En el Aeropuerto dejaron su sello los paracaidistas internacionales. El equipo argentino, que terminó tercero, presentó a la única mujer de la competencia. Un evento formidable, que debió tener más público
Escribe Juan Manuel Gorno
“Falcoes”, reza la camiseta azul de cinco tipos que pasan inmutables e inseparables por el Aeropuerto.
La inscripción significa “halcones” y sus propietarios no son tipos comunes que aman el idioma portugués. Son militares brasileños que acaban de ganar el Campeonato Latinoamericano de paracaidismo en Villa María y, sin embargo, andan como si nada hubiese sucedido, analizando las medidas del hermoso Cessna Caravan, el avión traído especialmente para el certamen.
Con ellos se reúnen otros militares, aunque chilenos, los “Boinas azules”, que acaban de ocupar el segundo puesto de la competencia y también observan cómo Gabriel, uno de los brasileños, explica las medidas de la apertura de la aeronave, que luce radiante en la zona de aparcamiento.
La imagen para ellos es normal, tranquila, porque la adrenalina ya la habían tenido unos minutos antes, por la mañana, y en la jornada del viernes, cuando se desarrolló lo mejor de un campeonato que, lamentablemente, no contó con un marco de público acorde al espectáculo.
Argentina
Quizás muchos no conocieron realmente lo que iba a suceder en el Aeropuerto. Pero quien no asistió al lugar se perdió, por ejemplo, la semblanza de Laura, la única mujer en competencia. Y argentina.
Se trata de Laura Poljak, quien llegó junto a sus compañeros de equipo para seguir disfrutando de lo que más ama, arrojarse con su paracaídas desde un avión a cuatro mil metros de altura, en una pasión que acuna hace 30 años, nada menos.
Se podría hablar de los militares que ocuparon los primeros puestos, todos verdaderos soldados del aire, pero Laura y sus amigos hacen otro equipo que bien vale golpearse el pecho cuando asoman en el tercer puesto de la competencia.
“Yo no vivo del paracaidismo, tengo mi trabajo particular, pero siempre hago tiempo porque esto es mi prioridad”, dice la neuquina, que también puede contar anécdotas sobre cómo escalar una montaña nevada o cómo cruzar a grandes velocidades los sinuosos caminos de piedra, a bordo de una bicicleta, ya que verdaderamente los deportes extremos son lo suyo.
Hay equipo
A diferencia de los brasileños y los chilenos, que practican diariamente porque son compañeros de fuerza, los argentinos se hacen al andar y se organizan de acuerdo a sus trabajos particulares.
De hecho, de los cinco que representaron al país en Villa María, sólo dos viven del paracaidismo. Uno es Luciano Pasqualetto, de Bahía Blanca, quien es instructor y lleva la pasión desde hace 17 años. El otro es Luciano Bacque, encargado de filmar desde el aire, oriundo de Lobos.
Además está Franco Ferrero, de San Nicolás, y Daniel Rivas, quien llegó desde Montevideo, Uruguay.
“Competir contra los brasileños es casi imposible porque ellos son realmente los mejores; están todo el día juntos, entrenando movimientos, pero nosotros hacemos lo nuestro, tratamos de ir mejorando y de disfrutarlo”, admiten todos. De hecho, Rivas indica que “todos los días se aprende algo nuevo”.
Más allá de esto, los cuatro que arman las formas aseguran que Luciano Bacque, el “camarógrafo”, es uno de los mejores del mundo, algo que no se logra de un día para el otro, sino sumando al menos 30 mil saltos.
La competencia
En diez pasadas, cada equipo debió tirarse para realizar sus maniobras en el aire, donde vienen a 200 km/h y tienen 35 segundos para mostrar sus formas.
Son cuatro los que se agrupan en el aire, mientras un quinto va registrando las imágenes con una cámara de vídeo que resulta fundamental. Es que los jueces no se guían por lo que observan desde la tierra, sino por lo que muestre la grabación.
“Es una linda competencia porque requiere de mucho trabajo grupal y va mejorando año tras año; esta es la décima que realizamos”, cuenta Héctor Ulloa, un dirigente llegado desde Chile y que preside la Confederación Latinoamericana de paracaidismo.
Más que sumar
No sólo de Chile y Brasil llegaron a participar, sino también de Guatemala y Ecuador. Además visitaron la ciudad paracaidistas argentinos que aprovecharon la jornada para hacer sus saltos.
Entre unos y otros son diferentes los idiomas y las tonadas, las pilchas y los colores de sus equipos. Algo unifica a todos: la belleza de la libertad en el cielo; entonces todo lo resume Luciano Bacque en una frase que lleva en su remera: “Volá tu vida”.