Escribe: Lic. María Paula Martínez M.P. 7.286 º
DEPARTAMENTO DE SALUD MENTAL DE CLINICA DIQUECITO
Volver de las vacaciones, hayan sido estas cortas o largas, implica siempre un ajuste que muchas veces pueden provocarnos estrés y darnos esa sensación de que perdimos en pocas horas todo el descanso que habíamos logrado.
Es que el reencontrarnos con la rutina y las obligaciones no es fácil, y el toparnos nuevamente con la ¨dura realidad¨ nos lleva a querer resolver de inmediato las demasiadas cosas que ocurrieron en nuestra ausencia, como así también todo lo que se atrasó.
En este reacomodamiento, puede emerger lo que comúnmente llamamos ¨estrés posvacacional¨, el cual puede generarnos un impacto muy negativo si es que no lo controlamos adecuadamente.
Atentos a esta situación, nos gustaría compartir a continuación una serie de consejos prácticos para que puedas volver y no morir de estrés en el intento:
1- Retomá tu vida ordenando mejor tus tiempos y horas de sueño. “En primer lugar, retorná unos días antes para lograr volver de a poco a tus obligaciones. Por otro lado, en muchas ocasiones volvemos de nuestras vacaciones con un sinfín de experiencias, y queriendo compartirlas con seres queridos y amigos. Pero si empezamos a cambiar las rutinas del sueño y sumamos compromisos sociales los siete días de la semana, romperás nuevamente con las horas de descanso que tanto necesita tu cuerpo, generando un retroceso en los logros obtenidos.
2- Organizá tus finanzas posvacacionales. “Si no te organizaste financieramente antes de tus vacaciones, puede que al regresar a tu realidad de todos los días te encuentres con algún desajuste en tus cuentas que te lleven a querer subsanar algún tipo de déficit incrementando horas de trabajo. Pero además de esto, posiblemente tu mente te lleve a querer mantener este ritmo de consumo “diferente” que tuviste en las vacaciones. Ambas situaciones, si no son previstas y bien pensadas, pueden generarte un estrés innecesario y anular todo lo positivo que lograste en términos de descanso.
3- Lográ cambios dando un paso a la vez. “Seguramente mientras te relajabas en la reposera, ya sea en la playa, al lado de la pileta o debajo de algún árbol, te propusiste cambiar muchas cosas a tu regreso, para vivir mejor y disfrutar más de tus logros. Sin embargo, todas las metas que te planteaste no deben ser alcanzadas de golpe, sino que debés ir gradualmente. Por ello planeá, priorizá y sé realista. Si te pusiste como meta bajar de peso, no pretendas reducir 20 kilos en 20 días. Esto no hará más que generarte tensión nerviosa innecesaria.
4- Retomá la buena nutrición. “Es muy importante volver a nutrir tu cuerpo con antioxidantes, vitaminas y minerales, tras las comidas no siempre sanas de las vacaciones, para que puedas volver al ritmo de trabajo de la mejor manera. Una buena nutrición puede darte esa energía extra para el regreso a la rutina, y permitirte lograr mejores resultados sin caer en un clima negativo que te genere problemas.
5- Incorporá actividad física y tomá mucha agua. “Recordá: toda buena nutrición debe acompañarse de actividad física que favorezca a tu salud y evite el sedentarismo. Necesitás ponerte en movimiento para bajar el nerviosismo. Y debés incorporar el hábito de tomar agua porque muchas veces sentimos cansancio y hambre, pero en realidad estos pueden ser síntomas de deshidratación, generándote desgano y quitándote energía para “ponerte al día”, y disparando tus niveles de estrés.
6- Priorizá tus responsabilidades distinguiendo lo urgente de lo importante. “Si regresaste a la oficina y tenés una alta torre de pendientes, no empieces a atenderlos en el orden en que aparecen. Dedicá media hora en priorizarlos y organizarte. Al hacerlo, vas a darte cuenta de que muchas de ellas ya fueron encaminadas por tus compañeros de trabajo. El mundo sigue avanzando sin vos, no te estreses sin sentido.
7- Recordá todo lo vivido y disfrutá. “Recordar las experiencias en familia mediante fotos y videos ayudan a concentrarse en todo lo bueno que tenés, y no en todo lo que te falta. Dicen los sabios que un viaje se disfruta antes, durante y después. El después no acaba nunca, porque podrás recordar una y otra vez el disfrute de esos días.