Escribe Federico Jelic Especial para EL DIARIO
Asado, choripán y hasta fernet se vio en los alrededores del Gillette Stadium. Con acento cordobés, muchos coterráneos se hicieron sentir con fervor en la victoria de Argentina sobre Venezuela
Ya hablar de la fiebre de Messi en la Copa América Centenario es obviedad, verdad de Perogrullo. Es furor en todos los ámbitos. Lo distintivo que tuvo la calurosa tarde de Boston en el Gillette Stadium fue el sabor a asado, humo de choripanes, que inundaron la playa de parqueo, y encima con tonada cordobesa. Como los pibes de Alta Gracia, improvisando esas heladeritas pequeñas, como tambores. Eran seis acompañados de una dama y disfrutaban del día mientras se cargaban con Belgrano y Talleres. Y posaban para la foto con pasión.
O esos tres hinchas de Racing de Nueva Italia, el gordo Ramón, con Diego Díaz y su hermano, que vive hace 15 años en Canadá: “Me vine desde Toronto a seguir la selección y a Messi. Ojo que no somos tan pocos los de Racing, che, somos como seis ya”, alegó.
De Belgrano y Talleres en su mayoría, Córdoba dijo presente en Massachusetts. Boston tuvo color y sabor a carne asada y no a barbacue (como se llama la carne en parrilla grillada en Estados Unidos). No faltaron las manos solidarias, como la “filial” de Philadelphia, argentinos de Caseros que hace 10 años viven en esa ciudad, en la costa del Atlántico, quienes generosamente invitaban a comer carne con pan a aquellos curiosos periodistas que filmaban con ese hambre contagioso y poco disimulado que portan los argentinos.
Y sí, Boston fue la ciudad más cordobesa hasta el momento. Algunos parlantes delataban el origen con el sonido de “la Mona” Jiménez mientras bailaban en el fun fest, donde ahí se ocultaron los venezolanos, quienes también en su mayoría mostraban entusiasmo por conocer en directo a Messi, sin tantas esperanzas en la “Vinotinto”.
Messi todo lo puede
Chinos, coreanos, mexicanos y hasta venezolanos pudieron verse con la camiseta de la selección argentina en las inmediaciones del Gillette Stadium. Todas con el dorsal ocupado con el apellido del astro de Barcelona, y la número 10 eterna. El promedio indica que de cada 10 personas con la “playera” de Argentina, sólo dos son argentinas. El resto, de todos los países. Como que Messi es global, su magia enamora sin fronteras. Inmediatamente después de que finalizarán las estrofas y el ritmo del Himno Nacional, sorpresivo fue el grito de “Messi, Messi, Messi” que bajaba desde las tribunas. De las casi 50 mil personas, sin dudas el 90% pagó su entrada más atraído por la figura de la “Pulga” que por el partido en sí. Es la realidad, es la estrella de la Copa América Centenario, que ahora se aseguró un partido más para poder disfrutarlo. Mientras mira de cerca el récord como artillero máximo de Argentina, su barba crece apenas, esperando poder rasurarse en la final, después de cumplir la cábala y cortar 23 años de sequía en títulos. Y sí, recogió el cetro en el mismo escenario en Boston donde Diego Maradona cumplió su despedida (indeseada) con los colores celeste y blanco, en el injusto mundial 94 en este país, que nos tuvo de favoritos y nos echaron por la puerta de atrás, con dopings y otras argucias. La revancha está a dos juegos.