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El Lobo es otro de arranque

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El Lobo es otro de arranque
El grito de Páez acompaña al festejo de Fuente en el primer gol. Argentino logró un triunfazo de arranque (foto, Víctor Alvez)

LIGA VILLAMARIENSE DE FUTBOL – Torneo Clasusura – Zona A – 2da. fecha

Con intensidad en la marca y un ataque bien vertical, el subcampeón entró renovado y aplicó la fórmula del Chopo Morales para vencer 3-1 a Alem, en La Leonera

Escribe Juan Manuel Gorno

Pocos días parece que le sobraron al subcampeón para sepultar el golpe de la final perdida. Apenas puso el pie en el Clausura, ayer demostró que su nueva etapa, con Mauricio Morales al frente del equipo, está en órbita sin demasiadas falencias. De modo que ganó bien en La Leonera, 3 a 1, ante un Alem que necesita más ajustes y menos dudas.

No fue un derroche para el aplauso el Lobo, pero capturó rápido el mensaje del Chopo en su manera de ser más vertical, ya sin el faro que era Claudio Díaz para la tenencia de la pelota, pero con intensidad en la marca para ser veloz en cada ataque, como se vio con nitidez en los primeros 15 minutos de juego.

Fue en ese momento cuando primero Franco Ñáñez (con remate alto) y luego Fuente (tras centro de Rosales) no pudieron convertir en el área rival. Pero también durante ese lapso se puso arriba en el marcador el conjunto visitante, ante la pasividad de Alem.

El gol llegó a los 10 minutos, con Ñáñez robando en el medio para habilitar a Ojito Páez (de buen debut) que, ante la defensa rival adelantada, habilitó muy bien a Fuente. Y lo que vino después fue la rúbrica del goleador: enganche para un lado y definición con zurda al palo más lejano del arquero Nicolás Delpino.

Alem reaccionó desde los pies de Pablo Fernández, a pesar de la lucha incesante que debió hacer con el Pulpo Ñáñez para progresar en el campo. Sin embargo, las pocas chances que generó el local fueron dilapidadas, primero por Moroncini y después por Sotto, quien la tuvo mano a mano entrando por izquierda y remató apenas desviado.

Para complicar más su panorama, Alem le regaló (falta de Artico sobre Páez) un tiro libre en la puerta del área al Lobo, a los 35 minutos. Y ahí sacó el jugo el visitante con la gran pegada de Agustín Moreno, que estableció el 2-0 con un disparo por encima de la barrera.

Con sus delanteros erráticos (Federico Figueroa volvió más pesado y deberá mejorar) y una línea de volantes que no supo abastecerlos, todo se complicaba para el conjunto de Cristian Agosto. No obstante, le dio vida un error grosero del arquero Gabriel Frandino, que salió a cortar un lateral de Martín Artico y, si bien la tocó, la pelota terminó mansamente metiéndose en el arco.

El blooper-gol motivó a Alem en el segundo tiempo, a pesar de que Contreras se fue expulsado antes de los 15’ por un codazo sobre Páez.

Con un hombre menos y el ingreso de Ricardo Juárez para clarificar los ataques, el León fue en búsqueda del empate, pero careció de ideas para vulnerar a la defensa del Albiazul y cuando generó la ocasión más nítida, Figueroa no pudo cruzar su remate adentro del área y el balón terminó en las manos de Frandino.

Entonces, Argentino le hizo pagar el alto precio con un gol de contragolpe donde participaron dos de los mejores jugadores de la cancha: Ñáñez para quitar y tocar en la mitad de la cancha y el Ojito Páez para definir en la corrida final por encima del arquero Delpino.

Alem quedó lleno de preguntas, aunque con la certeza de saber que no será sencillo su tiempo de transición. Y Argentino, aún con dos figuras suspendidas (el arquero Carlos Ronco y el central Gastón Molina), celebró el arranque próspero de este Clausura que, para qué negarlo, volverá a tenerlo como protagonista.

 

Las figuras

Ñáñez, Moreno y Páez. El centrocampista fue de lo más certero en el medio, colaborando en dos goles. Ojito dio un pase-gol y metió el tercero, y el juvenil era decisivo hasta que salió lesionado.

 

El árbitro

Pablo Díaz. Empezó activo, pero una molestia física a los 20 minutos del primer tiempo limitó su trabajo. Entonces fue conduciendo sin el despliegue adecuado y eso lo llevó a equivocarse un par de veces. No influyó en el resultado.