Escribe Jonathan Chattás
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La Cámara de Diputados de la Nación aprobó -el pasado 20 de octubre- el proyecto de ley elaborado por la senadora María Laura Leguizamón que apunta a garantizar el derecho a la educación de los niños, niñas, adolescentes y adultos que presentan dificultades específicas del aprendizaje (DEA), como la dislexia. El objetivo es la detección temprana, la capacitación docente para incrementar los conocimientos sobre cómo abordar la situación, la adaptación curricular y la difusión de la problemática para la detección temprana.
Con el propósito de conocer más sobre la Ley de Dislexia, mientras se espera su promulgación y reglamentación, el médico y presidente del Comité Científico de la Asociación Dislexia y Familia, Gustavo Abichacra, explicó de qué hablamos cuando hablamos de dificultades específicas del aprendizaje, cómo impactan en el proceso de enseñanza y aprendizaje, y el rol docente para acompañar a niños, niñas y adolescentes.
-¿Cuál es la importancia de una Ley de Dislexia?
-La importancia de tener una ley radica en hacer visible una dificultad invisible. Y, cuando es así, lo que es visible puede llegar a ser vencible. Tener un diagnóstico (gnosis = conocimiento), es conocer de qué se trata algo para poder actuar en forma adecuada, es saber que existe algo que dificulta el aprendizaje al 10 % de la población y que no estaba debidamente contemplado, ni explicitado en nuestra Ley de Educación. Generalmente, por desconocerlo, se lo niega o se tilda a estos alumnos de vagos o burros, situación más que alejada de la realidad, ya que son personas con capacidades adecuadas pero que, por una razón neurobiológica y hereditaria, se les dificulta la lectura (dislexia) o escribir (disgrafía) o realizar cálculos matemáticos (discalculia).
En ese sentido, la ley contempla la formación docente en son de un diagnóstico precoz; la posibilidad de que, a través del Programa Médico Obligatorio (PMO), todos tengan la posibilidad de acceder a un diagnóstico y un tratamiento adecuado, y, por último, la obligatoriedad de la realización de adaptaciones de acceso y de forma no significativa para que estos alumnos puedan acceder a los contenidos en la manera que ellos puedan y no como el sistema pretenda.
-¿Cuáles son las principales dificultades que presentan los chicos y chicas disléxicos en el aula?
-Con el nuevo proyecto, es el sistema educativo el que se adapta al alumno de acuerdo con sus necesidades, y no el alumno al sistema. La dificultad presente en el aula que ayuda a la sospecha de dislexia dependerá de la edad. En los niños de 4 y 5 años, podría estar asociado a dificultades en el habla, para reconocer los colores o los nombres de los compañeros, para seguir consignas sucesivas en forma adecuada o para abrocharse los cordones o los botones; al rechazo de actividades que estén relacionadas con la lectura y la escritura, y a confundir derecha e izquierda o antes y después. Posteriormente ya se presentan las dificultades para leer, lo realizan en forma más lenta, presentan omisiones, sustituciones, inversiones de letras o números.
Estas personas pueden, en esas etapas, además, tener dificultades con el manejo de la hora y del dinero; con las tareas que requieran utilización de memoria a corto plazo, como recordar un número de teléfono, o presentar la imposibilidad de recordar las tablas, los días de la semana o el abecedario. Por este motivo, y para no frustrarlos por insistir en que recuerden las tablas, por ejemplo, se recomienda el uso de calculadoras y computadoras.
-¿Cómo se puede detectar el trastorno? ¿Cuál es el rol del docente en este sentido?
-El docente no debe ni está en condiciones de diagnosticar ni de tratar una DEA. Pero sí tiene que tener los elementos necesarios como para sospecharla y saber por lo que el alumno está pasando para poder brindarle el ámbito y la confianza necesaria para su crecimiento y desarrollo. Así podrá otorgarle más tiempo para realizar las tareas (ya que tardan tres veces más de tiempo y gastan cinco veces más de energía), escribir con letras grandes, asegurarse de que entendió la consigna o facilitarle el acceso al contenido. Y evaluarlo en forma oral no es otorgarle una ventaja, sino respetar sus derechos para poder tener acceso a una educación de calidad.