Estamos en un punto de quiebre, la probable victoria de Cambiemos marca que la gente quiere ayudar al presidente y desea un nuevo tiempo en la Argentina. Cristina tiene lo que tiene, el sindicalismo está altamente cuestionado y el dólar no se desbocó. No hay oposición desafiante a la vista y emerge en la sociedad una vocación de cambio.
Este Gobierno viene impulsando la idea de un desarrollismo Siglo XXI, una oportunidad de desandar, en este tiempo y en esta realidad de contexto, lo que no pudo concluir Frondizi en los años 60.
Sabemos que para una Argentina en desarrollo necesitamos autoabastecimiento energético, seguridad jurídica, educación, financiamiento a la producción, eficiente logística y, por supuesto, una gran reforma tributaria. Hay que explicar por qué es necesaria esta reforma.
Cuando pagamos impuestos al Gobierno, algunos son el Impuesto sobre la Renta o al Valor Agregado (IVA), entre otros, deben derivarse para obras, mantenimiento o servicios y el objetivo de una reforma tributaria es cambiar la forma y el fondo en la manera de cobrar los impuestos (tasas porcentuales, tiempos, excepciones). A este Gobierno le interesa una reforma tributaria porque es base para el desarrollo en un país que sostiene el libre mercado. Esta gestión tiene el convencimiento de que si el Estado logra unas finanzas públicas sanas, una administración pública eficiente, su población tendrá una vida aceptable y la economía puede tener un desempeño sobresaliente, se puede buscar una baja en la cantidad de tributos que cobra a sus habitantes. Todo lo contrario a lo sucedido en el período anterior. El país tiene una presión impositiva altísima, una evasión muy alta y un déficit fiscal también importante; y para el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, el objetivo será que haya un esquema tributario que promueva la inversión. Por ello ratificó la meta de un déficit fiscal de 4,2% del PBI para este año y sostuvo que se actuará sobre la forma en que gasta el Estado en todos sus niveles y que en ese marco se bajarán subsidios y se irá hacia un pacto de responsabilidad fiscal con las provincias.
Un cambio impositivo integral lleva a negociar con los gobernadores, no sólo por la eficiencia del gasto y por la coparticipación, sino también porque uno de los impuestos considerados más distorsivos es Ingresos Brutos, una carga cobrada por las provincias y que es la principal fuente de recursos en su recaudación.
Casi todas las consultoras económicas coinciden en que Ingresos Brutos es uno de los impuestos que más afecta a la inversión. Tanto José Manuel De la Sota como Juan Schiaretti le imprimieron a la provincia tanto cordobesismo como lo brutal de esos impuestos aplicados a la producción industrial, comercial y de servicios. Y para que no se descalce la provincia si se sacan los Ingresos Brutos, la propuesta del Gobierno nacional es gradual.
Ingresos Brutos es un impuesto que se va acumulando en las distintas etapas de producción, eso incide en la composición de precios y, por consecuencia, encarece la fabricación de cualquier producto, siendo preferible optar por un producto importado. Por ejemplo, el gigante del comercio electrónico Amazon planeaba instalar start-ups en la región y vio en Córdoba una oportunidad. Pero cuando hicieron números, la compañía estadounidense calculó que de cada 100 dólares que invertía, 40 dólares se iban en impuestos y trámites burocráticos, por lo que Chile ganó esta posibilidad.
Por ello, es que se piensa que un impuesto con las características del IVA en remplazo de Ingresos Brutos no sería una mala opción. Y el debate ahora será si resulta más conveniente crear tributos provinciales o sumar más puntos al IVA nacional y que esos recursos extra se repartan.
Córdoba incide muchísimo en el aporte productivo, pero es cara para quienes vivimos en ella. De la Sota y Schiaretti hablaron de la rebaja de impuestos del 30%, pero sentaron las bases de un esquema tributario totalmente regresivo. Además, beneficiaron a los grandes contribuyentes. El impuesto inmobiliario representaba el 1,4% del PBG, pero con el 30% menos, en todos estos años y con el crecimiento inmobiliario, la provincia perdió de recaudar 30 mil millones de pesos. La aplicación de Ingresos Brutos para cubrir ese déficit, condenó a la provincia al endeudamiento, la desinversión y ser la más cara para vivir.
A pesar de esto UPC se mantiene en el poder porque la UCR, como principal fuerza opositora, perdió liderazgo y está dividida, y porque apela a campañas de publicidad, marketing político y persuasión electoral, de modo constante y creciente. Ahora podría darse un cambio porque se ha cumplido un ciclo, la producción de riqueza en la provincia se diluyó, las inversiones no llegan desde hace mucho y la presión tributaria durante muchos años ha sido brutal. La luz y el gas más caros, los caminos dañados, los campos inundados y la disminución de calidad de vida del cordobés promedio más alta del país. La reforma tributaria será un hecho, y habrá marcado el fin de un gobierno que fracasó en su propuesta tributaria, será un cambio cualitativo. El cordobesismo morirá junto a lo más perverso para el bolsillo cordobés, que son los Ingresos Brutos.
Romeo Benzo
Vicepresidente departamental de la UCR