La estación de las flores suele provocar auténticos padecimientos en los que sufren de alergias. Ventilar los ambientes, evitar las alfombras y retirar todos los peluches de la habitación son recomendaciones que integran el ABC de los cuidados para no andar estornudando todo el día
Cuando en esta parte del mundo llega septiembre con su promesa de días más cálidos y luminosos, parte de la población se alegra espontáneamente por el sencillo hecho de ser testigo del colorido que adquiere el paisaje, pero muchos padecen lo que para ellos es la crónica de una afección anunciada: llegan las alergias.
Es que con la partida del invierno -la buena noticia que 7 de cada 10 personas celebran- el aire comienza a poblarse no sólo del aroma de los jazmines en flor sino también del polen, los ácaros del polvo, los hongos y los alergenos de origen animal.
Por eso mientras maestros y estudiantes organizan festejos y picnics, los que padecen alergia comienzan con esos síntomas que tanto se parecen a los del resfrío: estornudos a repetición, cabeza abombada, picazón intensa en ojos, garganta y nariz, inflamación ocular, ardor y lagrimeo.
La alergia es una hipersensibilidad a alguna sustancia que al inhalarla, ingerirla o tocarla produce síntomas característicos. La sustancia a la que se es alérgico se denomina alérgeno y el contacto frecuente con el mismo produce la reacción alérgica.
Para poder realizar un tratamiento, es recomendable detectar la sustancia a la que se es alérgico para poder realizar un diagnóstico causal.
Para la alergia no hay soluciones mágicas, pero vale la pena seguir algunas recomendaciones que hacen mucho más llevadera una estación feliz para tantos y problemática para algunos.
En la medida de las posibilidades, es conveniente:
– No exponerse al humo del tabaco.
– No utilizar alfombras.
– Evitar estar en ambientes húmedos.
– No estar en contacto con peluches y muebles donde se pueda acumular polvo.
– Tener los ambientes ventilados.
– Limpiar con trapos mojados los muebles.
Recurrir a profesionales que realicen un diagnóstico y supervisen el tratamiento correcto. Con pruebas de reacción cutánea se puede detectar el alérgeno y luego atacarlo con las armas pertinentes.