Será en el ex-Espacio INCAA en el marco de un nuevo Ciclo de Cine y Psicoanálisis organizado por la delegación local de Psicólogos
Escribe: Matías Destéfanis * ESPECIAL
Una vez Jean-Luc Godard dijo que “el cine no es un arte que filma la vida, sino que el cine se sitúa entre el arte y la vida”. Bajo este precepto, que concibe el cine como un dispositivo cultural que permite representar, sublimar y reflexionar la experiencia, el próximo viernes a las 21.30 se presentará en la sala Cine.ar (ex-Espacio INCAA, Sabattini 200), un Ciclo de Cine y Psicoanálisis, organizado por la Delegación del Colegio de Psicólogos de Villa María, que contará con la presencia del prestigioso crítico y programador de cine, Roger Koza de Córdoba, junto al psicoanalista local, Néstor Ribotta.
La película proyectada será “El sur” (1983), una joya cinematográfica del cineasta español Víctor Erice, que cuenta la complejísima relación de una niña con su padre. La tensión psíquica que convoca el filme a través de sus imágenes y sus sonidos, sumada a la profunda verdad que subyace en la historia del padre con su hija, sitúan a ésta película más allá del cine narrativo. “El sur” habita con firme dominio poético y onírico, los elevados territorios del arte imperecedero.
Antes del evento, en una breve entrevista, Koza habló acerca de comprender de qué habla un crítico de cine cuando habla de cine.
-¿Qué significa el cine para vos?
-Entiendo el cine como una práctica social surgida a fines del siglo XIX que alcanzó una cierta madurez expresiva a poco tiempo de su creación y que delineó durante más de un siglo nuestra forma de hacer experiencia del mundo. El siglo XX fue el siglo del cine. La historia universal se confundió con su propia representación cinematográfica, y el deseo de los hombres estuvo en sintonía con las fantasías colectivas que el cine supo materializar en imágenes sonoras.
Acerca del gusto
-¿Se coincide en gusto como “espectador” y como “crítico”?
-El gusto no es otra cosa que un conjunto de preferencias al que se ha llegado sin mucha conciencia por medio del hábito, siempre condicionado por una época y la pertenencia de clase. No estoy seguro de que la problemática del gusto constituya el mejor camino para discutir qué es el cine y qué hace el cine con nosotros. Un crítico debería en cierto momento trabajar críticamente sobre la historia de su gusto personal. Lo más interesante es cuestionar las bases del gusto personal y liberar la experiencia del cine hacia una zona de mayor indeterminación, en donde ya no sea tan decisiva la cuestión del gusto. Un crítico tiene que pensar sobre esto porque su profesión lo exige; al espectador no le es imprescindible, pero si este quiere reflexionar sobre sí mismo en tanto espectador, tarde o temprano tendrá que confrontarse con la hasta entonces ciega historia del gusto al que denomina personal.
-¿Sobre qué autor o película escribirías eternamente?
-Sobre la obra de John Ford, Robert Bresson, Artavzd Pelechian, Pedro Costa, Abbas Kiarostami y Charles Chaplin.
-¿De qué se nutre la vida de un crítico además de mirar películas?
-El cine puede trabajar sobre el sistema perceptivo de un hombre. En mi experiencia puedo constatar que el cine me ha modificado mi forma de ver y escuchar fuera del cine. El primer estímulo es el propio mundo. A su vez muchas películas instan a munirse de conocimientos históricos, técnicos, culturales y filosóficos, lo que me obliga a leer de todo. Tampoco se puede ignorar las confrontaciones simbólicas del presente, y eso conlleva seguir los debates contemporáneos que definen bastante la posición de todo crítico.
“El cine es político”
-Abbas Kiarostami dijo alguna vez que el cine trata sobre personas, es decir, sobre la humanidad. ¿Considerás que toda película es política?
-Kiarostami es el mayor cineasta de los últimos 30 años. Su humanismo lúcido no dejó nunca afuera una percepción del mundo de los entes que no tienen palabra. La naturaleza muda y los animales sin lenguaje no quedaban afuera de su estética; es decir que se trataba de un humanismo descentrado, el cual siempre prefiero, ya que bajo esa óptica nuestra especie no se transforma automáticamente en la especie entre las especies. Por otro lado, cualquier relación es política, de tal forma que todo lo que el cine muestra, que está siempre instituido en formas de relación, es político. Todo hombre realiza algo que otro no desea hacer o viceversa. Todo hombre tiene un interés que no coincide con el interés de otro. En esa diferencia empieza la política. Kiarostami vio eso y lo situó en la diferencia esencial que existía entre el que filma y el que es filmado. La interacción de clases distinguió su período más extraordinario como cineasta, el que va de la trilogía Koker a “El viento nos llevará”.
-Ahora vas a participar en la ciudad de un ciclo de cine y psicoanálisis: ¿qué relación establecés entre ambas esferas?
-Nacieron en el mismo año: 1895. El arte de la indagación subjetiva por la palabra y el arte de la exploración por la imagen en movimiento son deudores de otros fenómenos culturales precedentes que condicionaron un espíritu de época. Walter Benjamin lo supo decir mejor que nadie: el cine instituía el inconsciente óptico, el psicoanálisis el pulsional. En ambos casos, y a través de operaciones de montaje disímiles, el paciente y el espectador consiguen ver algo que de otro modo no alcanzaban a divisar. El analista reordena el discurso del analizante y con ello precipita una clarividencia inesperada para el sujeto sufriente que habla de su núcleo traumático sin saber bien qué es; el cineasta reordena los segmentos de la experiencia viviente y, al organizarlos de otro modo y registrarlos de una forma inesperada, instituye un campo de visión en el que todo se puede ver de otra forma.
-La película que elegiste para el ciclo es El Sur de Víctor Erice. ¿Por qué esa elección?
-Erice es uno de los grandes realizadores de la historia del cine. Me parece que ese filme prodiga una atención precisa al tema del padre en el imaginario de una hija, un tema que habilita el discurso psicoanalítico. También lo elegí porque el film tiene algo de trance (moderado), como si viéramos un sueño del que, terminada la función, podemos elaborar su propia lógica, sus motivos latentes.
*Prensa de la Delegación del Colegio de Psicólogos de Villa María (Regional “A”)