
Silvio Pellico ganó 1-0 de local y extendió la serie a los penales; allí, Yrigoyen, con un enorme Pauletti (atajó dos remates), lo superó con claridad (4-1) y clasificó a semifinales, donde enfrentará a Argentino en duelo de los últimos monarcas del fútbol local

Escribe: Juan Pablo Morre
«Nos sacamos una mochila de encima y, en lo personal, pude reivindicarme de lo que fueron los dos errores que cometí en la eliminación del Apertura, ante el mismo rival”. Dichas palabras del arquero David Pauletti, quien resultó el hombre clave en la clasificación a semifinales de Yrigoyen, atajando dos disparos en la definición de penales (4-1) que necesitó el cruce con Silvio Pellico, resumió lo que resultó una continuidad de instancias cruciales que animaron sendos equipos en la actual temporada y que cerró el último domingo, con felicidad roja.
Por lo que, en un duelo futbolístico de muchísimos matices entre equipos que prácticamente se conocían de memoria sus virtudes y defectos, la definición recaló, casi por decantación, en la lotería de los penales, donde el rival más aplomado en definiciones cruciales recién allí hizo la diferencia.
Así las cosas, Silvio Pellico fue testigo de la felicidad de los visitantes y la tristeza marcada en los rostros de sus jugadores, quienes a través de amor propio y cualidades futbolísticas le dieron a su pueblo ambiciones y sueños después de más de una década, y eso es digno de remarcar y elogiar, más allá del resultado final.
La clasificación resultó, en lo colectivo y plano individual, un bálsamo para los Diablos Rojos, que el domingo realizaron un mejor papel e hicieron figura a Ezequiel Oliva (al contrario de lo que sucedió en Tío Pujio), pero cayeron 1-0 porque el Canario pegó primero (y rápido) y luego cuidó acertadamente esa ventaja. Tal vez quedará en el haber no insistir en alguna otra oportunidad para definir el pleito previo a los penales, tanto porque se trató de un cotejo crucial como así también por la capacidad del rival de nunca ceder la iniciativa y el control del trámite, más allá de la búsqueda propia de estar en desventaja.
Por lo pronto, lo mejor del juego se vivió en el primer tiempo; allí la visita, con la “explosión” que le brindó el reaparecido Diego Pereyra y apelando a su mayor volumen de juego, generó varias chances de gol; justamente, el ex-Belgrano tuvo dos cabezazos desviados antes de los primeros 10 minutos. Y, como respuesta, el Canario acertó, a pura eficacia, y encontró tempranamente su objetivo de marcar. Una falta de Guillermo García sobre Javier Margaría, a apenas dos metros del área grande, le permitió al volante local, en el tiro libre, abrir el pie y enviar un tiro rasante al palo izquierdo: 1-0.
Después de allí se equilibró el juego en demasía, pero cuando la visita coordinó en ataque generó peligro y no marcó porque se encontró con un descomunal Oliva. El arquero, surgido de las inferiores del conjunto tiopujiense, a puras voladas le impidió el gol a Pepita García y a Natanael Guzmán, con sendos remates desde la puerta del área grande y tras acciones iniciadas por el nombrado Pereyra.
Así las cosas, la ineficacia del visitante le permitió al local ir compactándose defensivamente y tranquilizarse con la ventaja, pero escaseó en la otra parte para complementar su postura estratégica, es decir, precisión y verticalidad en sus réplicas, las que, en definitiva, nunca logró hilvanar.
Entonces, el complemento prácticamente en su totalidad se jugó en campo de un Silvio Pellico que sostuvo la ventaja parcial con esfuerzo colectivo y, en el plano individual, un descomunal trabajo de Marcos “Mosquito” Bernardi y alguna aparición más de Oliva (desvió un tiro libre de Morre). Yrigoyen, a su vez, perdió frescura en la complementaria y ante esto resultó previsible en sus intentos, intentó en demasía a una inspiración individual y, en definitiva, resignó sorpresa para inquietar a la fortaleza canaria.
En definitiva, el 1-0 parcial o 1-1 global quedó muy claro, por lo que el referí Alexis Carranza, de impecable trabajo, decretó el final. En una paridad marcada, todo se dirimió en los penales. Y allí Yrigoyen apeló a la precisión de sus rematadores y a la confianza -y estímulo de reivindicación- de un Pauletti que resultó héroe, contuvo dos remates, y los de Tío Pujio nuevamente figura entre los cuatro mejores del fútbol doméstico.
Las figuras
Pauletti y Oliva
El arquero de Yrigoyen fue determinante en la serie de los penales y el de Silvio Pellico realizó un descomunal primer tiempo, con atajadas espectaculares que impidieron el gol del visitante. En el complemento, en tanto, Mosquito Bernardi fue una muralla, por arriba y abajo, y también vale resaltar el primer período de Diego Pereyra, quien en el ST sintió el parate prolongado y debió ser remplazado.
El árbitro
Alexis Carranza
El joven referí cordobés realizó un trabajo sin fisuras. Mostró personalidad, coherente uso de las tarjetas, ubicación y un destacado control del juego y del contexto, ganándose la confianza y respeto de los jugadores, de principio a fin. Sus asistentes, aunque no debieron actuar demasiado, acertaron en sus fallos.