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El calvario que vivió una mujer en San Juan para recuperar a su hijo

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El calvario que vivió una mujer en San Juan para recuperar a su hijo
“Mi hijo ahora está bien: con mucha alegría volvió a su casa, a sus juguetes, su barrio y sus amigos”, dijo Claudia Sánchez, la mamá que pasó un periplo de casi tres meses en San Juan para que le restituyan al pequeño

Claudia Sánchez debió mudarse por casi tres meses a San Juan para que le devolvieran a su hijo. Pasó por refugios, estuvo incomunicada y de no ser por el apoyo del coordinador de DD.HH., Diversidad y Género y de la Auditoría de la ciudad, no sabe cómo hubiera podido salir de ese infierno

“Mi hijo ahora está bien: con mucha alegría volvió a su casa, a sus juguetes, su barrio y sus amigos”, dijo Claudia Sánchez, la mamá que pasó un periplo de casi tres meses en San Juan para que le restituyan al pequeño

El 9 de julio del año pasado los abuelos paternos de un niño de 9 años pasaron a buscarlo por la casa de su mamá y se lo llevaron a San Francisco para pasar las vacaciones. La promesa de restituirlo no se cumplió, por lo que Claudia Sánchez inició un periplo que duró exactamente un año, cuando pudo regresar con su hijo a casa, en Villa María, el último 9 de julio.

«La historia fue muy difícil. El padre, abusando de sus derechos de paternidad, no lo restituyó. Se lo llevó de la casa de los abuelos en San Francisco hacia San Juan, donde vive con su actual mujer», comenzó relatando Sánchez a EL DIARIO.

El pequeño hoy puede volver a disfrutar a su mamá. Atrás quedó el año en que los separaron de manera
forzada

Dejó claro, en primer lugar, que jamás negó el derecho de visita o de encuentro del niño a su progenitor. «Aunque en realidad, fue un padre ausente. Desde que abandonó nuestro hogar en 2012, lo habrá visto dos o tres veces, una de las cuales se lo llevó a San Juan, pero lo regresó como habíamos acordado en esa oportunidad», dijo.

Recuerda un hecho traumático en la vida de la familia y lo cuenta para graficar la ausencia paterna en la vida del niño. «Estaba con mi hijo viviendo en una casa alquilada en Vista Verde cuando se nos inundó todo». «En esa oportunidad, que habíamos perdido todo lo material, no se acercó ni una vez para saber si necesitábamos algo. Estábamos devastados y ni siquiera tuvo un contacto telefónico», recordó.

 

Madre e hijo, separados a la fuerza

Claudia se despidió aquel 9 de julio de su hijo, esperando volver a verlo cuando terminaran las vacaciones de invierno. «Yo estaba embarazada de mi segunda beba y la verdad que, cuando no lo trajo, empecé como pude a tramitar la restitución. El embarazo, que por todo lo que sufría, se presentó complicado, me impedía viajar por ese entonces, porque tenía contracciones todo el tiempo y no resistiría un viaje a San Juan», expresó.

«A partir de ahí fue todo desesperación y angustia. Trataba por teléfono de pedirle que lo trajera, pero me dijo: ‘¿Por qué te lo voy a llevar si soy el papá?’. Fue el primer choque que tuvimos», dijo.

Ante ese panorama fue inmediatamente a la Justicia de Villa María, donde le indicaron que no podían analizarlo como un caso penal, porque como papá él tenía sus derechos. «Me cansé de decirle que era un padre abandónico, que no cumplió con traerlo cuando empezaban las clases como había prometido, que en Villa María mi hijo tenía su vida, su escuela, sus amigos, pero no me llevaron el apunte», dijo.

Además, cada contacto telefónico con el pequeño, él lloraba y le decía que quería volver.

«Me parecía una injusticia total que me arrancaran a mi hijo así, sin causa, cuando siempre habíamos estado juntos».

Tuvo que contratar a una abogada civil, que a su vez gestionó con una colega de San Juan, para que se hicieran las tramitaciones legales para la restitución. Con todo, no tenía respuesta.

Sin saber dónde acudir, recurrió a la Auditoría General de la ciudad, donde Alicia Peressutti y las profesionales del lugar la acompañaron desde el primer momento. «Finalmente, pude ir a San Juan con mi beba, que entonces tenía cuatro meses y acompañada por Graciela Sánchez», integrante del Consejo de la Mujer. Era el 20 de abril de 2017.

Al llegar, tomaron contacto con la Defensoría del Pueblo sanjuanina, que dispuso un asesor letrado para acompañar a Claudia en el proceso judicial de restitución de su hijo.

 

Reencuentro

El tan esperado reencuentro con su hijo se dio en la escuela, donde el padre lo había inscripto sin tener toda la documentación que requieren en estos casos. Cuando Claudia llegó, llamó por su nombre al niño, que empezó a buscar con la mirada de dónde venía la voz que añoraba. «El reencuentro fue muy emotivo, lloraban hasta las maestras», recordó.

Allí, se anotició de que el padre había dado la peor imagen de ella: «Dijo que yo lo había abandonado, que tenía montones de vicios, como alcoholismo y drogadicción y que abusaba de mi hijo. Gracias a Dios, las pericias que hicieron demostraron que nada de eso era cierto. Por eso, me parece que tendría que haber una mejor comunicación entre la Policía de allá con la de acá, lo mismo con los Tribunales. Porque no puede existir esto de que vaya a difamarme a otra provincia y dejarme como la mala de la película. Si hubieran llamado a la Policía de acá hubieran sabido que él nos abandonó por otra mujer, que es con la que vive ahora y que mi hijo estaba bien conmigo y mi familia».

A partir de ese reencuentro, el pequeño no quiso separarse más de la mamá y allí empezó la otra historia que tuvo que sufrir Claudia en el proceso de restitución.

 

El infierno

Como el niño no quería dejar a la mamá, el padre comenzó a amenazarla. Ella estaba con su pequeña de meses y su hijo mayor en un refugio sanjuanino denominado Eva Perón. «Como él entró a ese refugio amenazando, por mi seguridad, nos enviaron a otro refugio, custodiados por policías y que no se podía saber dónde estaba físicamente. Era como un penal de mujeres», recordó.

En ese segundo refugio vivía con otras víctimas. Muchas golpeadas por sus parejas y también con otras mujeres que padecían adicciones y trataban de recuperarse. «No era un lugar para estar con los niños. Estaba incomunicada con el exterior y mis hijos tenían que compartir con las chicas que sufrían la abstinencia de la droga y en muchos casos se ponían violentas. Además, sufríamos malos tratos por parte de los encargados de cuidar», dijo.

Recuerda que en un momento, la más pequeña comenzó a estar enferma y no podía hacer que la llevaran al médico. «Cuando llamaba mi mamá al refugio, le decían que era yo la que no quería ir al profesional para que atendiera a mi hija», señaló.

Además, estaba la amenaza constante: «Cada vez que una de las chicas se ponía nerviosa o le pasaba algo, llamaban al 102 y se llevaban a sus hijos. Tenía miedo que me pasara eso a mí. Un día que, por no contar con vehículo oficial no me llevaron a Tribunales -ella no podía ir por sus propios medios dado el sistema restrictivo del lugar- y me hicieron perder un turno en la Defensoría. Me puse muy mal, porque estaba ahí para gestionar la restitución de mi hijo y empecé a temer que me llevaran a mi otra hija», recordó.

Horas de llanto, encerrada, con temor y sin poder hacer nada, se sintió como atrapada en una red de la que no podía salir.

Ante ese panorama, logró un día hacerse de su celular y envió la ubicación del refugio a la madre, que desde Villa María intuía que algo no andaba bien: “Le mandé también un audio diciéndole que por cualquier cosa, ése era el lugar dónde estaba”.

Al escuchar ese mensaje, la mujer no dudó: «Hablé por teléfono a Daniel Massara, de la Municipalidad, que desde ese mismo momento nos ayudó permanentemente. Estamos muy agradecidas», dijo la madre de Claudia, que tuvo que viajar a San Juan para acompañar a su hija en ese difícil momento.

La “cobertura” que le daba el hecho de que un funcionario de la Municipalidad de Villa María, más la Auditoría de la ciudad y la Defensoría del Pueblo de San Juan, estuvieran a diario comunicándose con las autoridades del refugio y con la Justicia, allanó, de alguna manera el camino de Claudia.

“Igual me fui a San Juan a acompañarla”, dijo la mamá de la mujer, que hoy comparte la vivienda y el cariño con su hija, el esposo y los dos nietos.

Está agradecida de los funcionarios y de la iglesia a la que asiste, que la guió en todo el tiempo para las gestiones.

“Cuando llegó mi mamá a San Juan me dejaron ir. Sentí que se habían roto las cadenas”, dijo Claudia.

Estuvieron algunos días en casas de familia que las albergaron y luego volvieron al Hogar Eva Perón, desde donde continuaron los trámites judiciales.

Mientras tanto, seguía el proceso judicial. El 19 de mayo oficialmente le informaron que podía tener a su hijo. Pero el trámite no había terminado. Todavía no podía abandonar la provincia de San Juan.

 

Final abierto

Las llamadas diarias de Villa María a la Justicia sanjuanina permitieron adelantar las fechas de algunas audiencias y finalmente, tras más de dos meses y medio de sufrir ese padecimiento en San Juan (de los cuales 47 días estuvo también la madre de Claudia), lograron el fallo judicial que les permitía a todos retornar al hogar en Villa María.

“En ese tiempo, la jueza fijó un régimen de visitas para él, pero no lo cumplió. Solo fue a la audiencia y no lo vimos más”, recordó. “Si tanto quería estar con su hijo, podría haberlo visitado. Se nota que lo que quería era hacer daño. Nos hizo pasar por todo esto y parece que ahora no le pueden hacer nada. Incluso, sigue teniendo un régimen de visitas y tiene derecho a volver a buscarlo. Por eso, esto sigue con final abierto”, planteó.

 

El presente

Claudia trabaja en un comercio ubicado en el barrio donde vive. Tras faltar tres meses, pensó que se había quedado sin empleo. “Gracias a Dios, mi jefa me esperó y pude conservar el trabajo que creí haber perdido”, dijo. También es cantante y tiene un disco grabado, por lo que con su juventud y la esperanza, espera hacerse camino en la música.

Además, al igual que su mamá, es peluquera. “Tenemos el local instalado acá, pero lo tuvimos que cerrar”, lamentó la mamá de Claudia.

Mientras, el pequeño no se separa de su mamá. “El está bien, acá tiene a sus amigos, su escuela. Está recuperando todo después de que lo arrancaron de mi lado y del centro de su vida”. Le preocupa que, según el oficio de la Justicia “el papá sigue teniendo derecho a llevárselo de vacaciones”.

“Espero también poder trasladar la causa acá, porque cualquier incidente tendría que volver a viajar. Y la verdad, que no quisiera estar más en San Juan”, dijo.

Hoy, no pierde la esperanza de que por criterios machistas la Justicia no ponga en tela de juicio solo por dichos la calidad de madre de una mujer, para que otra mujer no tenga que pasar todo lo que pasó ella para recuperar a su hijo.