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Director local prepara documental sobre una tradición del sur brasileño

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Director local prepara documental sobre una tradición del sur brasileño

Entrevista – Sergio Stocchero viajó a Pantano do Sul para filmar sobre la ancestral pesca de arrastre artesanal

“Tainha” es el nombre del proyecto que alude al tipo de pez que se captura y se reparte en forma comunitaria

La tainha es un pez que se cría en agua dulce, como en el Río de la Plata o en la Laguna de los Patos cerca a Porto Alegre, y va a desovar en agua salada, en las costas del sur brasileño, aproximadamente en mayo.

Sergio Stocchero es un periodista de EL DIARIO, escritor y director de cine que desde hace varias temporadas veraniegas consecutivas viaja desde su Villa María natal hacia la pequeña localidad brasileña de Pantano do Sul, en la península de Florianópolis, para disfrutar de las vacaciones junto a su familia.

Al igual que los cardúmenes que año tras año se aproximan a dichas playas paradisíacas, el hacedor local terminó “atrapado” y cautivado por las historias de vida que encierra la ancestral y comunitaria práctica del lugar: la pesca de arrastre artesanal.

“Al principio íbamos un par de familias amigas, hasta que las últimas veces éramos como 50. Nos conocen ya como el ‘grupo de los cordobeses’ (entre ellos, varios colegas de la profesión audiovisual). Imaginate que es un pueblo de 500 habitantes con dos calles y varios pasadizos. Ahí conocimos a Didí, un pescador retirado que nos empezó a contar el origen de este tipo de pesca, sobre cómo todo el pueblo participa de una forma u otra y cómo se reparte lo que se atrapa. Entonces nos dimos cuenta de que había una historia interesante, y hace tres años, tras una noche de copas, prometimos hacer un documental al respecto”, comentó Sergio.

 

Apoyo de la UNVM y de la UFSC

Primero, Stocchero concretó un par de viajes y estadías de investigación, pesquisas por Internet y una visita a las universidades cercanas al pueblo para establecer contactos institucionales a fin de conseguir fondos (terminó por firmar un convenio con la UFSC). Del mismo modo, el director estrechó lazos con la Universidad Nacional de Villa María a través del propio rector: “Luis Negretti apoyó el proyecto desde el inicio”, remarcó.

“Hacer viajes de tanta distancia y con tantos costos de producción necesitaba de recursos para lograrlo. Además, queríamos tener buenos equipos de filmación que capten buenas imágenes, ya que el paisaje juega un rol narrativo y dramático importantísimo”, remarcó.

“Me llegué a bajar el Duolingo (la aplicación web de aprendizaje de idiomas), vi varias películas brasileñas y me escribía y hablaba con frecuencia con un amigo que vive por allá para tener mayor facilidad a la hora de entrevistar”, comentó.

Así y todo, confiesa, “recién en el último viaje los lugareños terminaron de incorporarnos y de abrirse un poco más. Y eso que yo ya había participado una vez en la pesca comunitaria y había ganado mi propio ‘quinhão’ (su paga), que vendrían a ser los pescados correspondientes a tu rol durante la práctica”.

El proceso, a saber, demanda una lógica organizativa y un sistema de jerarquías que se respeta a rajatablas. Además, el mero acto de que el “peixe” consiga arrimarse a la costa depende de varios factores climáticos: “Tiene que ver el clima, el viento, si hay viento sur, si para, si después hay viento norte, o puede que el pez se vaya a la playa siguiente. Por eso, no siempre pescan”, indica Sergio.

Ahora, cuando los planetas y las tainhas se alinean, pueden alcanzar a sacar 60 mil peces de una vez.

El proceso, que según cuentan es heredado de los pueblos nativos inscriptos en una rama de los guaraníes, inicia con un vigía que destina entre ocho y diez horas diarias a observar el mar hasta que, milagro mediante, divisa el cardumen a ojo. Acto seguido revolea una remera en señal de alerta y preparación. El patrón de canoa ordena empujar la pequeña embarcación y que suban los integrantes ya previstos para el periplo. El “chumbeleiro” es el encargado de tirar la red y hacer un gran cerco de contención al cual los remeros comenzarán a jalar ayudados por los camaradas.

“Todos reciben sus peixes dado que se reparte cooperativamente. Algunos más y otros menos, según la tarea que tuvieron. Hasta los que lo participan reciben algo. Lo único que sucede es que este tipo de modalidad artesanal tiene cada vez menos adeptos: cada vez hay menos chicos y cada vez hay más jubilados. De acuerdo a los habitantes, esta práctica no durará más de 20 o 30 años”, subrayó Stocchero.

 

“La filosofía del pescador”

“Podés hacer varias películas con esta misma temática. Podés encararlo desde el sistema cooperativo, desde el punto de vista gastronómico, dado que el huevo de la tainha hembra es muy buscado y cotizado en todo el mundo, o hasta desde la biología y la ciencia, de cómo es la procreación de estos peces en particular. A mí me interesaron la filosofía del pescador y las historias de los habitantes”, contó.

Uno de los testimonios que más recuerda no tiene que ver con el ámbito de la pesca en sí, sino con una mujer que vive a pasos del mar y que nunca se metió en él, salvo una vez cuando era niña. “Tienen otro modo de ver el mundo. Tal vez tengan un centro comercial como Florianópolis a pocos kilómetros y no lo conocen”, agregó Sergio.

Junto a él, el equipo de rodaje y realizativo es el siguiente: Santiago Seminara (dirección de Fotografía y Cámara), su hijo Luca Stocchero (Cámara), Luis López (Sonido), Alberto Bonafé, Guillermo Alonso (Producción), Tebi Aveta (Animación) y Marcelo D’Ercoli (Gráfica).