Escribe Nancy Musa DE NUESTRA REDACCION
Daniel “Gringo” Climaco
Nació en Villa María, el 22 de octubre de 1954. Tiene dos hijas y dos nietas. Comenzó su militancia en el vecinalismo a fines de la década del 90. Fue integrante de la Comisión Directiva del Jockey Club y presidente de la Subcomisión de Rugby desde 1996 a 2000, año este último en el que también presidió el centro vecinal del barrio General Paz, institución que lo llevó a conocer al exintendente Eduardo Accastello. Ingresó a la política partidaria invitado por dirigentes de la UCEDE en un espacio denominado Unión por Villa María, un partido que hizo alianza con el PJ. De 2003 a 2007 fue concejal. En 2007 fue candidato a intendente de Unión por Villa María. Ese mismo año asumió la titularidad de la oficina de Atención al Vecino. Tiempo después pasó a la Secretaría de Servicios Públicos. En 2013 volvió a ocupar una banca en el Concejo, tras el alejamiento de una edil oficialista. Actualmente es director de Servicios Públicos
Tiene un carácter muy particular, según su propia definición. No anda con vueltas cuando tiene que decir “no”, es fiel a sus convicciones y se considera una persona leal con el proyecto político que viene acompañando desde hace 14 años. Muchos vecinos lo recuerdan por el colectivo que recorría los barrios con el nombre de “Clima móvil”, una idea que desarrolló en su época de concejal. Su apariencia es de un hombre “duro”, sin embargo, se emociona cuando habla de su padre, de su familia, de las pérdidas que la vida le dejó.
Daniel Climaco no es un político tradicional, es un vecino que trabajó desde niño, que alguna vez quiso ser astronauta y que sueña con retirarse bien, con la satisfacción del deber cumplido.
-¿Qué análisis hace sobre la situación actual del país, cuál es su mirada?
-Es una mirada complicada para lo que se planteó en un primer momento de lo que iba a ser este Gobierno. Creo que todavía no encontró el rumbo, que no ha sabido llevar adelante lo que en algún momento habrá pensado. Para gobernar un país como el nuestro, se necesita de muchas capacidades. Se requiere sabiduría y la conciencia que el país no es Buenos Aires, que existen provincias que tienen diferentes sueños. Hay provincias que están bien y otras no tanto y, en líneas generales, si tuviera que dar un pantallazo de estos dos años que han pasado, creo que deja mucho que desear lo planificado por el Gobierno. Me parece que las medidas no han sido acertadas, siempre han castigado a los que menos tienen, se profundizó la crisis en muchos sectores, están respondiendo a una receta del Fondo Monetario y eso es algo que ya vivimos y ya lo sentimos.
Porque cuando hay aumentos de tarifas, despidos, enojo en parte de la sociedad, eso habla de que no estamos yendo por un buen camino.
-Usted que recorre la ciudad por su trabajo, ¿nota diferencias en el tema social a comparación de años anteriores?
-En algunos lugares sí, nosotros sabemos que hay barrios con problemáticas, se han incrementado los planes sociales, el municipio trabaja en eso pero no basta, cuando hay desocupación y aumento de los costos fijos de una familia, se nota, hay muchas familias con necesidades.
Más allá de que es una ciudad que dentro de todo está bien, pero tiene sus puntos de crisis, que hay que tratarlos con profundidad.
-¿Cuáles son los principales reclamos que recibe su área?
-En servicios públicos hay una demanda permanente, el sector con mayores reclamos puede ser electricidad, cuando no pasa la recolección, los espacios verdes, son todos reclamos que llegan, pero le damos respuesta instantánea en la mayoría de los casos.
En épocas de verano hay demanda por el riego que multiplica su trabajo y en otoño por el barrido de las hojas. Y cuando hay tormenta, sabemos que el alumbrado público es el que más sufre.
-¿Cómo es su relación con los vecinos, lo tratan bien o le reclaman enojados?
-La mayoría de las veces me tratan muy bien (risas). Voy a los barrios, recorro y en reclamos puntuales, voy personalmente y siempre tengo lo mejor de los vecinos. Soy un hombre que siempre tuvo al vecino como protagonista.
La luz de alarma siempre es el vecino, en eso debemos tener centrada la mirada.
-¿Se siente cómodo trabajando en la gestión pública?
-Sí, porque he estado siempre en lugares que se han parecido a funciones que he cumplido en la parte privada. Yo vengo de una empresa que en su momento fue estatal (ENTEL), luego fue privatizada y tratábamos con reclamos.
Cuando estuve en Atención al Vecino de tuve la posibilidad de impulsar el proyecto de call center que llevamos a cabo. Pasa que la ciudad ha crecido tanto que a veces no llegamos a dar la respuesta justa y necesaria.
-Usted pasó por tres gestiones con perfiles diferentes.
-Sí, en la gestión de Nora (Bedano) pasamos por muchas cosas, me tocó ser partícipe de varios temas en el Concejo, cuando se compraron las tierras donde están las 400 Viviendas, se compraron las tierras del Aeroclub, se planificó la Medioteca, se vendió el edificio de la Biblioteca, pasamos por muchas cosas y las he asumido con la responsabilidad que se necesitaba.
Debo aclarar que siempre estuve rodeado de buena gente, que me supo asesorar, todo lo que hice no lo hice solo.
Y Eduardo (Accastello) es un espartano, un permanente hacedor. Martín (Gill) es un gran negociador político, muy pensante, tienen perfiles distintos, pero con un mismo fin, que es trabajar por la ciudad.
-¿Qué lo impulsó a entrar en la arena política?
-Si a mí alguien me pregunta si alguna vez pensé en estar en la política, le digo que no. Pensé que me iba a jubilar en la empresa, cuando decidí irme de la empresa tenía 30 años de antigüedad.
Y llego al centro vecinal por una amistad que decía que teníamos que hacer algo por el barrio y empezamos a trabajar, fuimos a una elección, la ganamos y pudimos hacer un gran trabajo.
Recuerdo que teníamos algunos cruces con el Gobierno de turno (Accastello) que no la venía pasando bien porque había recibido una gestión complicada y a la vez había pasado un tornado por la ciudad. Y nosotros planteábamos que la costanera era un basural y un día Accastello nos dio una respuesta haciendo una reunión de Gabinete en el centro vecinal y ahí empezó la reconstrucción de la costanera.
-O sea, su primer encuentro con la política fue enfrentado con Accastello por el reclamo del barrio.
-Exacto, por eso siempre defiendo al vecinalismo.
.¿Usted llegó al centro vecinal con muchas problemáticas a resolver en ese sector?
-Sí, teníamos en ese tiempo un basurero de punta a punta. Donde hoy está la plazoleta Favaloro, había un microbasural. A través de contactos con Telecom conseguimos el material para hacer la plazoleta, el municipio puso la mano de obra y el proyecto lo hizo la arquitecta Spesso. Hicimos muchas cosas.
-Y luego vino su contacto directo con la participación en política partidaria
-Sí, en 2003 me habla Lattanzi. Yo estaba en Telecom, no sabía bien qué hacer. Lattanzi me planteó que había un grupo de gente independiente, estaba Estela Trento, Henry Rappetti, Horacio Lucero, un grupo lindo, y le dije que lo iba a pensar. Me tomó por sorpresa, tenía un buen trabajo y la verdad que no sabía ni lo que era la política (sonríe).
Lo analicé y creo que participé (se emociona) para reivindicar a mi viejo. Eramos una familia muy humilde, mis viejos habían vivido en un vagón, llegaron acá a Villa María viviendo en un vagón del ferrocarril.
-¿Desde dónde vinieron?
-Ellos venían trabajando por la línea del ferrocarril desde el lado de Rosario. Mi papá era empleado del ferrocarril, su familia estaba en Cañada de Gómez y mi mamá en Carcarañá. Se juntan, en el trayecto tienen sus hijos, era una comunidad que venían viviendo en los vagones y acá se les termina la historia.
Cuando llegan a Las Playas, se instalan y salen a alquilar para seguir manteniendo el trabajo y acá nace este pequeño y robusto bebé (risas). El único Climaco que nace bajo el techo de una casa (risas).
Y en el año 49 les dan una de las casas del Plan Eva Perón en el barrio Parque. Y ahí nací, en calle Reconquista.
-¿En su infancia cómo era el barrio Parque, ahora llamado General Paz?
-Era un barrio muy lleno de areneros, estaba el Canario Ludueña, que recuerdo que mi papá lo llevaba en los trenes para que conociera Rosario, Buenos Aires. Estaban los Pedroca, en el barrio estaba el zoológico y yo iba a jugar ahí.
Era un barrio, también, muy poblado de ferroviarios que fueron beneficiados como lo fue mi familia.
Y tengo recuerdos de la militancia porque mi familia era totalmente peronista. En ese tiempo se había ido a vivir al barrio el doctor Figueroa, muy peronista, y mis hermanos militaron con Rogelio Sánchez, el Toto Romero, que estaban con don Carlos Pizzorno.
-¿Qué recuerdo más claro tiene de su infancia, algún hecho que le haya quedado grabado?
-(Pausa). Todo, yo trabajé desde muy chico porque antes para la familia la prioridad era el trabajo. Yo vendía helados en la Terminal de Omnibus que estaba en avenida Yrigoyen y ahí me entero de que Yáñez (zapatería) necesitaba un cadete. Y yo creo que el gerente se apiadó (sonríe) y me tomó, tuvo que ir mi mamá a firmar un papel para trabajar. Me vistió el gerente, me llevó a Baby Boys y me abrió una cuenta (risas).
-La cultura del trabajo, muy arraigada.
-Sí, veníamos a la feria que se hacía donde estaba el Mar Rojo, cerca del túnel. Había una feria y nosotros vendíamos verduras, revistas, turrones. Siempre estuve en la calle trabajando.
-¿No le interesó la militancia peronista al igual que a su familia?
-No, me acuerdo de que en mi casa ponían frazadas en las ventanas porque iban a hablar de Perón y estaba proscripto. Son cosas que te quedan incorporadas, mi mamá era una gran militante.
-Volvemos al trabajo, ¿hasta qué edad trabajó en Yáñez?
-Hasta los 17, 18 años. Luego hago cosas mías, vendiendo cosas, después me toca ir al servicio militar y cuando nos estaban por dar la baja fue el golpe de Estado del 76. Estuve incorporado hasta octubre, estaba en Punta de Indio, en la Marina.
Recuerdo que el día del golpe nos levantaron a todos, nos hicieron vestir de combate y salir a las rutas. Fue una cosa rara porque nosotros éramos soldados y no teníamos idea de lo que estaba pasando.
En ese tiempo no teníamos información, la única información eran las cartas o las encomiendas.
-¿Cuándo comienza a trabajar en Telecom?
-Un día lo acompaño a Raúl Nardelli a hacer el mantenimiento a la Coca Cola. Y después agarramos instalaciones de las cañerías cuando se instaló la fábrica Zanotti donde ahora es La Serenísima. Y mientras estaba con eso me viene el nombramiento para ir a ENTEL, a las brigadas móviles. Eso fue a fines de 1978. Me gustó el trabajo y cuando surgen las tareas en frontera del Plan Soberanía Nacional, me envían ahí, estuve muy bien.
-¿En qué consistió su trabajo en el Plan Soberanía Nacional?
-Estaba relacionado con puentes, antenas de ATC y todo lo que era el sistema de telefonía. Tuve el gusto de haber estado en todos esos movimientos y en 1981 estuve a cargo del tirado del coaxil desde el Parque Sarmiento de Córdoba hasta la estación terrena Bosque Alegre, que está en Alta Gracia. Después en Telecom ya empezamos con la fibra óptica.
-Usted, que trabajó tantos años en una empresa de comunicaciones, ¿imaginó el avance tecnológico que tenemos en la actualidad?
-No, más allá de que me tocó vivir todas las tecnologías porque entré cuando se tiraba el alambre de pueblo a pueblo, después vino el cable de plomo, después el de PVC, el minicoaxil, el coaxil y la fibra óptica.
Yo estuve becado un año en Buenos Aires para los conocimientos de la nueva tecnología y en ese momento hacíamos prácticas haciendo fibra óptica a algunos edificios y también tuve a cargo el operativo de dar servicio cuando explotó la fábrica de Río Tercero.
-¿Qué recuerdos tiene de ese momento?
-Muy duros. Recuerdo que me llamó una señora para decirme que tenía que ir a dar servicio a Río Tercero. Esa señora es Susana Malcorra, la que fue canciller del Gobierno nacional. Malcorra era la directora de Telecom y fuimos a Río Tercero. Estaba toda la prensa del país.
Estuve como un mes ahí, fue un momento duro, recuerdo que yo iba para allá y todo el mundo se iba, no teníamos dimensión de lo que había pasado hasta que no llegamos al lugar. Fue muy doloroso ver lo que pasó y el sufrimiento de la gente.
-Cuando decide aceptar la candidatura a concejal, ¿se sintió mal por dejar la empresa que había sido parte de su vida?
-Sí, me costó porque estaba dando un paso al vacío, no sabía cómo me iba a ir. Pero me preparé, consulté, recuerdo que como concejal andaba en un colectivo recorriendo la ciudad. El “Clima móvil” era famoso (risas).
-El colectivo fue una de sus marcas, ¿cómo se le ocurrió la idea de salir con el colectivo?
-Fue una idea que tuve pensando en ir a los barrios e instalarme. Quería tener una especie de unidad básica, pero móvil. Entonces hablé con un amigo muy querido que ya no está, Néstor Ghione. Me dijo que tenía un colectivo (risas), fui a verlo y me dijo que lo use. Lo armé, el Toté Angelone, otro amigo, me lo tapizó. Me acuerdo que me dijo “no me lo vas a pagar más” (risas). Hice hacer unas lonas que decían Red joven, Red reconquista, todas cosas que fui armando en el Concejo. Y salía con el colectivo, nos instalábamos.
-¿Y los vecinos qué hacían cuando llegaba el colectivo?
-La gente se acercaba, pedía cosas, iluminación, arreglo de calles, yo hacía un listado de todos los pedidos y después lo hablaba con Martín Gill, que era el secretario de Gobierno. A Martín ya lo conocía porque desde el centro vecinal colaboré con él cuando se hicieron las ordenanzas de no alcohol en la vía pública, la regulación de los boliches bailables… Todos temas muy engorrosos, en el Concejo estaba Martín, Marta Ancarani, Ana Becerra. Hubo temas que trabajamos en conjunto, como la seguridad en la costanera.
-Muchos lo criticaron en ese momento porque decían que tenía una mentalidad “muy estricta”, ¿es así?
-Sí, se me critica actualmente (se ríe). Yo siempre digo que si recibo el afecto de la gente está todo bien; y lo sigo recibiendo. Por ahí los radio-pasillo no me llegan y por eso a veces hablo de la hipocresía y de lo que es ser alcahuete. Siempre mantengo mi línea, soy coherente con mi accionar, trato de no hacerle mal a nadie, simplemente tengo un carácter más que particular (risas).
-¿De las redes que formó quedó algo, siguen trabajando?
-Sí, hay muchos chicos que están incorporados a la gestión. Un día invité a desayunar a todos los mejores alumnos de las escuelas y ahí les planteé hacer una red para vincular proyectos que ellos podían imaginar. Y dio resultado.
-¿Fue difícil tomar la decisión de ser candidato a intendente en 2007?
-Sí, fue una decisión muy dura, muy hablada, lo único que sé es que trabajamos muchísimo. Nos pusimos todas las pilas para la campaña, trabajó la familia de cada uno, hicimos un gran esfuerzo y nos fue mal. Pero no me arrepiento de haber hecho el intento porque teníamos un muy buen equipo.
Nos costó como todo partido chico, pero hicimos un gran trabajo. No se dio.
-¿De qué forma surge Unión por Villa María?
-Surge del espacio que teníamos dentro del oficialismo, que era la UCEDE, y junto a otros actores formamos un grupo de personas a las que fuimos a buscar una por una.
-¿Queda algo de la UCEDE como partido?
-Creo que sigue viva dentro del Gobierno nacional porque Javier Pretto, por ejemplo, está en el PRO ahora.
-¿Usted estuvo relacionado con la UCEDE en sus inicios y no ve con buenos ojos las políticas de este Gobierno?
-No, para nada. Veo que está funcionando detrás de una pantalla que son los medios de comunicación. Los medios de comunicación si no te pueden convencer, te confunden. Cuando el Gobierno no puede convencer, te confunde el medio de comunicación y nosotros estamos permanentemente recibiendo mensajes que no nos dejan ver hacia dónde vamos. No nos dejan ver los aumentos que sufrimos, las medidas que toman y, además, tenemos cierto desinterés por el otro.
Fueron despedidos trabajadores y es como que nos resbala porque no nos pasó a nosotros. Hoy este Gobierno está aplicando políticas del FMI, es parte de su idiosincrasia hacer ajustes, aumentar tarifas y todo eso de alguna manera va a saltar porque no van a poder sostener mucho tiempo el engaño y la mentira.
-¿Le preocupa las consecuencias que pueden tener este tipo de medidas?
-Claro que me preocupa. Hace años que no venimos haciendo pie, desde el regreso de la democracia tenemos cinco o seis años buenos y volvemos a caer. Y es como que no podemos llegar a enderezar el país, a ser un país normal.
Un país que hace recorte a la educación, que recorta medicamentos para los abuelos, que les ajusta la jubilación, que aumenta el gas, el transporte, la nafta, entonces, adónde vamos. Estamos encerrados en una burbuja.
-¿Cómo se siente dentro del peronismo?
-A mí me dicen que soy un peronista de dudosa procedencia (risas). Me siento bien porque me siento parte de ellos, siempre he sido leal con todos y nunca les saqué el cuerpo.
-En lo personal, ¿usted cree que el peronismo se va a reorganizar a nivel nacional o está acabado, como dicen algunos?
-Nosotros siempre hablamos de que se tiene que renovar. Pero todos los jóvenes que he visto en los últimos diez años -por nombrar a Massa, Bossio, Urtubey, Randazzo- para mí son todos unos huevos sin sal; es mi opinión personal. En vez de unir, se han desunido y han hecho una grieta. Pero el peronismo tiene una gran virtud, tiene un abanico de cosas que siempre va a haber alguien que los va atraer, va a cerrar el abanico y va a traer aires nuevos. El peronismo no está muerto ni mucho menos, muertos puede haber otros.
-Cuando era niño, ¿qué sueño tenía?
-(Se ríe) Soñaba con ser astronauta. Porque siempre veíamos películas o cómics de marcianos y me gustaba. Era medio loco para esa época, me gustaban los deportes extremos (se ríe), todos me decían “el loco”.
-¿Y cuál es su sueño en este momento?
-Retirarme bien de donde estoy. Creo que se van agotando los tiempos y siempre tener un buen trato con toda la gente.
-En ese breve balance que hacemos de la vida, ¿cuál fue el momento más alegre y cuál fue el más duro?
-(Pausa). Duras fueron las pérdidas familiares. Son los momentos más duros que uno vive (se emociona), fue muy duro cuando falleció mi señora y me quedé con dos hijas chicas, son momentos más que duros, pero uno tiene siempre una familia que te da una mano y te ayuda a salir. Y los más alegres fueron los nacimientos de mis hijas, de mis nietas, son mis mejores momentos.
Me gusta
Cocinar, hacer actividad física.
Me encanta
Viajar, conocer nuevas culturas. Compartir con mis amigos, con mi familia.
Me divierte
Disfrutar de los amigos y la familia.
Me entristece
La hipocresía y los alcahuetes.
Me enoja
La discriminación.
Opiniones
Mauricio Macri
Es el presidente, ha sido elegido democráticamente, pero creo que no ha tomado conocimiento todavía de que ha ganado las elecciones. No es alguien que hoy por hoy me represente, pero lo respeto.
Ahora es como que todavía estamos festejándole goles y son todos los goles en contra que nos hacen. No festejamos goles a favor.
Juan Schiaretti
Es un buen gobernador, un buen administrador, no creo que llegue a repetir en el cargo. Veo que adhiere muchísimo a las políticas del Gobierno nacional y no le hace bien al PJ cordobés. Lo bueno es que ha bajado al territorio, ha invertido en los municipios, pero nada más que eso.
Martín Gill
Martín es muy inteligente, con una gran capacidad, es un buen negociador, un político de diálogo y, de las nuevas generaciones, creo que es lo más relevante a nivel provincial. Es el que más experiencia tiene por toda su trayectoria.
A Martín lo veo como uno de los futuros líderes que puede tener el peronismo.
“Me acuerdo de que en mi casa ponían frazadas en las ventanas porque iban a hablar de Perón y estaba proscripto. Son cosas que te quedan incorporadas, mi mamá era una gran militante”.
“Están respondiendo a una receta del Fondo Monetario y eso es algo que ya vivimos y ya lo sentimos. Porque cuando hay aumentos de tarifas, despidos, enojo en parte de la sociedad, eso habla de que no estamos yendo por un buen camino”.
“Se han incrementado los planes sociales, el municipio trabaja en eso pero no basta. Cuando hay desocupación y aumento de los costos fijos de una familia, se nota. Hay muchas familias con necesidades”.
“Creo que participé (en política) para reivindicar a mi viejo. Eramos una familia muy humilde, mis viejos habían vivido en un vagón, llegaron acá a Villa María viviendo en un vagón del ferrocarril”.
“Por ahí los radio-pasillo no me llegan y por eso a veces hablo de la hipocresía y de lo que es ser alcahuete”.
“Cuando el Gobierno no puede convencer, te confunde el medio de comunicación y nosotros estamos permanentemente recibiendo mensajes que no nos dejan ver hacia dónde vamos”.