El próximo 4 de agosto el Paseo del Buen Pastor, en Córdoba, cumplirá 10 años de vida. Una década entera la que lleva erigiéndose como ícono de la capital provincial, merced a una estructura que mezcla pasado y futuro en su perfil moderno y clásico a la vez.
Otrora cárcel de mujeres, el edificio original fue levantado en el año 1897. En estado de dejadez durante décadas, fue recuperado y reinaugurado en 2007, en el mismo lugar que lo vio nacer: avenida Hipólito Irigoyen al 300, frente a la célebre iglesia conocida popularmente como Los Capuchinos (oficialmente del Sagrado Corazón), en la médula del barrio Nueva Córdoba.
En total son alrededor de 10.400 metros cuadrados de obra, casi un tercio de los cuales son cubiertos. Armado de semejante complexión, convoca a locales y viajeros con su rostro de múltiples facetas, que incluye una capilla, un sector cultural destinado a la realización de distintos eventos, un área recreativa (la cual cuenta con un par de restaurantes, un café, tienda de artículos regionales y oficina de turismo) y una zona abierta que ocupa la mayor parte de la media manzana (en rigor, un triángulo), donde también se lucen las fuentes y sus espectáculos nocturnos de luces, sonidos y aguas danzantes.
Virtudes de cada área
Cada espacio tiene algo de especial para contar, en un conjunto que respeta parte del diseño original (largos pasillos, columnas y arcos, al estilo de los antiguos claustros), pero que sin duda brilla de veras a partir de su faceta moderna, en la que destaca sobremanera el puente vidriado.
La capilla (consagrada a principios del siglo XX), por ejemplo, presenta planta de cruz griega y en los muros trabajos de leyendas de la pintura mediterránea como Emilio Caraffa y Emiliano Gómez Clara. En la zona aledaña (siempre en el ala norte del lugar) se despliegan los emprendimientos comerciales ya citados y las salas culturales (donde se llevan a cabo exposiciones de pintura, fotografía y escultura, conciertos musicales, obras de teatro, presentaciones de libros, conferencias de prensa, etcétera).
En tanto, el área descubierta genera un movimiento vital, con espacios verdes que se intercalan con el cemento y gente disfrutando durante el día y la noche de lugares para sentarse (e incluso “echarse”) a charlar o simplemente contemplar. Coronando el cuadro sobresalen las fuentes, que durante varios momentos del día brindan un singular espectáculo computarizado de agua, luces y música, que suele durar unos 20 minutos. Todo, en torno a un paisaje urbano de grandes edificios y ajetreo constante, bien típico de esta parte de Córdoba.