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Dos campeones en Córdoba

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Dos campeones en Córdoba

P52-F1 Valdano
Jorge Valdano
P52-F2 Ginobili
Emanuel Ginóbili

En el Orfeo Superdomo de Córdoba se dio una cita de honor: Jorge Valdano, campeón del mundo en México 86 y exmanager de Real Madrid, y Emanuel Ginobili, el basquetbolista de San Antonio Spurs de la NBA y uno de los deportistas más importantes de la historia nacional, estuvieron al frente del ciclo “Be a Team” (Ser un equipo).

Entre los presentes estaban los que querían llevar estos consejos a sus empresas, con conceptos como creación y trabajo en equipo, motivación, liderazgo, desarrollo de talento y superación de adversidades, para mejorar el rendimiento; pero sobre todo por fanáticos del fútbol y del básquet que se llevaron una lección de deporte, pero también de vida.

 

Los poderes de Valdano

El que abrió el encuentro fue Jorge Valdano, un acostumbrado a dar charlas motivacionales. “Yo vengo desde el fútbol: territorio emocional que ayuda a distender como seres humanos. Donde juega la inteligencia individual y colectiva, juega la técnica. Porque como dijo Picasso: no hay genio sin técnica”.

La charla fue orientada para la vida empresarial, pero también la personal de los presentes. Por eso se detuvo en lo emocional. “La capacidad competitiva necesita de los trabajadores, y el fútbol es una autoridad en este tema porque en el fútbol el producto es el quipo y la materia prima son los seres humanos.   Allí juegan muchos factores, pero la frase es que un equipo es un estado de ánimo y es capaz de movilizar pasiones tan grandes que la diferencia nos pone ante el éxito o el fracaso”, confesó para seguir con una charla que duró una hora.

Su disertación se basó en el título de su último libro: Los 11 poderes del líder. Que entre teorías y ejemplos vividos con los deportistas de primer nivel, hicieron posible la captación de lo que quería decir. Pero además con una jugada que le marcó la vida como fue el gol errado ante Bélgica en la semifinal de 1986, con el arco libre a su disposición, y que fue el eje de la noche. “Porque el éxito tiene que ver con la resistencia a la frustración y al fracaso. Son más veces las que tiramos la pelota afuera de las que marcamos el gol. Eso es vital para un líder de cualquier categoría”, confesó.

Entre los poderes están el de la credibilidad, que tiene una relación directa con la ética, para poner como ejemplos a Marcelo Bielsa y a Alfredo Di Stéfano. A ellos dos por respetar al otro, no importa si es anónimo en una tribuna, pero “es algo que Alfredo tenía muy claro como profesional”.

El poder de la pasión fue representada por Pep Guardiola para explicar el amor a la tarea (fútbol) y a la empresa (el club donde se juega). “Cuando hablan lo hacen con un entusiasmo tal que te contagian hasta en el plano físico”. Otros poderes se fueron enumerando como la Esperanza, Curiosidad, Humildad -ser conscientes de las debilidades y fortalezas además de que la vanidad envenena un proyecto sea futbolístico o de cualquier índole- poder del vestuario, de la simplicidad, talento, y entre los destacados fue el poder del estilo, ya que es el valor de continuar un proyecto porque cuando se pierde es el “único lugar donde resguardarse” y además “hay que ser inteligentes de tener un estilo que será más fácil para que se logren los títulos u objetivos”. Además lo reflejó con un gesto que siempre agradeció de Marcelo Bielsa, quien le regaló un cartel robado en el vestuario del Manchester United que decía: «There is no medal or thophy better than being aclameid for your style» «No hay mejor medalla o trofeo que ser aclamado por tu estilo».

El entrenador que hizo debutar a Raúl en Real Madrid, sabe lo que significa la palabra y por eso le dio mucha importancia a ese poder: “La comunicación tiene una importancia fundamental en cualquier proyecto. Los equipos que polemizan, que debaten son los que están vivos. La imagen de esto es Mascherano que contagia con palabras como lo hizo en Brasil”. Por último el poder del éxito “que necesita que esté apoyado al mérito y segundo que tengamos gente con quien compartir”.

Al finalizar elogió al sueño, que alimenta la ilusión y lo llevó hasta la selección, agradeció al error “porque si metía ese gol en la semifinal, no hubiera definido de la misma manera en la final y no hubiese entrenado una semana seguida con el arquero” para afirmar que “el éxito es una trampa de la vanidad y el error nos hace mejores”. Y honró el afecto ya que Marcelo Trobbiani, su compañero de cuarto en México 86, fue un sostén para que no se quedara en ese error para ser “del primero que me acordé en el gol”. Porque el respeto siempre se convertirá en afecto. Que no fue ni más ni menos que lo que generó Jorge Valdano, ya que el respeto con el que se le escuchó, fue el afecto con el que se aplaudió al final a este Campeón Mundial.

 

El aprendizaje de “Manu”

Emanuel Ginobili, por su parte compartió un aprendizaje y hasta se puede entender como una lección de esas que se dan en el deporte donde “siempre hay más frustraciones que alegrías en el deporte, y muchos piensan que somos de roca”.

Lo que trajo a Córdoba en palabras fue un hecho que lo marcó de por vida. Mientras pasaba su campeonato de Euroliga en 2001, cuando salió de perdedor, porque hasta ahí nunca había ganado nada y los anillos ganados con San Antonio Spurs, o el Juego de las Estrellas de 2011 y ni hablar de los JJ.OO. de Atenas 2004, sabiendo que podía hacerlo y sintiendo que era más fácil de lo imaginado. Ese hecho que lo marcó, fue un subcampeonato. El punto de inflexión en su carrera y en su vida, fue la temporada 2012-2013, cuando perdieron la final ante Miami Heat.

“Mi cuerpo parecía flaquear, me llegaban críticas de que no era el mismo. Entre desgarros al comienzo de la temporada, no estaba bien basquetbolísticamente, empezaba a flaquear mentalmente porque pensé que me pasaba factura el cuerpo, por mi estilo de juego” iba contando mientras pasaba imágenes del sexto partido, el que cambió toda la historia en menos de treinta segundos. Cómo la mente ganadora de alguien que ha logrado todo que decae por el dolor inmenso luego de esa temporada que estuvo tan cerca de ganar, fue lo que en “Manu” hizo un “click”.

“Sentía que había traicionado la confianza del entrenador, de los compañeros, de la gente. Quería una pala y enterrarme en el parqué. Estaba quebrado”, confesó. Fue ahí que se diera cuenta de que no era fácil estar ahí a los 36 años. Y que él podía ser “más racional” que todo ese conjunto de hechos fortuitos (un tiro libre errado, un rebote que no llegó a tomar) que “te transforman de héroe a villano en poco tiempo”. Todos los cambios que siguieron en positivo, incluso ganar la temporada siguiente y contra los mismos rivales fue gracias a la derrota y utilizó la frase de Jorge Luis Borges para explicarlo: “La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce”, para dar a entender que todos se renovaron aquella vez.

El paso siguiente fue digerir ese partido entre todo el equipo, viéndolo apenas comenzaba la temporada 2013-2014 que ganaría con Tim Duncan y Parker entre otros, y “buscar las cosas positivas. No ser tan fanático si iba bien y no el otro extremo, si nos iba mal”. Porque citando a José Saramago sobre que “la derrota tiene algo positivo y es que no es definitiva, y la victoria tiene algo negativo y es que también no es definitiva”. Quien aseguró que de la derrota se aprende y de la victoria no se vive. La victoria dura poco.

Ya a esa altura no importaba si había empresarios. Manu daba cuenta de cómo se para ante la vida, justamente él que ganó todo. Y lo ejemplificó con una pregunta que le hicieron de cómo veía el seleccionado de básquetbol actual. “Las cosas que se tienen que dar para ganar un Oro Olípico son muchas, pero se puede ser un ganador sin ganar un campeonato: jugando como equipo, superando expectativas. A mí me gusta más un equipo que juega así, que felicita a un rival si pierde, antes que otros que ganen a la fuerza, prepoteando”.

 

Juan José Coronell