Cada vez más mujeres víctimas de violencia de género acuden a un novedoso programa que adiestra perros para defenderlas del maltratador. El proyecto nació en España y empieza a ser conocido en el mundo
Cada vez más retumban en los medios de comunicación los casos de violencia de género.
Los femicidios son una triste “moneda corriente” y millones de mujeres en el mundo conciben rápidamente la palabra víctima, que es femenina.
Es un problema viejo, doloroso. Pero hay mujeres fuertes que encuentran soluciones. Y en España, los perros fueron la compañía ideal para la seguridad de quienes son víctimas de esa violencia de género.
La acción
“¿Dónde estabas? ¿eh? ¡Ven aquí!”. El hombre se dirige hacia su mujer agitando los brazos, amenazándola, insultándola. Va a agredirla. Pero ella no huye y le da un primer aviso: “¡Vete!”, grita. El no se retrae y sigue aproximándose, vociferando aún más. “¡Dije que te vayas!”, insiste. Segundo y último aviso. Cuando está a apenas un metro, la mujer tira del arnés de Vero, su perro, que hasta ese momento permanecía a sus pies, calmado. El gesto activa al animal, que se abalanza sobre el agresor, golpeándole con el hocico metido en un bozal. A él le inmoviliza. A ella le salva la vida.
La mujer cree que el sistema de protección judicial, policial y social le falló y buscó una alternativa. Ella es una de las 20 mujeres víctimas de violencia de género que tienen en España perros adiestrados por la Fundación Mariscal.
La modalidad
El diario El País dio a conocer justo esta semana sobre la nueva modalidad de seguridad para las mujeres.
Remarca que el perro trabaja en ese tiempo crítico antes de que llegue la Policía.
Así le otorga una mayor seguridad a la mujer y así tranquiliza también a América, la dueña de Vero, quien mientras acude al entrenamiento con su perro habla de las palizas sufridas, el miedo y las humillaciones.
Angel Mariscal es el adiestrador y creador del proyecto, que puede magnificarse en el mundo.
“Cuando ella llegó aquí, tardé dos meses en poder mirarla a los ojos”, recuerda el hombre.
Mariscal primero les pide a las mujeres crear un vínculo con el can para que las proteja. Algunas pueden, para otras aún es demasiado duro, demasiado pronto. Tienen de los 30 a los 60 años y algo venenoso en común: el miedo a que él vuelva y esta vez no haya tiempo para huir. Para sobrevivir.
“Nosotros trabajamos sobre ese tiempo-espacio crítico en el que la mujer avisa a los cuerpos de seguridad del Estado de que el agresor ha roto la orden. En el mejor de los casos son de cinco a siete minutos hasta que aparece la Policía, en los que la mujer está cara a cara con su agresor”, explica Angel.
El caso de Gema
Gema es una de las usuarias avanzadas, a la que el adiestrador utiliza como ejemplo para que el resto aprenda cómo actuar si se produce una situación de peligro. Lleva dos años y medio con Kala, su protector. Empezó a barajar la opción cuando los vecinos le avisaron que su expareja, condenada por agredirla, rondaba las cercanías de su domicilio con total impunidad durante un permiso. Se convenció de hacerlo cuando él rompió la orden y Gema acabó encerrada en casa cuatro días, sin poder ir a trabajar, con pánico a salir a la calle e incluso al balcón. “Ahora mismo está en la cárcel por esa infracción, pero cuando salga sé que va a venir a por mí. La otra vez me rompió el tímpano y la nariz, cuando salga será peor. Kala y yo nos preparamos para ello”, dice.
Instinto de protección
Al perro no se le entrena el instinto de caza ni de defensa, sino de protección.
Por eso estos animales no son “perros escolta”, ni “perros de seguridad”. Son perros de protección. Se les entrena para que su sola presencia disuada a los maltratadores y protejan a las víctimas en caso de que los hombres no respondan a los avisos, repeliendo la agresión. “Estos perros no muerden ni van a matar. No son agresivos, necesitamos perros supersociales que sean capaces de convivir con niños y ser completamente normales hasta el momento en el que la mujer coge el catalizador de la protección”, subraya Mariscal. Se refiere al arnés y a un comando de voz que cada una escoge, y al que el perro reacciona instantáneamente.
En Madrid, psicólogos, formadores y adiestradores trabajan para garantizar la eficacia y seguridad del proyecto, pionero en trabajar el instinto de protección.
El Gobierno de México también convocó al español para implantar el programa.