Fue declarado culpable de “homicidio agravado por uso de arma de fuego” por el crimen de Federico Sonzini, ocurrido en barrio Las Playas en abril de 2014. Como es un convicto primario, podría obtener la “libertad condicional” a fines de agosto de 2025
La Cámara del Crimen de Villa María le impuso ayer una pena de 17 años de cárcel a Alexis Daniel Sgariglio (21) por haber asesinado de un escopetazo a su vecino y examigo Federico Sonzini (20) y estará en la cárcel hasta -por lo menos- fines de agosto de 2025.
Sgariglio, alias “Pikillín”, fue declarado autor penalmente responsable de “homicidio agravado por uso de arma de fuego”, un delito que tiene una pena mínima de 10 años y ocho meses de prisión.
Ante una sala colmada de público, principalmente familiares y amigos de los dos protagonistas del trágico episodio, el tribunal dio a conocer la sentencia a las 14.30, luego de cuatro horas y media de debate, durante las cuales se escuchó el testimonio de un perito balístico, los alegatos de las partes y la “última palabra” del acusado.
Aunque se especulaba que podría ocurrir algún incidente entre los allegados a la víctima y el victimario, dado el enfrentamiento generado a raíz de lo sucedido, el desenlace del juicio se desarrolló con total normalidad.
No hubo gritos ni insultos y sólo se escucharon murmullos y el sollozo de algunas mujeres, como la mamá de Federico y una jovencita, familiar de Alexis.
Estricta seguridad
Claro que para evitar cualquier desborde, previamente se había dispuesto un estricto operativo de seguridad con la presencia de media docena de efectivos policiales (incluido personal femenino) y de cuatro agentes del Servicio Penitenciario de Córdoba, quienes custodiaron celosamente al homicida.
Poco antes de que comenzara esta tercera y última audiencia, se produjeron unos cruces de palabras en los pasillos del quinto piso, pero no pasó de allí. Y apenas se abrió el debate, la jueza Silvia Saslavsky de Camandone advirtió a los presentes que serían retirados de la sala quienes alteraran el orden.
No menos importante fue la tarea de los abogados Marcelo Martín Silvano, representante legal de la madre de Sonzini, Verónica Lanzillota (constituida en la causa como querellante particular), y de los codefensores de Sgariglio, Antonio Alarcos y Alexis Andrada, quienes hablaron con los grupos familiares de sus respectivos clientes para apaciguar los ánimos.
Incluso, tras la lectura de la parte resolutiva del veredicto, tarea que estuvo a cargo de la secretaria Gabriela Sanz, unos y otros salieron del recinto prácticamente en silencio, pero por pasillos diferentes.
Apenas 40 minutos antes, cuando la presidenta del tribunal le concedió la “última palabra”, Sgariglio se mostró arrepentido por lo que había hecho: “Quiero pedirle perdón a la familia de Federico, en especial a la mamá; yo me defendí y nunca lo quise matar”, dijo suscintamente antes de que la jueza y sus pares René Gandarillas y Félix Martínez pasaran a deliberar para dictar sentencia.
El último testigo
A las 10 de la mañana, ni bien comenzó la audiencia, compareció el experto en balística Juan Marcelo Lovrich, quien había realizado una pericia sobre la escopeta utilizada por Sgariglio en el hecho de sangre ocurrido el 21 de abril de 2014 frente a su domicilio de Constituyentes y Guayanes, en barrio Las Playas.
El perito balístico oficial del Poder Judicial de Córdoba afirmó que la gravísima lesión que sufrió Sonzini en el flanco izquierdo de su tórax se produjo como consecuencia de un disparo efectuado a una distancia de entre cinco y 10 metros, “más cercana a los ocho metros”, según precisó.
La afirmación de Lovrich echó por tierra la postura exculpatoria del homicida, quien el jueves, durante la inspección judicial realizada en su casa, afirmó que, en medio de un forcejeo cuerpo a cuerpo, la escopeta se había disparado accidentalmente desde una distancia inferior a los 90 centímetros.
El testimonio del especialista de alguna manera confirmó los dichos de la testigo Marcela Leiva, quien también en la antevíspera dijo que el disparo se realizó desde el interior de la vivienda y a través de una ventana, en momentos que Sonzini se encontraba en la calle, desde donde arengaba a Sgariglio y le gritaba “salí cagón”.
Durante la exposición de Lovrich se conoció que el joven fue alcanzado por 62 perdigones de 3 milímetros de diámetro, que le causaron gravísimas lesiones en una superficie corporal de entre 30 y 40 centímetros de diámetro.
Cabe recordar que Sonzini murió mientras se encontraba internado la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Pasteur el 13 de mayo de 2014, luego de agonizar 23 días y tras ser sometido a cinco intervenciones quirúrgicas.
Los tres alegatos
Desde las 10.15 y por espacio de una hora, el fiscal Francisco Márquez formuló sus conclusiones y lo hizo de una manera concluyente y lapidaria, al cabo de las cuales solicitó la pena finalmente aplicada por el tribunal.
Sostuvo que el trágico episodio se produjo en un contexto de mutuas provocaciones y agresiones verbales, generadas a partir de un fugaz encuentro amoroso que tuvo Sgariglio con la pareja de Sonzini, Mayra Martiarena, cuando ambos estaban circunstancialmente separados.
El acusador público no titubeó en utilizar la palabra “fusilamiento” cuando se refirió al disparo efectuado por el homicida y basó parte de su alegato en los testimonios de Leiva y Lovrich, que terminaron siendo contundentes.
A su turno, en una encendida exposición, el abogado Martín Silvano dijo que Sgariglio había actuado como un cobarde y se dirigió a él, diciéndole: “Mataste a un amigo con el que tuviste mil aventuras. Arrugaste en salir a la calle y preferiste disparar a través de la ventana; ni tiempo a correr le diste a Federico… lo asesinaste de una manera alevosa”.
El representante de la Querella adhirió a lo expuesto por el fiscal Márquez, pero terminó solicitando una condena de 24 años de prisión.
Finalmente alegaron los dos defensores, quienes dijeron que su cliente se había extralimitado en su pretensión defensiva, por lo cual entendieron que debía ser condenado a cuatro años de prisión por haber incurrido en un “homicidio agravado por uso de arma de fuego, con exceso en la legítima defensa”.
Tanto Alarcos como Andrada sostuvieron que Sonzini había atacado a Sgariglio en su casa con un palo y que éste se defendió. Además, dijeron que el arma se había disparado accidentalmente, por lo que “se trató de una desgracia”.
Un mínimo de 11 años y cuatro meses entre rejas
Para poder obtener la “libertad condicional”, Alexis Sgariglio deberá completar -como mínimo- 11 años y cuatro meses de prisión, lapso que representa las dos terceras partes de la condena impuesta en la víspera.
Detenido desde el mismo día del hecho (el próximo 21 de abril cumplirá dos años “a la sombra”), estará en condiciones de solicitar dicho beneficio excarcelatorio el 21 de agosto de 2025, siempre y cuando observe buena conducta y sortee con éxito una pericia psicológica que acredite que está en situación de reinsertarse socialmente.
Nacido el 23 de mayo de 1994, para cuando salga “Pikillín” tendrá 31 años.