Maximiliano Mercado, el “trapito” que fue baleado en inmediaciones del Anfiteatro, se recupera en una sala común del Hospital Pasteur. Desde allí, relató la pesadilla que vivió esa noche
Tiene 24 años y una esperanza inquebrantable. “Yo estaba mal, pero Dios me salvó. Ahora, gracias a él, estoy bien”, dice Maximiliano Mercado, el joven baleado el 9 de febrero en inmediaciones del Anfiteatro mientras daba su show Ricky Martin.
Desde la sala común del Hospital Pasteur, habló con un cronista de EL DIARIO, asegurando que las balas no eran para él. “Tengo un hermano con problemas y que es muy parecido a mí, creo que se confundieron”, dijo, sin querer hablar mucho más del tema.
Repasa lo vivido aquella noche, cuando estaba trabajando de cuidador de coches -llamados “trapitos”- para sumar unos pesos al ingreso familiar y le dispararon a quemarropa.
“Estaba con mi señora y una amiga de ella, cuando vimos pasar a un sujeto. La amiga me dice ‘mirá, tiene un revólver’, pero no imaginé que me buscaba a mí. El chico hizo unos metros y se volvió. Si me hubiera dado cuenta, me habría ido”, dijo.
Después de las balas que le ingresaron por el rostro y la espalda, sólo recuerda que cayó boca abajo. “Ahí vino un señor de Seguridad Ciudadana y le pedí que me diera vuelta, porque no podía respirar”, recordó.
-¿Conocías al agresor?, le preguntamos.
-“Le vi cara conocida”, se limitó a decir.
Aún no fueron a tomarle declaración funcionarios judiciales ni policiales, aseguró.
Por ahora, la prioridad es recuperarse porque es el sostén de la familia compuesta por su mujer, Ruth Palacios, y los hijos del matrimonio, de 2, 5 y 8 años.
“Hace unos meses que tengo casa propia y todos los días a las 6 de la mañana voy a trabajar de albañil, más o menos hasta las 4. Después hago otras cosas, como cuidar coches, porque no me alcanza”, dice el joven.
Sobre su estado de salud, tiene las esperanzas intactas.
Estuvo en terapia intensiva luchando por su vida desde que ingresó al Pasteur. Cuando mejoró lo pasaron a sala común, pero una complicación respiratoria hizo que lo llevaran nuevamente a terapia.
Ayer volvió a la sala común con el cuidado atento de su hermana Karen. “Ahora que pasó lo peor, van a ver cómo empezamos la rehabilitación de las piernas. Pero tengo fe. Dios hizo que yo esté vivo y vamos a seguir orando. Fue lo primero que le dije a mi mujer cuando estaba tirado en el suelo, ‘orá’, y así lo hizo y estoy acá, mejorando día a día.
Cuando salga de acá voy a dar testimonio del milagro que hizo Dios en mí”, concluyó.
Informe médico
El jefe de la Terapia Intensiva, Luciano Caponcelli, destacó la evolución de Maximiliano Mercado, quien ingresó con heridas de bala en el pulmón, el rostro y la columna.
“Salió adelante del problema respiratorio causado por la herida en el pulmón y ahora tiene que terminar su recuperación en ese aspecto”, afirmó.
Una vez que supere esa etapa van a comenzar a evaluar las lesiones que dejó la bala en la columna y las secuelas que pueda tener.
“Es una lesión severa”, ratificó Caponcelli.
La esposa de Mercado denunció que vive amenazada
“La Policía sabe quién fue, pero no se por qué no lo detuvieron”
Ruth Palacios (foto), la mujer del joven baleado, dijo que después de “la pesadilla” que vivieron tras el atentado contra su esposo los agresores la siguen amenazando.
“Me hacen llegar con otras personas mensajes, me dicen que me van a quemar la casa y un montón de cosas más”, dijo.
“Fui a la Policía, pero no me quieren tomar las denuncias por amenazas. Les dije quiénes eran, con nombre y apellido, y terminan poniendo presos a los hermanos de Maximiliano y no a los que balearon a mi marido”, indicó.
En la fuerza le pidieron que los dejara trabajar. “Esperé 20 días porque primero era la salud de mi marido, pero veo que pasa el tiempo y los que balearon a Maxi siguen sueltos”, agregó.
Por un problema de salud, Ruth debió internarse para una intervención quirúrgica de urgencia en el Pasteur, a pocos metros de donde su marido se recupera de la herida de bala.
Desde allí informó que como consecuencia de las amenazas pidió seguridad para ella y su familia porque teme por sus hijos, “pero no me mandaron a nadie de custodia”.
Ahora, entre las amenazas y la expectativa por la recuperación de Maximiliano, Ruth espera que “todo salga bien”.
Sabe que será mucho el tiempo hasta que su esposo pueda volver a trabajar. “Fácil no es, pero gracias a Dios tenemos mucha gente amiga y familia que nos contiene y no nos deja faltar nada”.
“Nosotros confiamos en la Justicia de Dios, pero da rabia la injusticia de los hombres”, concluyó.