Repasar la visita que a mediados de la década del 20 realizó Roca hijo a Villa María permite advertir los conceptos del discurso de este integrante del grupo ganadero exportador, a la vez que recordar las figuras locales que eran cercanas al sector conservador de la política de entonces
Escribe Jesús Chirino
Nota Nº 502
Con todas las comodidades, a media mañana del 6 de octubre de 1924, más precisamente a las 9.30, partió un tren de la estación ferroviaria del Central Argentino en la ciudad de Córdoba. Se trataba de una formación especial dispuesta por las autoridades de la Sociedad Rural cordobesa.
El objetivo era el traslado de los hacendados y autoridades invitadas a la 30º Exposición Feria de Villa María. Montado sobre el acerado camino, cargado de miembros de la clase terrateniente de la provincia y de quienes tenían el trabajo de atenderlos, el tren devoró kilómetros hacia las que habían sido tierras de Manuel Anselmo Ocampo. Aquella nublada y fresca mañana, un total de 300 personas viajó de manera confortable en el servicio ferroviario especial que incluía varios coches comedores y uno reservado para el gobernador provincial y su comitiva.
Los integrantes del servicio a bordo atendieron con dedicación a lo más granado de la clase pudiente de entonces. Si bien los integrantes de ese privilegiado sector social tenían conciencia de que su situación les reservaba lugares importantes en la sociedad, quizás ninguno sospechó que el hombre que tenía a su cargo el Poder Ejecutivo provincial y viajaba en ese tren pocos años después firmaría lo que sería uno de los acuerdos internacionales más dañosos en los que estuvo involucrado nuestro país.
Se trataba de Julio Argentino Pascual Roca (1873-1942), hijo de Julio A. Roca, quien lideró el genocidio que denominó Conquista del Desierto. El papá del gobernador fue quien, siendo ministro de Guerra de la Nación, organizó aquel plan de aniquilamiento de las poblaciones que vivían en lo que denominaban Desierto. Consciente de lo que sería esa matanza, supo decir: «Tenemos seis mil soldados armados con los últimos inventos modernos de la guerra, para oponerlos a dos mil indios que no tienen otra defensa que la dispersión ni otras armas que la lanza primitiva».
Roca padre respondía a una Argentina con economía agroexportadora pensada para proveer alimentos de manera especial a Inglaterra. En ese contexto, el impulso logrado con el desarrollo de frigoríficos y los estancieros nucleados en la Sociedad Rural Argentina, creada en 1866, hizo que ese sector asumiera la necesidad de realizar una ocupación efectiva de las tierras consideradas desierto por no estar habitadas por europeos o su descendencia.
Pero en el tren que nos ocupa viajó Roca hijo, digno representante de su sector social, que en calidad de vicepresidente de la Nación durante el año 1933 presidió la comisión que terminó firmando el denominado Pacto Roca – Runciman entre nuestro país e Inglaterra que aseguró la venta, en condiciones lamentables, de una cuota de carnes producidas en estas tierras del sur.
Denunciando este pacto en el Senado de la Nación, Lisandro de la Torre dijo: “El Gobierno inglés le dice al Gobierno argentino ‘no le permito que fomente la organización de compañías que les hagan competencia a los frigoríficos extranjeros’. En esas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos tienen cada uno su cuota de importación de carnes y la administran ellos. La Argentina es la que no podrá administrar su cuota. No sé si después de esto podremos seguir diciendo ‘al gran pueblo argentino, salud’”.
La comisión que firmó aquel lamentable tratado con Inglaterra también estuvo integrada por otro político cordobés conocido por los villamarienses, Miguel Angel Cárcano.
Exposición
Roca hijo, miembro del sector de ganaderos exportadores, en política actuó dentro del conservador Partido Autonomista Nacional (PAN), que fundara su padre. Al disolverse esa organización política, pasó a formar parte del Partido Demócrata Nacional. Antes de asumir como vice del presidente del “fraude patriótico” de Agustín P. Justo, en 1933, ocupó diferentes cargos en los poderes del Estado, entre los que se destaca el de gobernador de la Provincia de Córdoba en el período 1922-1925. En el ejercicio de este cargo fue que realizó la visita que aquí comentamos.
En el diario Los Principios, en su edición del lunes 7 de octubre de 1924 y posteriores, puede leerse que por entonces la Sociedad Rural de Córdoba era presidida por el senador provincial Manuel S. Ordóñez, siendo su vicepresidente el senador Modesto Moreno, conocido hombre político de esta región. Según el citado medio de prensa, la inauguración de la 30º Exposición Feria de Villa María “resultó en extremo concurrida y brillante como torneo ganadero”.
En la exposición se exhibió ganado, máquinas e implementos agrícolas. Algunas de estas últimas “en movimiento”. No solo asistieron el gobernador Julio A. Roca y sus ministros de Hacienda y de Obras Públicas, Luis Achával y Daniel E. Gavier, respectivamente. También el subsecretario de Obras Públicas, Granillo Barros, integró la comitiva cordobesa, que en tres horas llegó a la estación ferroviaria de Villa María.
El recibimiento estuvo a cargo de vecinos junto a autoridades locales, integrantes de la Sociedad Rural. Entre todos se destacó el político conservador Mariano P. Ceballos. Los recién llegados escucharon la música interpretada por una banda. Luego se trasladaron hasta la sede del Club Social, donde el gobernador platicó con exponentes del sector acomodado de la sociedad local. Los anfitriones consideraron que la circunstancia era propicia para el brindis con una copa de champán.
Desde allí, en varios automóviles, Roca y comitiva se trasladaron hasta las instalaciones de la Sociedad Rural (en la actual esquina de Dante Alighieri y Cárcano). Ingresaron al edificio de oficinas contiguo a las tribunas que daban a la pista de exhibición donde se expondrían los animales representantes de lo mejor de la ganadería de Córdoba y provincias vecinas, que desde ediciones anteriores participaban de la muestra villamariense enviando importantes rodeos.
Según la prensa, la exposición de 1924 fue un éxito y la gran afluencia de público era producto de la participación de “personas de otras actividades que han concurrido deseosas de presenciar esta fiesta verdaderamente rural que tiene en su trascendencia un vínculo estrecho con nuestra economía”.
Luego de dejar inaugurada la muestra, Roca y acompañantes se dirigieron a la vecina Villa Nueva, donde los recibió el intendente Juan López Castro. En la Intendencia tomaron otra copa de champán y una comisión del Colegio La Inmaculada Concepción ofreció un ramo de flores naturales al gobernador. La señorita Sara Pereyra fue la encargada de hacer la entrega y pronunciar conceptuosas frases que el obsequiado agradeció.
El gobernador también visitó la Escuela Sarmiento, dirigida por Amadeo Austher, y la Jefatura Política, donde, según escribió el cronista de Los Principios, “Roca ordenó que fueran puestos en libertad todos los detenidos que se encontraban allí por infracciones comunes”.
Discurso
En su alocución, el gobernador señaló: “Señores, al declarar oficialmente inaugurada esta exposición, cábeme expresar la intensa satisfacción con que se han contemplado los grandes progresos realizados por Villa María, uno de los centros de más fecunda actividad de la provincia, llamada a ser por su posición geográfica, por la calidad de su suelo, por la condición de su población y por la vasta red de comunicaciones de que es centro, una de las más importantes y hermosas ciudades de la extensa llanura cordobesa”.
Refiriéndose a lo político, Roca habló del rol de la Nación y el de las provincias. Si bien sostuvo que la suerte de las industrias dependía de las leyes y las políticas económicas nacionales, manifestó que a las provincias les quedaba una vasta tarea “por la acción de las leyes tutelares de protección y de estímulo que tiendan a perfeccionar el mecanismo rudimentario de sus grandes industrias…”. Otro punto interesante del discurso de Roca es cuando destacó que superada la crisis que había afectado el sector ganadero debía recogerse “como preciosa enseñanza, para las horas de infortunio y desaliento, el recuerdo de la forma en que ella se ha resuelto por obra de las condiciones universales que presiden la existencia de la industria y de la sana orientación a que se ha ajustado la conducta de los ganaderos argentinos”.
Es decir, habló tanto de medidas proteccionistas como de la necesidad de ajustarse a la dinámica de la economía internacional. El primer punto fue abandonado totalmente cuando firmó el Pacto Roca – Runciman, poco beneficioso para la Argentina en general. Si bien existieron presiones de los criadores e invernadores de la Sociedad Rural de Buenos Aires, la evolución del referido pacto mostró que los beneficiados fueron los frigoríficos extranjeros.
Regresando a la visita de Roca a la exposición en Villa María, ese día, a las 17.30, el tren partió hacia Córdoba llevando al gobernador que pocos años después pondría su rúbrica en el pacto que haría decir al inglés William Barton: “Argentina hace tiempo que es prácticamente una colonia británica”. En Villa María, poco antes de esa firma, Roca había hablado de medidas proteccionistas, luego el ejercicio del poder en la órbita nacional fue el viento que llevó sus palabras.