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Discapacidad: mitos sobre las pensiones

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Discapacidad: mitos sobre las pensiones
Una imagen de la concentración y radio abierta realizada en la mañana del viernes en la plaza Centenario de Villa María

La autora rompe con una serie de preconceptos que enturbiaron el debate al que se vio sometida la sociedad, a raíz de la marcha y posible contramarcha del Gobierno nacional en torno a la delicada cuestión

Una imagen de la concentración y radio abierta realizada en la mañana del viernes en la plaza Centenario de Villa María

Escribe: Analía Infante (De Maternidad Atípica)

Las cobra cualquiera, las pensiones se repartían a troche y moche: falso.

Para acceder a la pensión no contributiva por discapacidad se debe realizar un trámite de un año de duración, tiempo en el que auditan a la familia, todos sus bienes, sus ingresos, sus gastos, su situación de salud y discapacidad, con planillas dadas por desarrollo social que deben ser completadas por médicos (no alcanza con solo tener el Certificado Unico de Discapacidad – CUD).

Si durante ese proceso salta que hubiera un bien que no fue declarado (por ejemplo, a nosotros nos saltó una moto Zanella de los años 70 que nos había sido robada y debimos presentar la denuncia de robo realizada en su momento), te hacen presentar documentación al respecto, y demostrar que no posees ese otro bien.

Luego de todo ese proceso, solo son aprobados los casos en los que se demuestra que el ingreso familiar y los bienes ameritan que reciba esa ayuda. Por lo tanto, las pensiones que hoy se dan de baja son de gente que ya ha demostrado necesitar ese beneficio.

Se daban pensiones a personas que no las necesitaba, gracias a contar con poder y contactos: desconozco. No tengo contacto con personas con poder, solo con las familias que tienen hijos con certificado de discapacidad y si cobraban la pensión, era porque lo necesitaban.

Si alguien conoce algún caso en particular de “pensiones truchas” sería bueno que denunciara ese caso con nombre y apellido en la entidad correspondiente. Las bajas de las pensiones actuales no son a personas con poder (si no, no se las darían de baja), sino a gente que las necesita y debería acceder a ese derecho, por el que ya presentaron la documentación correspondiente (si no, no les hubieran aprobado el beneficio).

Necesitan corroborar que quienes cobran actualmente, siguen con vida: falso. Para cobrar la pensión se debe realizar un trámite de supervivencia en el banco de modo presencial que, en nuestro caso, debíamos realizar todos los meses.

Las personas con Síndrome de Down pueden trabajar: si bien es cierto que podrían hacerlo, el hecho de que haya puestos de trabajo para estas personas es falso (al igual que para tantas otras personas con discapacidad). Vivimos en una sociedad sumamente discriminatoria, y no hay puestos de trabajo dignos para personas con diversidad (y si hubiera alguno, la proporción de personas que pudieran acceder a éstos sería insignificante ante el total de personas que lo necesitan).

Las familias se aprovechan de la discapacidad de sus hijos para obtener comodidades: la realidad de una persona que tiene que cuidar de su hijo con discapacidad tiene responsabilidades totalmente diferentes a las de otras personas.

El hecho de llevar adelante una paternidad con estas características demanda un trabajo extra que es imposible de comprender para alguien de afuera (la lucha con las obras sociales y las instituciones educativas, la discriminación que se vive día a día, la estimulación a los hijos, terapias, etcétera). Y sí, a veces necesitamos que nos den prioridad en una fila, o estacionar más cerca de la entrada, y les aseguro que nada de esto nos permite ni de cerca vivir en igualdad. El hecho de que no se vean las dificultades a primera vista, no significa que no existan.

La cantidad de personas que accedieron a la pensión aumentó de manera drástica: en ese caso (teniendo en cuenta lo difícil que es acceder a ella) significa que la población con discapacidad aumentó de forma drástica. Si es así, entonces habría que evaluar cuáles son las condiciones por las que se da ese aumento. Y así la población con discapacidad sea el 1% de la sociedad o el 50%, éstos merecen ser contemplados como personas con derechos.

El hecho de quitar los beneficios a los que acceden, no hace que el porcentaje de personas con discapacidad sea menor, por el contrario, agrava su situación de vulnerabilidad.

Alguien que no tiene discapacidad total y accede a la pensión, le “quita” el beneficio a otra persona con mayor discapacidad: falso. La aprobación de la pensión no debe ser una competencia similar a “Los juegos del hambre”. Si tanto a una persona como a la otra les corresponde la pensión, debería ser dada en todos los casos (y no quitársela a uno para dársela al otro), y el presupuesto para esto no debe salir de otras pensiones, sino de algún sector de la sociedad que no sea vulnerable.

Si creés que tu pensión fue suspendida de manera injusta, debés reclamar en Desarrollo Social para que revisen tu situación: cinismo puro. Si los nuevos parámetros para acceder a la pensión son no contar con ninguna propiedad (por más humilde que sea) y ningún ingreso (por más básico que sea), el hecho de que nos hagan volver a presentar toda la documentación ya presentada, para lo único que va a servir es para hacernos perder tiempo y cansarnos, porque si ahora la vara está tan baja que solo le dan la pensión a personas en situación de calle, por más que nos presentemos nos la van a negar. En ese caso, para una persona en situación de indigencia extrema y discapacidad, el monto de la pensión es una miseria.

La pensión por discapacidad en un derecho para quienes accedieron a ella, y las personas con discapacidad son siempre un sector vulnerable de la sociedad.