Contexto local en los finales de la guerra de la Triple Alianza, 1870
Escribe Luciano Pereyra
ESPECIAL PARA EL DIARIO
La denominada guerra de la Triple Alianza, junto a la Guerra Franco-Prusiana en Europa y la Guerra Civil de los Estados Unidos fueron los conflictos de mayor relevancia del siglo XIX. Fue el enfrentamiento armado donde Brasil, Argentina y Uruguay, prácticamente borraron del mapa al Paraguay, tuvo causas similares a la represión mitrista, también denominada “Pacificación y Reorganización Nacional”. Fue la venganza, 50 años después de la contrarrevolución de 1810. El objetivo principal era liquidar aquel foco que en cualquier momento podía aglutinar a las derrotadas provincias del interior y del litoral.
El origen de Villa María, contemporáneo al conflicto en Paraguay, fue el principal factor del estancamiento económico de Villa Nueva y el comienzo de la dependencia comunicacional. Los primeros bautismos y matrimonios se asentaron en la parroquia de Villa María en el año 1875, ocho años después de su fundación, hasta allí los registros de bautismos, matrimonios y defunciones se asentaban en Villa Nueva. El mentor de Villa María, Manuel Ocampo, pertenecía a una familia terrateniente de la provincia de Buenos Aires. Fue un empresario agroexportador que buscaba beneficiarse con el paso del ferrocarril por su estancia o con la venta de tierras ante el vertiginoso aumento de este recurso en un contexto internacional que recibía a nuestro país como productor de materias primas.
Con la llegada del ferrocarril se planteó un angustioso problema. El viejo sistema de transporte de mensajerías, carretas o tropas de mulas, desaparecería. Una multitud de criollos que dependían directa o indirectamente de los servicios de mensajerías, servicios auxiliares de las postas o de los talleres de reparación, quedaron sin su fuente de ingresos sin percibir ningún resarcimiento económico.
En febrero de 1867 Simón Luengo se pronuncia en la plaza central de la ciudad Córdoba, frente al Cabildo, contra Mitre, contra la guerra fratricida del Paraguay y contra los generales Paunero y Antonio Taboada, que amenazan al gobierno de Mateo Luque, quién logra desactivar diplomáticamente el movimiento, que hubiera traído indefectiblemente una tremenda represión de las tropas nacionales a Córdoba. Luengo, quién tenía propiedades en Villa Nueva, vuelve a sublevarse el 16 de agosto de 1867, declarando su apoyo a la revolución federal de San Luis. En Villa Nueva, Agenor Pacheco subleva a las fuerzas con destino al Paraguay, pero se hace imposible la rebelión porque recordemos que nuestra provincia se encontraba invadida por el Ejército porteño que rápidamente sale al rescate del gobernador.
Villa Nueva era el punto donde se asentaron muchos contingentes militares, ya fuese el Ejército porteño, al mando de Wenceslao Paunero para reprimir al Chacho Peñaloza, o algún batallón destinado al Paraguay. Esta posición estratégica lo perjudicó durante el “cólera grande”.
A raíz de la epidemia de Cólera, se radicaron médicos que fueron enviados por el gobierno provincial con el objetivo de combatir la enfermedad, desatada a partir del mes de abril de 1867 y que persistió hasta 1868.
El 18 de abril se detectaron los primeros enfermos, que pertenecían a la 3ª División del Ejército del Interior. Para el 28 de octubre, el juez de Alzada Antonio Centeno, le comunica la situación al gobierno de la provincia, quién comisiona al Doctor Luis Warcalde (Protomédico), Melitón de las Casas asume interinamente como presidente de la Corporación Municipal. Aquí aparece la figura histórica del coronel José Victorio López quién se puso a disposición de las autoridades para custodiar nuevamente toda la frontera ante la eventualidad de ataques Ranqueles (malones). En Villa Nueva mueren ese año 475 personas y solo en el mes de diciembre 135.
En enero de 1868 muere el primer intendente Fernando Freites y su esposa Rosa Puente. El 12 de junio, Domingo Faustino Sarmiento fue elegido presidente de la república. El 16 de mayo del año siguiente en la provincia de Córdoba fue elegido gobernador propietario Félix de la Peña. En 1869 se realizó el primer censo nacional, y la Argentina era el país más despoblado de América en relación con su territorio, había en el país 400 médicos contra 1.200 curanderos, el censo puso al descubierto qué en las provincias del interior, las mujeres estaban al frente del 52% de los hogares. Arrojó un resultado de 1.737.214 habitantes. A ese total debió sumarse los miembros del Ejército que operaban en la Guerra con Paraguay y la población indígena que no fue censada. En la provincia de Córdoba, el comisario provincial del censo fue el doctor Sabino O’Donnell y arrojó un saldo de 210.508 habitantes. La primera oleada inmigratoria, hacia finales de ese año, muestra que nuestra provincia no era la preferida entre los inmigrantes que se asentaban principalmente en las provincias de Entre Ríos o Santa Fe. Solo 8 de cada 1.000 habitantes era inmigrante en Córdoba. La mayor parte de la inmigración provino de Italia, en un segundo escalón de España y Francia y en menor medida de Inglaterra, Suiza, Alemania, Portugal y Estados Unidos.
Villa Nueva y los sacerdotes como intendentes
Un año después de la epidemia de cólera, y debido a su gran actuación durante la epidemia, el cura párroco Silvestre Ceballos, fue nombrado como presidente de la Corporación Municipal, el intendente de la época. La tradición clerical de Villa Nueva tiene profundas raíces en el tiempo. Un ejemplo de esto fue qué en la segunda mitad del siglo XIX, dos sacerdotes fueron Intendentes o presidentes de la corporación municipal.
Silvestre Ceballos durante “el cólera grande” y Antonio Lima, nacido en Portugal hacia el año 1824 un sacerdote que tuvo un peso político de importancia, además de su función espiritual.
Antonio Lima fue el máximo representante del clericalismo y conservadurismo local, líder político respetado e influyente, se enfrentó durante la puja entre laicos y clericales, al preceptor de primeras letras Amado Julián Ceballos.
En un sermón el sacerdote se refiere a Ceballos: “…ateo, malvado, loco, lobo vestido de cordero…”.
Durante su gestión a la cabeza de la corporación municipal, se autorizó la venta de una rifa, cuyo impuesto beneficiaba a la incipiente Municipalidad, suprimieron los sueldos de los jueces y sustituyeron al comisario por ausentarse de su puesto, solicitan ayuda económica al Gobierno provincial para “…curar y dar medicamentos gratis a los pobres insolventes…”.
Se establecieron ordenanzas para regular el patentamiento de las chalanas que cruzaban el río. Se comienzan a licitar obras que el municipio no puede resolver. El alumbrado público funcionaba a kerosene, sobre las ocho manzanas fundacionales.
Joaquín Viejo Bueno, continuaba al mando de las tropas nacionales con destino al Paraguay, ayudaron a esclarecer un robo de hacienda, pero en agosto, por la ola de robos, el juez de Alzada, Macedonio Funes le solicita a la Guardia Nacional que vigile la población a través de patrullas militares.
En septiembre Antonio Santolini, se compromete a construir el primer puente entre las dos márgenes del tercero, en correspondencia a la Corporación Municipal, escribe:
“… el que suscribe tiene el honor de dirigirse a usted pidiendo que antes de que se haga un puente en este río por el Gobierno nacional o por alguna empresa particular se me conceda formar uno al cual daré consistencia y seguridad… cuyo puente será construido en dirección a la calle pública que pasa frente a la barraca de Silvano Funes, dándome derecho de ocupar las tres islas que se hallan seguidas en el río, de sur a norte. Estas las ocuparé por mi cuenta mientras dure el servicio del puente pues quiero colocar algún negocio y baños públicos…”.
Durante 1869 pasaron ocho jueces de Alzada, Macedonio Funes, Salustiano Carranza, Manuel Molina, Pablo Obregón, Tomás Casas, José Nieves Freites, Ventura Correa y José Victorio López.
En noviembre se agrega un policía a Villa María y se aumenta el sueldo del sargento. Se establece una ordenanza mandando a los dueños de casa e inquilinos a que regaran el frente de sus viviendas todos los días de 15 a 18 horas bajo la multa de 1 peso, se obligaba a limpiar los yuyos de las viviendas, se prohíbe arrojar basura en la calle y se prohíbe galopar en la calle. Se obligó a los matanceros a faenar a una cuadra de la plaza, se entregó a las tropas nacionales una manzana sobre la costa del río. Se acordó entre los municipales utilizar los siguientes libros de textos en las escuelas públicas: “El amigo de los niños”, “Manual de Urbanidad” y “Gramática Castellana”, se ordena a los padres la obligatoriedad de enviar a los niños a la escuela y el municipio se encarga de los útiles.
Se gestionó con Inglaterra la construcción de un puente que no prosperó, se cursaron notas para que el ferrocarril pasara por Villa Nueva. Se gravó con impuestos los juegos de carnavales, se ordenó que se eliminen las vizcacheras del vecindario, emplazando a la población a que se resuelva en el lapso de un mes.
Podemos concluir que, el período comprendido entre 1865 y 1870, se transformó en una ruptura histórica (punto de no retorno) para Villa Nueva. En ese contexto de guerra internacional, muy impopular en el interior, e inestabilidad política a nivel nacional, se desató la epidemia de cólera, que desnudó las debilidades sanitarias de la incipiente población. Se produjo el surgimiento de Villa María y el nuevo sistema de transporte ferroviario en detrimento del viejo sistema de postas, sumado a las gestiones conservadoras y especialmente, clericales, de Ceballos y Lima que marcaron la impronta definitiva del futuro villanovense y cuyas raíces perduran en nuestro presente.
Fuentes:
Correspondencia entre Antonio Santolini y la corporación municipal de Villa Nueva, 25 de septiembre 1869. AHMVN.
Actas Concejo Ejecutor, 1871-1873, AHMVN.
Actas de la corporación municipal año 1869, AHMVN.
Pereyra Luciano, “Después de Pavón”, trabajo de investigación, Villa Nueva, año 2012