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Crean un sistema de realidad virtual para pacientes con ACV

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Crean un sistema de realidad virtual para  pacientes con ACV
El sistema no requiere cirugías ni remedios: es una experiencia sensorial

Escribe Juan Pablo De Marco EL PAIS, MONTEVIDEO

El sistema no requiere cirugías ni remedios: es una experiencia sensorial

Hace dos años, un familiar de Sergio Olivieri sufrió un accidente cerebrovascular (ACV). Esta afección, que sufren 17 uruguayos por día, le causó graves problemas motrices, con serias dificultades para mover sus miembros. Olivieri, un técnico en Electrónica desde hace 30 años y hace 20 especialista en reparación de equipos médicos, pensó en crear una tecnología que podría rehabilitar gran parte de la zona cerebral dañada. Hoy, esta iniciativa es una de las semifinalistas en el concurso internacional de History Channel “Una idea para cambiar la historia”.

“Los que sobreviven al ACV tienen el grave problema de que el cerebro no les envía las señales nerviosas a los miembros”, contó Olivieri a El País. Hasta ahora, una de las formas de trabajarlo es con electrodos que estimulan ciertas áreas dañadas y alguna función cognitiva, que requiere una intervención quirúrgica.

El sistema que pensó no requiere cirugías ni remedios: es una experiencia sensorial. El nombre técnico es neuromodulación por imágenes virtuales adaptativas.

Cuando alguien sufre un ACV, va olvidando la capacidad de verse a sí mismo haciendo los movimientos que hacían sus miembros. Además, al ver que le cuesta controlar la mitad del cuerpo dispara las señales del dolor.

En una de las últimas etapas de la rehabilitación ideada, ejemplificó Olivieri, una cámara reproducirá el movimiento que hace en el brazo sano. Con un programa informático replica al instante ese mismo movimiento en el brazo afectado. Finalmente, con lentes de realidad virtual o en una pantalla, el paciente ve que está moviendo los dos brazos.

Lo que hará será activar las llamadas neuronas espejo: se activan cuando una persona ve una acción y observa que esa misma acción es ejecutada por otro individuo. “Las neuronas espejo te ponen en el lugar del otro”, dijo un neurobiólogo italiano, estudioso de ellas, a El País de Madrid. En este caso, es ponerse en lugar de uno mismo para lograr rehabilitarse.

“El cerebro se engancha a través de la proyección de esa imagen y apaga las señales de dolor”, comentó Olivieri.

Pero, ¿cómo comprueba que esas neuronas las va activando? Gracias al electroencefalógrafo, que va determinando cómo se desempeñan las señales cerebrales.

Otro de los métodos que se utilizará es una cámara termográfica, que permite conocer la temperatura corporal a cierta distancia. Esta tecnología -utilizada en 2009 en aeropuertos del mundo cuando ocurrió la epidemia de la fiebre H1N1- también permite saber si el cerebro vuelve a comandar la irrigación sanguínea a los miembros y reanudar la capacidad neuromotora. Es decir, si un brazo o una pierna reciben mayor volúmenes de sangre para poder actuar.

Su proyecto a largo plazo es que una persona puede emplear este tratamiento en su casa, sin moverse a un hospital.

Su desarrollo ha contado con el apoyo de gran parte de la academia: de la cátedra de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital de Clínicas, del Instituto Clemente Estable, de la Facultad de Ciencias y del Centro de Rehabilitación de Maldonado.

Casi una decena de médicos y científicos han colaborado con el inventor desde que comenzó la idea, entre neurólogos, fisiatras, neurocientíficos, entre otros.

“Lo que está faltando es financiamiento para poder implementarlo”, comentó Olivieri.

Por eso, sus amigos vieron en la televisión que el canal buscaba ideas para este concurso. Entonces, lo incitaron, medio en broma, a que se presentara la suya. Finalmente, lo tomó en serio, envió un video de su propuesta y resultó semifinalista junto a otros nueve proyectos.

 

Expertos advierten sobre una «masculinización» de la epidemia de SIDA en nuestro país

Un incremento de casos de varones jóvenes infectados con VIH/SIDA muestra una «masculinización» de la epidemia en Argentina, advirtió el Ministerio de Salud, tendencia que el infectólogo Pedro Cahn atribuyó a que «los hombres son quienes tienen una más alta tasa de circulación viral».

A diferencia de lo que venía ocurriendo desde el año 2000, cuando los especialistas reportaron un marcado aumento de los casos de mujeres infectadas y se habló de una «feminización» del SIDA, el último boletín de VIH /SIDA del Ministerio de Salud informa que un «aumento en la cantidad de varones y la caída en el número de mujeres revelan una nueva masculinización en la epidemia».

De acuerdo con la información oficial, mientras que en 2007 el 64% de los diagnósticos eran de hombres, durante 2015 -última medición- ese índice ascendió a 68%. De esa manera, en ocho años, la proporción entre hombres y mujeres pasó de 1,7 varón por cada mujer a 2,1.

Según el boletín, elaborado por la Dirección de SIDA y Enfermedades de Transmisión Sexual, «a un aumento de la proporción de mujeres diagnosticadas a lo largo de los primeros años del nuevo siglo (llamada ‘feminización de la epidemia’) siguió un retroceso que se aprecia en la razón hombre/mujer».

Estos nuevos datos «pueden generar confusión porque no implican necesariamente una disminución entre las mujeres. Lo primero que hay que aclarar es que este dato no significa que haya disminuido la tasa entre las mujeres, sino que los hombres son quienes tienen una más alta tasa de circulación viral», dijo Cahn a Télam.

Cahn, presidente de la Fundación Huésped, precisó que en Argentina «el 90% de las infecciones son por vía sexual sin protección; la mitad de esas infecciones son entre hombres que tienen sexo con hombres y la otra mitad es en relaciones heterosexuales; entonces, hay una sobrerrepresentación de la cantidad de hombres que no tiene su correlato en la sociedad».

«El sexo anal y sobre todo el receptivo es mucho más vulnerable, por esa razón los hombres que tienen sexo con hombres, y en particular los jóvenes, son las poblaciones con tasas más altas», indicó.

El ministerio llama a «poner el foco en los varones jóvenes, especialmente aquellos que tienen sexo con otros varones».

Entre 2006 y 2014, las tasas de transmisión que más aumentaron fueron las de hombres entre 15 y 29 años y los que tienen de 50 a 54.

Además, mientras la tasa de prevalencia general se mantiene desde hace cinco años en 0,4% de la población total, el porcentaje trepa hasta el 12% y 15% entre los hombres que tienen sexo con hombres, una categoría que buscar abarcar tanto a la población gay como también a quienes no se reconocen como tales.

En nuestro país, los primeros casos de la epidemia comenzaron a aparecer en 1982, pero no fue hasta seis años más tarde que se conoció a la primera mujer infectada.