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Crimen en el bar Monte: 15 años de cárcel para confeso homicida

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Crimen en el bar Monte: 15 años de cárcel para confeso homicida
Diego Rodríguez estará en la cárcel hasta, por lo menos, julio de 2029

La pena recayó en Diego Rodríguez, quien le descerrajó cuatro balazos por la espalda a Pablo Irusta en un aparente “ajuste de cuentas”. Familiares de la víctima aseguraron que el agresor se equivocó de persona. Hubo gritos e insultos tras el veredicto

Diego Rodríguez estará en la cárcel hasta, por lo menos, julio de 2029
Diego Rodríguez estará en la cárcel hasta, por lo menos, julio de 2029

La Cámara del Crimen de Villa María le impuso ayer una pena de 15 años de prisión al asesino de Pablo Alberto Irusta, un trabajador metalúrgico que fue ultimado de cuatro balazos frente al bar Monte (ex-Monta), a mediados de enero de 2015, en un supuesto “ajuste de cuentas”.

Se trata de Diego Martín Rodríguez (35), quien fue declarado autor responsable de “homicidio agravado por uso de arma de fuego” en relación el asesinato, aunque también se lo condenó por haber abusado sexualmente (con tocamientos y manoseos impúdicos) de una menor de su entorno familiar.

Rodríguez, alias el Cordobés, un panadero domiciliado en Cafrune 1280, en barrio Parque Norte de esta ciudad, admitió haber efectuado los disparos que terminaron con la vida de Irusta alrededor de la 1.50 de la madrugada del viernes 16 de enero del año pasado.

La víctima se encontraba junto a Matías Alexis Montenegro (26) comiendo y bebiendo en la vereda del conocido bar villamariense, ubicado en Corrientes 1470, y en esas circunstancias llegó al lugar un automóvil Chevrolet Corsa que era conducido por el agresor, quien estaba acompañado por su hijo, por entonces de 16 años.

A poco de ocurrido el sangriento episodio, una versión policial dio cuenta que había sido el adolescente el autor de los balazos, pero durante la audiencia de la víspera el propio Rodríguez se hizo cargo del hecho y desvinculó totalmente a su hijo.

 

De cuatro balazos

En la infernal balacera, Irusta fue alcanzado por cuatro disparos calibre 22: tres impactaron en distintas partes del cuerpo (dos en el tórax y otro en uno de sus brazos) y el cuarto -el que a la postre resultó letal- ingresó por la espalda y le provocó la muerte en contados segundos.

La víctima logró dar unos pasos hacia la esquina de Corrientes y bulevar Alvear, pero cayó al suelo a no más de 15 metros de donde había estado comiendo y falleció.

Cabe señalar que durante el violento episodio, Montenegro también resultó herido al ser alcanzado por un disparo en una pierna, aunque la lesión no revistió gravedad.

Tras la refriega, Rodríguez y su hijo huyeron raudamente en el Corsa, pero la Policía montó un rápido operativo de investigación y búsqueda que dio sus frutos alrededor de las 3 de la mañana, cuando se logró la detención de los sospechosos en la vivienda familiar de calle Cafrune.

 

“Por equivocación”

Valeria Irusta, hermana de la víctima, dijo que todo se trato de un “ajuste de cuentas”, pero que el ataque estaba destinado a un primo y no a Pablo. “Fue baleado por equivocación”, añadió.

En declaraciones a Radio Show, la mujer afirmó que Rodríguez “buscaba a Diego Irusta… ese sí que es un hijo de puta, una rata, y que digan lo que quieran; ahora me voy a tirar a todo el mundo encima, pero yo no soy prima de ningún cobarde”.

Valeria señaló también que su hermano “no era cobarde ni andaba con armas” y que el tal Diego Irusta “fue quien baleó al hijo” del homicida.

Al parecer, la venganza fue porque el hijo de Rodríguez había sido atacado por al menos dos encapuchados y le habían pasado el dato de que uno de los delincuentes era Pablo Irusta.

Ocho días antes del crimen, los Rodríguez habían sido víctimas de un confuso episodio registrado frente al domicilio de barrio Parque Norte, donde los ocupantes de una moto efectuaron un disparo que hirió al menor de 16 años.

En su edición del sábado 10 de enero de 2015, bajo el título “Le dispararon a un menor a través de una ventana”, EL DIARIO informó que un par de días antes, el jueves 8, alrededor de las 21, dos individuos que se conducían en una motocicleta llegaron hasta la vivienda de Rodríguez. Uno de ellos se bajó y a través de una ventana que da a la calle disparó un escopetazo hacia el interior, hiriendo levemente al menor.

 

Todos los delitos

Diego Rodríguez, quien al declarar sobre condiciones personales admitió ser consumidor de cocaína, fue hallado culpable de “homicidio agravado por uso de arma de fuego”, “abuso sexual simple”, “lesiones leves” (por el balazo que hirió a Montenegro en una pierna) y “disparo de arma de fuego”, todo en concurso real.

Además del agresor, también llegó a juicio su pareja, Laura Nidia Nocetti, imputada como “partícipe necesaria de abuso sexual simple” por haber instigado el hecho que tuvo como víctima a una menor de la familia, por el que también fue condenado Rodríguez.

Previo al debate, la Defensa de la mujer, ejercida por el asesor letrado Francisco Argañaraz, solicitó la “probation” (suspensión del juicio a prueba) y evitó que Nocetti tuviera que sentarse en el banquillo de los acusados.

La audiencia fue presidida por la camarista Silvia Saslavsky de Camandone y, además del defensor oficial, participaron de la misma el fiscal Francisco Márquez y el abogado Jorge Bustos, quien defendió a Rodríguez.

Como uno de los delitos es de instancia privada, las deliberaciones se realizaron a puertas cerradas, es decir sin la presencia de público ni de los medios de prensa que habitualmente realizan la cobertura periodística de los juicios que se llevan a cabo en la sala del quinto piso de Tribunales.

Sólo la lectura de la parte resolutiva de la sentencia (tarea que estuvo a cargo del secretario Guillermo Picco) se hizo en audiencia pública.

 

Gritos e insultos

Fue así que unos cuantos familiares de la víctima ocuparon los bancos del recinto y escucharon en silencio el veredicto condenatorio. Pero ni bien concluyó el juicio, los gritos y los insultos contra el homicida retumbaron en todo el edificio.

“¡Asesino!, ¡hijo de puta!”, fueron las expresiones recurrentes -y a viva voz- que pronunciaron los miembros de la familia Irusta y tuvieron como único destinatario a Rodríguez, quien rápidamente fue retirado de la sala por personal del Servicio Penitenciario, con lo que se evitó males mayores.

También hubo lágrimas entre los allegados al metalúrgico acribillado a balazos, e incluso algunos se quejaron por la condena impuesta, que consideraron baja, pese a que el homicidio tiene una escala penal que va de los ocho a los 25 años de prisión.

 

Sobre la condena

Cabe señalar que Rodríguez no registra antecedentes penales, motivo por el cual podrá solicitar la “libertad condicional” cuando cumpla los dos tercios de la pena impuesta en la víspera, es decir 10 años.

En principio, el homicida estaría en condiciones de ser excarcelado el 16 de enero de 2025, siempre y cuando observe buena conducta y, oportunamente, sortee exitosamente una pericia psicológica que acredite que está apto para reinsertarse en la sociedad.

Sin embargo, como la Justicia es mucho más estricta cuando se trata de delitos con arma de fuego o de abuso sexual (y Rodríguez fue condenado por ambas figuras penales), lo más probable es que deba completar la condena en su totalidad, pudiendo acceder a la “libertad asistida” sólo seis meses antes del cumplimiento total de la pena, con lo cual podría salir de la cárcel a mediados de julio de 2029.