alexander dijo que estaba muy bien, que ella tenía el sonido y la postura de una pianista profesional y que si ella quería, la aceptaba como alumna. Es curioso porque Alexander, que está entre los mejores pianistas del país, siempre estuvo muy entusiasmado con Clara. Y la ha apoyado muchísimo. Le ha pedido y nos ha pedido que no deje de tocar en público. Y por eso hemos generado un montón de conciertos. De hecho, el miércoles en el “conser” arrancamos una mini gira que continuará en Rosario, Río Cuarto y Entre Ríos. A la fecha de Rosario la consiguió el propio Alexander.

Alejandra: -No es común que alguien de la importancia de Panizza se arriesgue a recomendar un alumno y menos a conseguirle una fecha. Pero él lo hizo y para nosotros es un honor.

-Clara estudia gracias a una beca del Mozarteum de Buenos Aires ¿cómo fue?

Fabricio: -Este año nos dio una gran alegría saber que Clara fue la única menor de 18 años en recibir esa beca. Normalmente se la dan a mayores que ya saben que se van a dedicar exclusivamente a la música. Y ellos, encima, no sabían que Clara estaba en tratativas de terminar el secundario para consagrarse al piano.

-¿Les costó mucho hacer los trámites del secundario?

Fabricio:-Tuvimos que hacer una nota al ministro de Educación, Walter Grahovac, y él nos dio la resolución y nos derivó a un lugar donde Clara pudo rendir cuarto, quinto y sexto años, todos en un mes, luego de estudiar un año sin parar. Fue un gran alivio.

Alejandra: -El año pasado esta casa era un caos, con la tarea del secundario, los estudios de piano y los viajes a Buenos Aires. No se podía seguir así ¡Por suerte ya pasó!

En esos momentos y como si se agotara la cuerda de una cajita musical, se apaga el piano de la habitación contigua; se abre la puerta y, como una pequeña musa soñada por Mozart en alguna noche vienesa, aparece Clara. “¡Hola, a todo el mundo!”

 

Breve charla con

una musa

-Hace un año y medio que estudiás con Panizza ¿en qué te cambiaron sus clases?

-Si bien todos mis profesores anteriores me enseñaron mucho, antes no veía tanto repertorio. Y si le llevo temas que me gustan, Alexander siempre me dice que sí. Para él, yo puedo tocar lo que me proponga. Así que se pone conmigo a trabajarlo en detalle.

-¿Cambió tu toque?

-Mucho, porque antes yo tocaba más parecido al profesor de turno. Pero Alexander me estimula a que haga mi propia versión e interpretación de una obra. Yo puedo proponer los fraseos, los matices y los pedales. Y obvio que él me va dirigiendo. Pero no me arma la versión sino que me anima para que lo haga yo.

-¿Cuánto hace que querés ser pianista?

-Creo que siempre lo supe. Sólo que ahora acomodé todo para dedicarme exclusivamente.

-¿Y cuántas horas por día ensayas?

-Siete, tres a la mañana y cuatro a la tarde incluidos sábados, domingos y feriados (risas)

-¿Ese ritmo se debe a que tenés un concierto encima?

-No, es mi ritmo habitual. Pero nunca siento el peso de estudiar. Para mí el piano no es un sacrificio porque son las horas más felices.

-¿Te gusta tocar por hobby?

-No. Prefiero estudiar obras y buscarle el sonido. Pero ahora estoy estudiando historia de la música y armonía con la profesora Adriana Watson, de la universidad. La comprensión armónica es muy necesaria para la interpretación. A eso lo estoy aprendiendo ahora.

-¿Escuchás otra música al margen de la clásica?

-¡No! Si hay alguna canción que me gusta la dejo. Pero nunca pongo en la computadora otra cosa que música clásica.

-¿Tus ídolos en el piano?

-El ruso Evgeny Kissin y mi profesor Alexander. A Kissin lo miro todo el tiempo.

(Fabricio abre un paréntesis en la charla y me cuenta que “Clara tiene devoción por Kissin y se pasa horas escuchándolo por Internet. Antes, ella no miraba músicos, prefería tocar ella. Pero cuando lo vio a Kissin se quedó congelada. Le pareció que valía la pena ponerse a estudiar cada movimiento suyo, el repertorio, el uso de los pedales… Hace unos años Kissin vino a la Argentina y Clara no nos perdona que no la hayamos llevado ¡Pero por ese entonces no sabíamos que le iba a gustar tanto!” –risas– Fabricio cierra el paréntesis)

-Contáme sobre la complejidad de lo que vas a tocar el miércoles…

-Técnicamente la obra de Liszt es la más difícil. Pero en cuanto al sonido, tengo que trabajarlas a todas por igual, buscando los fraseos uno por uno. Por más que sea dificultosa una obra, cuando la tocás no tiene que notarse que es difícil.

-¿A la obra de Brahms la elegiste por estar dedicada a “Clara” Schumann?

-¡No!La elegí porque me gustaba ¡No había pensado que fue escrita para que la tocara una chica que se llamaba como yo!

-Además de música estás aprendiendo inglés ¿Vas a aprender ruso para hablar con Kissin algún día?

-No, porque él sabe un montón de idiomas y seguro que habla castellano. Y si no, espero hablar su mismo idioma con el piano y así comunicarnos…

Ese pareciera ser el único “curso de idiomas” que le interesa a Clara: el de la incesante oratoria de su dentado “Yamaha”. Y para eso tiene, a modo de “curso de conversación” cientos de partituras junto a su fervor y talento; esos dones que la han convertido en una suerte de antena sensible, un radar humano capaz de receptar y emitir las vibraciones más sentidas que se hayan escrito en la Tierra.

Iván Wielikosielek

 

Noche de caprichos y juegos de agua

A desarrollarse el miércoles 6 de julio a las 20.30 en el Conservatorio “Felipe Boero” (bulevar España 1174) el concierto de Clara Muñoz Longo y Fabricio Valvasori será a beneficio del comedor “Caritas Felices” del barrio La Calera, por lo que la entrada consistirá en algún alimento no perecedero, frazadas o pulóveres. Cabe destacar que la institución sin fines de lucro que coordina Marisa Sánchez brinda cena y abrigo a más de 70 chicos de lunes a viernes a las 20.30.

“Gracias a un contacto del comedor con la vicedirectora del Conservatorio, la pianista Laura Arrieta, es que decidimos hacer este evento de manera solidaria, que además se enmarca en el cincuentenario de nuestra casa”, comenta Valvasori.

En cuanto al repertorio, el concierto dará inicio con la Sonata 7 para violín y piano de Ludwig van Beethoven (1770-1827) y la “Introducción” y “Rondó Caprichoso en La menor”, de Camille Saint-Saëns  (1835-1921) (ambas con la participación de Valvasori en violín). Luego vendrá la parte de Muños Longo, solista, con tres piezas de Johannes Brahms (1833-1897) dedicado a la esposa de su amigo Robert Schumann); la “Sonatina para piano” y los “Jeux d’Eau (“Juegos de Agua”), de Maurice Ravel (1875- 1937). Y finalizará con “La Campanella”, de Franz Liszt (1811-1886), una adaptación para piano sobre la pieza de violín de Niccolo Paganini.