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El periurbano ya representa el 60% de la superficie total de la ciudad

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El periurbano ya representa el 60% de la superficie total de la ciudad
La ingeniera en Ecología Ana Guzmán encabeza la investigación en la cual se basará la ordenanza que analiza el Concejo Deliberante. “La mayoría de las normativas apuntan a lo habitacional y no a lo productivo”, señaló

Se define como la zona de transición entre lo rural y lo urbano. Desde 2013, se modificaron significativamente ciertas actividades, como por ejemplo las ladrilleras: de 11, hoy solo quedan 3

La ingeniera en Ecología Ana Guzmán encabeza la investigación en la cual se basará la ordenanza que analiza el Concejo Deliberante. “La mayoría de las normativas apuntan a lo habitacional y no a lo productivo”, señaló

De la superficie total de la ciudad de Villa María, el 60% corresponde al periurbano: la zona de transición entre lo rural y lo urbano. El 40% de ese terreno se utiliza para actividades agrícolas de extensión, algo más del 20% para tambos, y el resto se distribuye entre distintas actividades.

Los datos se desprenden de una investigación que coordina la ingeniera en ecología y doctorando en Geología, Ana Guzmán, quien entregó un informe al municipio con información referida al uso de suelo, actividades y necesidades que encontraron en el periurbano villamariense.

Tal como publicó este medio en la edición del 4 de agosto último, el intendente Martín Gill envió un proyecto de ordenanza -que ya analiza el Deliberante- orientado a la planificación y zonificación de la periferia, basado en el estudio que encabezó la especialista.

En una entrevista con EL DIARIO, Guzmán explicó que realizaron un trabajo de campo desde el año 2013 para evaluar “las actividades que se realizan en el periurbano y las necesidades que tienen los distintos actores”.

“El diagnóstico fue sobre lo físico natural, lo social y sobre cómo afecta a lo productivo un agente externo que tiene mayor apoyo de las normativas, como es lo habitacional”, detalló.

En este sentido, la ingeniera afirmó que “la mayoría de las normativas está apuntada a lo habitacional y no a lo productivo”, cuestión que dificulta el funcionamiento o la permanencia de distintas actividades.

A modo de ejemplo: en 2013 había en la ciudad 11 hornos de ladrillos y hoy quedan sólo 3. Lo mismo sucede con los productores hortícolas, que admitieron lo “efímera” que es esa tarea en la ciudad. “Ellos tiene la complicación del valor de las tierras, por lo que muchas veces tienen que desistir de realizar esa actividad. El tema es, ¿qué hace ese productor después?”, comentó Ana Guzmán.

 

El uso del suelo

Luego de realizar un diagnóstico y entregarlo al municipio con la expectativa de que se generen políticas públicas de ruralidad urbana, la investigación que coordina Ana Guzmán continuó con el establecimiento de indicadores para evaluar la calidad ambiental.

“Esos indicadores van a señalar si se pierde o no calidad en el suelo, según la relación entre los dinámicos y los estáticos”, expresó. Una industria o un loteo son consideradas actividades estáticas, “que cuesta mucho transformarlo a algo natural”. En cambio, una ladrillera o un campo agrícola “en dos o tres años podes revertirlo a algo natural”, según la propia especialista.

Hay 14 indicadores planteados desde el proyecto que coordina Guzmán, con el objetivo de “ir midiendo los cambios que sufre el suelo en Villa María”.

El proyecto de ordenanza que Gill envió al Consejo Deliberante contempla la articulación con los MuniCerca con el fin de ayudar a las personas que trabajan en el periurbano para que continúen desarrollando su actividad en el lugar.

Consultada sobre si el avance inmobiliario influyó en el desplazamiento de otros emprendimientos productivos, respondió que “no es lineal esa relación” y señaló distintos factores que afectan a ciertos rubros, como por ejemplo el tambo, con condiciones de mercado que les desfavorecen con respecto a grandes productores o la competitividad negativa tras la apertura de importaciones.