El sacerdote José Miguel Marengo, de la Pastoral Penitenciaria, contó que recientemente un chico de 22 años que se encuentra detenido en el penal villamariense le confió: “Nunca me sentí amado, nunca sentí que nadie me abrazara, que me diera un gesto, algo de cariño”.
“Acuñamos una frase que dice que cuando alguien cae en la adicción o en los extremos de la violencia es porque en su historia alguien ha fallado, la familia, la escuela, la sociedad, el Estado, la Iglesia”, señaló el cura al hablar en el acto de apertura del Centro de Día, al que caracterizó como una “reparación, por la parte que a veces le toca al Estado y a todos”.