Ni el ministro de Salud de la provincia, ni el intendente, ni tantos funcionarios pudieron abstraerse de una contienda de perros el martes, durante el acto de inauguración de un Centro de Adicciones. Fue como un mensaje para que sean tenidos en cuenta
Las personas nos ocupamos de cosas importantes que los perros no tienen en cuenta, simplemente, porque el orden de prioridades de ellos está totalmente modificado.
Es por ello que dos callejeros ningunearon una ceremonia importante el martes, en ocasión de la inauguración de un Centro para Tratamiento de Adicciones, un lugar fundamental para la salud villamariense. Allí los peludos se buscaron, se midieron y se trenzaron en lucha, todo ante los ojos del ministro provincial de Salud, Francisco Fortuna, quien oficiaba un discurso; la secretaria de Equidad de la provincia y esposa del gobernador, Alejandra Vigo; el intendente de la ciudad, Martín Gill; la legisladora Nora Bedano, funcionarios provinciales y locales, concejales y tantos más que se dieron cita.
Fue tal el protagonismo que tomaron los perros que por un momento Fortuna pareció ser el “sapo de otro pozo”, mientras aportaba datos de la relevante inauguración.
En la mitad del discurso del ministro, en silencio, los perros se retaban a duelo con frases que podrían producirse en clave perruna:
“¿Qué me olfateás? ¿So loco vo?”
“No te hagas el perejil que el otro día me robaste un hueso”.
“¿Qué? ¿Querés que te muerda el hocico? No me busqués eh”…
“Te voy a buscar lo que quiera porque me la banco…”
Del dicho al hecho hubo un solo trecho. Y se fueron derecho… A la pelea.
El episodio no dejó de ser una anécdota, pero puso incómodo a más de uno, sobre todo a quienes no están acostumbrados a convivir con los perros.
No obstante, fue una imagen que no solo reflejó la vida perruna. Muchas veces el problema de la droga, precisamente, pone a los humanos en este tipo de situaciones que terminan con peleas animales, sin importar la vida de los demás.
Un Centro de Tratamiento de Adicciones en Villa María será fundamental para cambiar la vida de quienes padecen el flagelo de la droga. Tendrá varios profesionales, gente capacitada, con experiencia en el tema, y promete ser un puntapié inicial para todo lo que se necesita en el combate de este problema que ha dominado al mundo.
¿Dónde encajan los perros en todo esto? Sería vital tener en cuenta los desafíos.
Es que mientras hay quienes piensan en sacárselos de encima, en Madrid, por ejemplo, ya empezaron a disfrutar de sus compañías en beneficio de la salud.
Lo nuevo
«Desde que he empezado la terapia noto más tranquilidad y paz interior. A veces no me apetece levantarme de la cama, pero gracias a los perros salgo del Centro con una sonrisa y ganas de afrontar el día», explica María, en España.
Con tan solo 34 años, es adicta al alcohol desde hace cuatro y, como muchos otros, no se atreve a develar su nombre real por miedo a sufrir rechazo social. Con voz firme, asegura que se metió en esta vorágine de difícil salida a raíz de la muerte de su madre y llegó a tal límite que se vio obligada a dejar su trabajo en el sector bancario. Ahora, intenta superar su adicción gracias a CuranDOG, una terapia con perros organizada por el Ayuntamiento de Madrid para ayudar a personas adictas a cualquier tipo de sustancia.
El tratamiento se imparte en los Centros de Atención a Drogodependientes (CAD), donde acuden adictos al alcohol y las drogas de todos los barrios de la capital. En el CAD de Hortaleza, todos los días de 12 a 13 horas, Lía y Nala son las protagonistas. La primera es un golden retriever joven y juguetona, y la segunda un labrador de aspecto más dócil.
La terapia lleva en marcha seis meses y su objetivo es conseguir que los pacientes mejoren sus habilidades sociales a través de juegos con los dos perros.
Aunque este tipo de tratamientos terapéuticos con animales se habían utilizado antes con ancianos y con niños que sufren algún tipo de discapacidad, nunca antes se había aplicado a drogodependientes. Para poder asistir hay que cumplir una serie de requisitos básicos, como haber dejado de consumir cualquier tipo de sustancia, ser capaz de controlar los instintos, no tener fobia a los animales y comprometerse a no abandonar el tratamiento una vez comenzado.
Rocío Calle, experta en intervención social y fundadora de CuranDOG, explica que «la clave de esta terapia es que se genera un vínculo entre las personas y los perros, y eso ayuda a que los pacientes aprendan a controlar sus impulsos y sentimientos». En este sentido, asegura que a lo largo de las sesiones se ha producido un cambio de actitud en los asistentes. «Han modificado el tono de voz que utilizaban para dirigirse al animal e incluso su postura corporal. Estas habilidades sociales al principio no las realizaban de forma adecuada y ahora sí», asegura.
Vale recordar que los perros tienen también otra acción vital antes que ayudar a los adictos. A lo largo de los años, solo ellos pudieron detectar innumerable cantidad de droga en operativos policiales, droga que no llegó al pueblo. Y el pueblo, desde sus gobernantes hasta el ciudadano más ignoto, se lo debe agradecer, aunque sea así, dejándolos que sean ellos.