Desde UEPC cuestionan duramente las medidas del Gobierno nacional y el silencio de dirigentes políticos y sindicales
“Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista”, monseñor Helder Cámara, obispo de Recife.
Así comienza el texto firmado por la Unión de Educadores de la Provincia (UEPC), del Departamento San Martín, en el que analizan desde su punto de vista la actualidad del país.
Este es el contenido de la opinión enviada a EL DIARIO:
“ Estamos preocupados por lo que pasa en el mundo y por cierto también por lo que pasa en nuestro país. Es sin dudas el momento y la posibilidad de detenerse a pensar, porque las circunstancias se agudizan y están generando situaciones de agobio en muchas familias argentinas, con la perspectiva de que se agudice e impulse una violencia incontrolable.
Las medidas adoptadas generan incertidumbre y pueden producir consecuencias extremas, no hay términos medios, no hay posibilidad de pensar que la violencia institucional de un Estado sobre su pueblo pueda producir paz y armonía como en estas circunstancias. Por el contrario están produciendo inseguridad social, dolor, injusticia y mucha bronca e impotencia frente al cinismo del propio presidente y sus ministros, cuando expresan: ‘Estamos sincerando la economía, los resultados sociales se verán a corto plazo’. A buen entendedor pocas palabras, verso neoliberal.
¿A qué sinceramiento se refiere el Gobierno si toda la política implementada hasta el momento es arrebatarle la riqueza a los que la producen, los trabajadores, a las pequeñas empresas y a los comercios para transferirla impiadosamente a los sectores del poder económico y al sistema financiero?
Esta situación está generando aceleradamente una descomposición social que todos los sectores vinculados a la sociedad que trabajan en estos espacios están haciendo resaltar las inequidades, las diferencias en la distribución de los recursos en los sectores bajos y medios, que se visualiza en la extrema pobreza imperante, y sin vislumbrar la posibilidad de encontrar un camino de diálogo sincero, sano, responsable y con espíritu de corregir esta situación.
Frente a esta cruel realidad, las primeras expresiones sociales son de acatamiento, de aparente aceptación a un duro entorno, pero cuando esa realidad empieza a menoscabar lo más sensible e íntimo de ese ser, por ejemplo: la preocupación de perder el trabajo, de no tener cómo sostener su familia y sin esperanzas, esas sensaciones se transformarán sin duda en acciones que pueden asumir contornos inesperados y no pensados.
‘La tragedia puede abatir y anular a los hombres, pero no mengua la integridad y la unidad de sus vidas, no inclina las certezas de su buen combate, no disminuye la fuerza y las decisiones con las cuales ellos se ponen en juego y sacrifican su persona; la tragedia puede destruir una vida, pero no su significado’, dice el libro de Estela de Carlotto y Claudio Magris titulado ‘La tragedia y la pesadilla’, en ‘Itaca y más allá’.
El pueblo tiene experiencias sobre desaciertos e iniquidades sociales, gobiernos “democráticos” con signos arbitrarios y dominantes, que no respetan las normas institucionales que son las que ofrecen garantías de un Estado de derecho.
Son tantas las agresiones constitucionales y humanas vividas en este corto tiempo, como los DNU, el veto, desconociendo arbitrariamente a los poderes Legislativo y Judicial que son normalmente los que permiten en una sociedad democrática el juego armónico de las instituciones y son al mismo tiempo las garantías de un país republicano.
Afirmamos sin temor a equivocarnos que la verdad es la única que nos hará libres y lo hacemos con humildad, honrando a un sabio maestro, Sócrates, que propuso como principio para solucionar los problemas humanos el diálogo, camino del cual nunca se apartó, aun renunciando a su propia vida.
Los docentes lo hemos afirmado en otras notas publicadas en este medio, tenemos el compromiso de prepararnos para trabajar en la búsqueda de la verdad, aún con errores, pero como principio básico de nuestro trabajo.
Este Gobierno no termina de comprender que mutilando los derechos no se silencian las voces, sino que, por el contrario, se multiplican y fluyen de ellas expresiones simbólicas de integración, de compañerismo y de solidaridad y militancia. Nuestro país ha aprendido del sufrimiento dándole una trascendencia que supera el propio contexto del momento, convirtiéndose en bandera de lucha y de recuperación de la ética del trabajo.
Nos preocupa significativamente el silencio y la demora en expresarse de importantes dirigentes obreros y políticos, que por arte de magia en estos últimos tiempos desaparecieron de la escena, nos hace pensar que se guardan por complicidad o mediocridad, esperando otros tiempos, donde la mansedumbre les permita salir al ruedo y negarán algunas cosas y en otras dirán ‘lo habíamos anticipado’, pero nunca se arriesgarán como Sócrates a defender la verdad.
Quedarán como falsos profetas y fariseos, con la esperanza de que la sociedad no tome en cuenta sus conductas y la falta de compromisos ante situaciones extremas como las que se viven. Los trabajadores tienen confianza de que se los recuerde y se les haga sentir con rigurosidad la falta de responsabilidad que tuvieron en momentos claves de la vida nacional.
Esos dirigentes, si corresponde que los llamemos así, aún están evaluando tomar alguna medida contra el veto a la ley antidespidos, nos permitimos repetirles un breve pensamiento de José Ingenieros: ‘Los mediocres cruzan el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles esa osadía de existir en vano, como contrabandistas de la vida’.
‘El pueblo marchará con sus dirigentes a la cabeza o con la cabeza de sus dirigentes’, ‘la única verdad es la realidad’. Juan Domingo Perón.
Tenemos que admitir que tanto José Ingenieros como Juan Domingo Perón nos colocan frente a una tremenda realidad social y de carencia de dirigentes gremiales y políticos. Es una experiencia para reflexionar y asumir que la única posibilidad de cambio está en nuestras propias manos, en nuestro esfuerzo y decisión.
El país ha demostrado su fortaleza frente a las injusticias, a las calamidades sociales, a la fuerza despótica y ha defendido su dignidad en el transcurso de la historia, con la férrea voluntad de hacer: Memoria-Verdad-Justicia, camino irrenunciable, porque sabemos que estas propuestas se convertirán en los paradigmas de ‘un Mundo y un Hombre nuevo’, y que para su construcción muchos compañer@s dieron su vida.
Los docentes, cuando hacemos memoria es una memoria comprometida con el pasado y el presente, un presente que exige y nos compromete a que sea viva, permanente, que se fortalezca y se renueve en el tiempo y en el encuentro de los jóvenes y de los adultos, para darle continuidad y fortaleza a la democracia y a la ética, valores que sustentan la convivencia y la justicia.
Lo que debemos evaluar y considerar es qué hacemos los trabajadores y aquellos sectores que estén dispuestos a iniciar una tarea en defensa del trabajo, de la pequeña industria y el comercio para que juntos emprendamos el camino de la liberación política, económica y social, es un desafío y lo proponemos como meta a alcanzar”, concluyeron.