Tranquilo en sus vacaciones, el villamariense contó sobre la buena temporada que atravesó en el fútbol estadounidense. Cómo lo trata Canadá y de qué manera vive el juego a los 34 años son algunos de los temas que habló con EL DIARIO
No son buenos días para vacacionar. Llueve y sale el sol; se limpia, pero al rato llegan las nubes. Sin embargo, para Mauro Rosales ya no existen tiempos tormentosos.
A pesar de que las gotas mojan sus ventanales en lo alto, desde donde visualiza gran parte de Villa María, el exdelantero de River y Newell’s tiene sepultados los temores hace bastante.
Con sus 34 años, el único futbolista villamariense en lograr una Medalla de Oro olímpica dice que ahora disfruta “mucho más que antes”.
Vive en Vancouver, Canadá, pero también arriba de los aviones, de acá por allá en territorio de Estados Unidos, entonces sabe cuándo apoyar los pies y sentirse a pleno con su familia o sus amigos cada vez que pisa suelo villamariense.
En ese “relax” suele hacerse un tiempo para atender a EL DIARIO, como casi siempre lo hizo desde que su nombre asomó en el fútbol grande. Y entonces surgen los comentarios, las anécdotas y la satisfacción que todo marcha en orden.
“Nuestro equipo (Vancouver Whitecaps) fue el que mejor temporada desarrolló desde que el club empezó a jugar en la Liga. Batió records en todos lados, ganamos la Copa Canadá, participamos en la Concacaf, terminamos segundos en la conferencia, y después perdimos la ‘semi’ en play off, en lo que fue el partido que peor jugamos, no hubo forma”, cuenta, tranquilo.
-¿Estás jugando de enganche?
-Ese último partido no, pero los anteriores sí. Me siento cómodo porque tenés más contacto con la pelota y además nos fue bien como equipo.
-¿Cómo te sentís como jugador más “veterano”, por así decirlo?
-Bien. Disfrutándolo muchísimo más que antes. Gracias a Dios, físicamente estoy muy bien. Se disfruta cada momento porque sabés que te queda poco. Quizás si hubiera disfrutado como lo estoy haciendo hoy por hoy mucho tiempo antes, capaz que hubiera sido diferentes, pero son cuestiones que te das cuenta ahora.
También sos más para jugar y con mayor experiencia en cosas que uno ya pasó. De no gastar energías como las gastaba antes y estar preparado para ayudar al equipo cuando lo necesita, o en cuestiones tácticas y posicionales, porque en el equipo hay muchos chicos jóvenes, somos el plantel más joven de la liga, sacándome a mí, ja. Así que ellos tienen la energía, pero no tienen la experiencia que por ahí tiene uno.
-¿Físicamente no tuviste lesiones graves?
-Sólo tuve un par de contracturas que fueron detectadas antes para que no pasen a mayores. Y tuve un parate al principio del torneo porque se me largó uno de atrás y me jodí el mismo tobillo operado, y estuve parado tres o cuatro partidos; después de eso, siempre estuve para jugar.
-¿Nunca se te cruzó volver a jugar al país?
-No se dan las posibilidades. Y además, esa liga siempre está un poco a contramano de las demás. Cuando vos estás preparado para empezar a competir, acá recién están conformándose y tampoco hay alguien que esté buscando con mucha antelación como para decir “venite y te esperamos para la próxima temporada”.
De todas maneras, cuando uno ya está con compromiso para los otros años, se hace difícil cortar cualquier tipo de vínculo y venirse. Además, ya uno no tiene la edad para la exigencia que tiene el fútbol de hoy, pero si tengo que volver, volvería; no me lo he puesto a pensar porque siempre he tenido la oportunidad de tener los vínculos con los clubes de Estados Unidos y si ellos están interesados, te dan confianza y creen en vos, también está bueno darle la palabra para seguir allá.
-Además, por las imágenes o lo que se puede leer desde acá, ya estás consagrado como una figura allá y eso es algo muy difícil de conseguirlo…
-Obviamente ésas son cosas que te motivan para seguir trabajando. Sumado a eso, la Liga está creciendo muchísimo y gracias a Dios fui parte de ese proceso. Cuando llegué ya estaban muy bien y ya pasaron cinco años y ver cómo se transformó es algo impresionante. Al ver la calidad de jugadores que han llegado y cómo se va armando la liga, ojalá pueda jugar cuatro o cinco años más, porque será increíble en un futuro cercano.
-Y la gente también está más efusiva…
-Es muy difícil que se pueda comparar con Sudamérica porque es algo que tampoco ves en Europa el fanatismo y la pasión que existe por estos lados. Pero se nota la lealtad que tienen los fans allá para seguir apoyando más allá del resultado. Y están también en un proceso de exigir, algo que ya hacen, y son muy seguidores, con estadio llenos. En la zona que estamos nosotros, el ‘north west’ (noreste), es el sector donde mejor se vive el fútbol en Estados Unidos. Se encuentra Seattle, que lleva 70 mil personas, Portland y nosotros, que siempre llenan los estadios. Por lo que es lo más bonito en el ambiente. En realidad la mayoría de los clubes está creciendo en este aspecto. Por ejemplo, allá están los hinchas que pagan los tickets de toda la temporada y es algo que se va renovando anualmente previo a que finalice el campeonato y en Vancouver este año ya se renovó el doble de lo que fue cuando empezaron. Es decir, ni siquiera está por comenzar la temporada y ya tienen el estadio lleno. La liga y el club buscan eso: ganar en popularidad. Y obviamente los buenos resultados generaron que la gente la pase bien y quiera volver porque, además, tienen todas las comodidades, al punto que nuestro estadio fue elegido entre los mejores del mundo.
El estadio está en el medio del centro y entonces tenés todos los restaurantes en los alrededores. Entonces después del partido siguen todos en el mismo ambiente, van al casino, de allí al restaurante… O sea, es una salida y un plan que es buenísimo.
“Relajado”
-Recién nos decías que estás disfrutando más que antes del fútbol. ¿Y fuera del fútbol también?
-También es algo diferente. Salís a conocer lugares, estás más relajado en tu casa después del partido porque antes te “quemabas la cabeza”, algo que a veces me sigue pasando si no tenemos un buen partido, pero ya es otra cosa. Hay otras maneras de distraerte. Vas a la calle y no pasa nada más que una foto o un saludo. La tranquilidad que tenés por aquellos lados es muy bonito.
-¿Y qué extrañás de Villa María?
-Todo. La familia, los amigos y a la abuela, que se queda acá y no quiere viajar. Eso y las costumbres, que no cambian, por más que estás viviendo en uno de los mejores países del mundo. Tu ciudad es tu ciudad y es lo que, obviamente en mi caso, más se extraña.
-Decís “en uno de los mejores países del mundo”. En tu caso, ¿qué diferencia notaste?
-En la organización. En saber que todo funciona, que todo lo que buscás lo tenés a mano. Y en el caso de uno que juega al fútbol, el respeto. Son cosas muy importantes y que lo notás y hace que disfrutés todo mucho más.
Haciendo un repaso de estos cinco años en la Major League, ¿fue una decisión acertada en todo aspecto ir a jugar allá?
-Realmente encontré en Estados Unidos una liga que me ayudó a sacar esas ganas de ir para adelante, de disfrutar y de tener esos partidos que me hacen sentir, internamente, futbolista y que me hacen querer mucho más al fútbol. Y haber ido a Seattle, que fue el primero y estuve tres años, resultó el mejor equipo que podía haber llegado. Es un club que tiene la organización de los mejores del mundo y vos llegar allá, sentís esa comodidad y no necesitás tiempo de adaptación. Se ve que muchos a los que han llegado ahora les costó porque tal vez llegaron con la mentalidad de que no es tan fuerte de la liga y no es así. Es fortísima la competencia, es exigente y tenés que estar bien físicamente. Además, hay muchos viajes, con diferencia de horarios… Digamos que el estrés de todo el año por tanto viaje no es para cualquiera. Y nosotros estando en Canadá, pasamos a Estados Unidos todo el tiempo… Son una o dos horas de trámite, tanto de ida y vuelta. Es un proceso que lo hacés todo los fines de semana. Si no viajas a la otra costa y son las 12 de la noche y hay que ir a dormir, pero de donde venimos son tres horas menos. Entonces, estás todo el tiempo en esa sintonía. Por suerte, después de tantos años allá, ya estoy adaptado, pero no es tan sencillo.
Después, al contrario de lo que pasa acá, contás con más libertad. En Argentina llegás al hotel y no podés ni asomar la oreja. Allá podés elegir adónde querés ir a comer y hay horarios más flexibles y no tan estrictos para que no te canse. Si no, no te relajas nunca. De igual manera, se disfruta mucho estar allá.
Otro sistema
Rosales atravesó diferentes etapas en el fútbol. De Villa María pasó a la “Chicago argentina”, Rosario, y también por Buenos Aires, por Amsterdam… Cada uno con su libreto para cumplir o exigir al jugador.
-Imaginamos que no “renegás” para nada…
-Para nada. Tenés las personas adecuadas para cada situación que necesitás. Por ejemplo, si ahora voy a un club, contás con una persona que te ayuda a buscarte tu casa, otra con los papeles, otra de guiarte, ayudarte. El coach, que sólo tiene cuatro años más que yo, siempre está pendiente que los jugadores estén bien. No se le pasa ninguna. Y cuenta con asistentes de Inglaterra, Escocia y Gales, con experiencia. Es decir, hay un combo bien conformado.
Cuando llegué el año pasado a Vancouver ya se veía que el equipo iba a andar bien el próximo torneo. Y así fue, tuvimos una temporada exitosa y por eso tomé, en ese momento, la decisión de quedarme. Ahora, para el próximo año, tengo la misma ambición. De estar en un equipo que le vaya bien y que tenga posibilidades, y si es en Vancouver, mucho mejor. La liga cambia mucho, constantemente está en busca de eso y siempre si tienen las posibilidades de renovar, lo van a hacer. Porque tiene los recursos y el número de jugadores que quieren ir jugar en la Liga.
-¿Ellos lo que tienen en claro es que es un show?
-Siempre; al club que vas te ofrecen algo diferente para que no sea sólo ir a ver fútbol. Siempre hay un evento aparte del partido. Y así no te quedés sólo con el partido, sino lo que viviste en la cancha desde que llegaste hasta que te fuiste. Acá, tal vez, no ves lo que hay detrás de un partido. Y allí tenés camiones de comida, bebidas, catering para los palcos, restaurantes mismos en la cancha. Es decir, trabajan desde dos días antes para los partidos. Por lo que trabajan para que la gente esté bien durante el partido y después salga afuera y tenga mil cosas más para hacer. En todos los deportes, fútbol, básquet, hockey, beisbol, tienen la misma mentalidad.
-Por último, ¿hasta cuándo te ves jugando?
-Ahora en febrero cumplo 35 años y seguramente dos años más jugaré. Lo que decía anteriormente, de poder jugar dentro de cinco años, es porque no va a haber jugador que no quiera ir allí. Lo que se ve es que, dentro de unos años, la televisación va poner los ojos en la liga y captar la televisión para ellos es ganar. Por eso ya tenés a Pirlo, Villa, Lampard, Gerrard y Kaká, entre otros. Además, está todo perfectamente organizada, hasta hay lugares fijos para las pretemporadas a través de convenios que la liga hizo con ciudades y así promueven el fútbol”.
¿Volverá?
El predio de Alumni lleva el nombre de Mauro Rosales. Esto marca el orgullo villamariense sobre la carrera futbolística de quien surgió de las inferiores “fortineras”.
La última vez que volvió a Villa María, Mauro dejó entrever que no descarta la posibilidad de retirarse en Alumni. Y cada vez que alguien le consulta, dice lo mismo.
De todas maneras, Rosales quiere seguir más tiempo en la Major Legue. El futuro dirá si regresa.
El lunes, Mauro fue a Plaza Ocampo y vio jugar en Unión Central al “Patito” Martín Delfino, con 41 años. Y eso lo dejó tranquilo. Se ve con tiempo para seguir brillando.