Escribe Nancy Musa DE NUESTRA REDACCION
Nació en Buenos Aires, el 21 de noviembre de 1954. Casado, tres hijos. Hace 17 años ingresó a trabajar en el Partido Justicialista convocado por Eduardo Accastello. En 1999 fue subsecretario de Salud de la Municipalidad de Villa María hasta 2001 que pasó a ser titular del Consejo Municipal de la Salud. En 2003 fue concejal y durante los cuatro años de mandato presidió el Deliberante. En 2007 regresó al Ejecutivo para hacerse cargo de la Coordinación General y de Gobierno y luego de Desarrollo Urbano. En 2011 fue legislador provincial por el Departamento San Martín. En la actualidad es jefe de Gabinete del Gobierno de Martín Gill
Metódico, mesurado, conciliador. La vida lo fue llevando de la mano por diversos caminos y él se dejó conducir. De esa manera se enamoró, primero de la medicina, luego de la política. Parece una persona tranquila y con un control absoluto de sus emociones. Sin embargo, hablar de su padre, de sus hijos, de los seres queridos, lo conmueve y muestra una faceta muy diferente al dirigente formal y diplomático que hemos conocido a lo largo de su participación en la función pública.
Héctor Muñoz se considera un tipo afortunado, tiene una mirada de la política muy particular y sueña con ver a sus hijos bien y devolverles el tiempo que le ha quitado por la vorágine de su actividad.
-¿Qué balance hace del primer año a cargo de la Jefatura de Gabinete?
-El balance es positivo, por varios motivos, lo más importante es la afinidad que tengo con Martín, hay veces que es fácil trabajar y otras no tanto, con Martín es fácil. Hemos tenido en general una gestión exitosa, si se quiere, y hemos sido capaces de adecuarnos a una transición que requiere de un esfuerzo en una época difícil políticamente.
Y con el trabajo en equipo pudimos sortearla sin dificultades. Y que la gestión tenga el reconocimiento que tiene a nivel provincial no es un tema menor, si hacemos un poco de historia de lo que ha sido la relación de la ciudad con la provincia.
Y otra cosa para destacar es el diálogo con todas las instituciones de la ciudad, reitero, en una época compleja de reacomodamiento y con elecciones partidarias que buscamos la unidad y lo hemos logrado.
Cuando uno pone en balance todas estas cosas, se siente satisfecho. Creo que fue un buen año.
-¿Cuáles fueron las principales dificultades que, según su criterio, les tocó afrontar?
-La mayor dificultad, desde lo personal, fue asumir el compromiso de armar un equipo y, reitero, en una transición. Y hemos tenido la habilidad de acoplar lo nuevo con los que ya venían trabajando y que todos pudieran interpretar lo que Martín quería.
Martín tiene una impronta muy especial, está basada en la capacidad de trabajar con un equipo que asuma compromisos ideológicos y de gestión muy importantes. Porque no hay rigidez, Martín ejerce un liderazgo componedor, de mucho diálogo, de relaciones personales, de escuchar, y lograr que las distintas áreas trabajen transversalmente, para un mismo objetivo, haber sido capaces de conformar un Consejo de las Adicciones, un Consejo de Partidos Políticos han sido logros muy importantes.
-¿La Tarifaria también entra en la categoría de logros?
-Sí. La tarifaria pone en valor uno de los mayores logros y resume un poco el ADN de la gestión. Pone en superficie el tema de la escucha, porque cuando todos buscaban el aumento de las tasas como única salida, nosotros no sólo decidimos no aumentarla, sino bajar las tasas.
Cuando parecía que no teníamos los votos, producto del diálogo y del consenso llegamos a ser acompañados por los votos de una parte de la minoría.
Martín siempre nos pide que pongamos audacia y creatividad, y se hizo un trabajo muy importante del área economía y se hizo lo que pocos esperaban, que es bajar impuestos.
Nosotros estamos trabajando de forma equitativa, por eso implementamos la tarifa social para quienes no pueden pagar y vamos a tener más gente que contribuya y eso va a generar beneficios y pone de manifiesto la capacidad de diálogo, de lograr acuerdos.
-Después de un acuerdo tan importante como fue aprobar la Tarifaria, paradójicamente se fue una concejala del bloque oficialista, Mónica Lazos.
-(Sonríe). Sí, una pena. La primera reflexión que hago es que es una pena porque es una compañera que lleva años con nosotros, pero bueno, ella expresó sus motivos que no tienen que ver con una falta de acompañamiento a la gestión, sino más bien por una cuestión de metodología y necesitaba trabajar desde otro espacio y la respetamos. Es una lástima.
-¿Qué pasa que existen estos movimientos de hoy estoy, mañana me voy, es demasiada la presión o han cambiado los códigos?
-Creo que es un Concejo muy interesante, la mayoría tiene una trayectoria y una experiencia de años en lugares preponderantes, los conozco a todos porque cuando era presidente del Concejo, Karina (Bruno) era concejala.
Por eso reitero esto de la transición, porque es una etapa muy laboriosa, es como una mudanza, y los acuerdos requieren de un gran esfuerzo, eso tal vez ejerce mucha presión.
-Usted trabajó en el Gabinete de Accastello ¿qué diferencia ve con el estilo de Gill?
-(Pausa y sonrisas). Son liderazgos distintos. Martín es un estratega, es de escuchar mucho, es de dejarse ayudar y Eduardo quizás era más de bajar líneas de trabajo, son diferencias de estilo.
Y la verdad no me puedo quejar, siempre he tenido mi espacio en cada gestión, no lo digo como críticas, son diferentes estilos, quizás lo de Martín sea más pausado, más laborioso, no sé bien explicarlo.
También han cambiado las épocas, cuando empecé tenía que aprender y hoy estoy aportando mi experiencia, pero son gestiones que tienen en común lo ideológico pero formas diferentes, son personas diferentes a la hora de conducir.
-Ya que mencionó el momento en que lo invitaron a participar, ¿cómo fue que entró en la arena política, así de pronto, teniendo una actividad privada?
-Era una época de la medicina muy difícil, donde florecían los juicios de mala praxis, la medicina estaba muy mal paga y a mí se me había planteado la posibilidad de integrar el Directorio de la Marañón y como no me sentía capacitado me puse a hacer una maestría en gestión de servicios de salud en la Universidad Católica.
Y aprendí muchísimo y estaba con toda la teoría, tenía como materia la salud pública, la salud privada, el trabajo en equipo y estaba con todo lo académico para desarrollarlo en la clínica. Y un día estaba operando y vienen y me dicen que había una reunión y el intendente electo Eduardo Accastello me quería invitar. No lo conocía.
Y fui a una reunión en el salón del Hotel República y recuerdo que me siento y al lado mío había una flaquita, mirá lo que es la vida, era la contadora Daniela Lucarelli, que la habían invitado de la misma manera que a mí.
Y me acuerdo que Eduardo me dijo, “me preparé para ganar, pero necesito el equipo para gobernar, me tenés que acompañar”.
Y empecé de a ratitos y cuando me quise acordar estaba metido en la política y en lo público de pies a cabeza (sonríe). A punto tal que terminé sacrificando una vida de trabajo y un lugar en una época de crecimiento mío como médico.
Empecé con dos monstruos, con Merchán y con Solá que eran como Maradona y Messi y vine a picar la piedra (se ríe) y cuando había dejado de picarla me agarró esta locura y cuando me quise acordar elegí esto.
-¿En algún momento se arrepintió, se dijo qué hice, cómo no seguí con mi profesión?
-(Sonríe). Y sí. En algún momento sí, pero nunca serví para dividirme. Cuando jugué al fútbol mañana, tarde y noche, cuando jugué al frontón mañana, tarde y noche y con la política me pasó lo mismo.
Y hubo algo que me marcó porque la política y el peronismo fueron muy generosos conmigo. Nunca pedí nada y salí de la zona de confort para no sé qué. Y la verdad que en los lugares donde estuve y en las reuniones nunca se habló de plata, se habló del bien común, de la militancia, de los compañeros, me parece que eso fue natural y no pedí nada, ni me condicionaron para nada.
Por eso, creo que como proyecto político hemos hecho cosas muy importantes, como el intendente de los niños y uno ve esos chicos que aparecen en el Deliberante estudiantil o forman parte de gestiones y eso a Villa María le agrega un plus que se nota.
Eso lo noté bien cuando fui legislador, lo que es Villa María, la ciudad está cambiada, está distinta, le faltan muchas cosas y creo que en el proceso que nos toca vivir, Martín es la persona indicada, no podrían los villamarienses haber elegido mejor.
-¿Cuándo ingresó en la política sus ideas partidarias eran cercanas al peronismo?
-Sí, mi padre era una persona muy medida y en el aniversario de Evita me pidieron que hablara y no había preparado nada, llevé un libro que le rescaté a mi viejo que es la primera edición de La razón de mi vida y estaba en su biblioteca.
Mi papá siempre fue un laburante (se emociona), empezó de cadete en una compañía de seguros viviendo en Buenos Aires y como era muy medido tenía reparos al hablar, pero recuerdo que siempre contaba que se compró la casa y le compró la casa a los padres en el primer Gobierno de Perón, cuando se dieron derechos a los trabajadores, y accedió a un crédito del Banco Hipotecario y que un día cuando se encontró con toda la plata, pagó las dos casas, fijate vos, cuando la podría haber pagado en cuotas pero él tenía una premisa “no le quiero deber nada a nadie”.
Y después recuerdo a mi papá, gerente de Cúspide, Luis Martínez que era empleado de la compañía un día viene y me dice (se emociona) “a tu viejo lo quiero mucho y en Cúspide los únicos peronistas éramos yo y tu papá. Cada vez que había un acto del justicialismo, tu viejo me daba la guita, me bancaba”.
Pero mi viejo nunca me decía nada, él tenía una gran preocupación con el estudio de los hijos.
-El estudio para él era una prioridad.
-Sí, él pensaba que si en vez de dedicarme a estudiar, me dedicaba a trabajar y estudiar o me gustaba la política y estudiar ponía en riesgo el estudio.
Mirá, mi viejo estuvo seis años viviendo solo en el Palace Hotel, cuando se armó Cúspide él se vino a Villa María solo.
-¿Usted qué edad tenía cuando vienen a vivir a Villa María?
-Cuando vine a Villa María estaba en sexto grado que lo hice en el José Ingenieros. Pero él vino antes a armar Cúspide. Productores deciden armar Cúspide y necesitaban un gerente y mi viejo no era nada, era un cadete, pero la gente de la compañía les dijo “este tipo conoce bien el tema”.
Y vino a probar, un audaz total, yo era chiquito y mi hermana recién nacida. Y se vino solo para no arriesgar la familia sin saber cómo le iba a ir.
Y luego trajo a su familia, y en sexto grado en el José Ingenieros conozco a dos grandes amigos de toda la vida Carlos De Falco y Marcelo Gamacchio.
-Su infancia en Buenos Aires le dejó algún recuerdo en especial.
-No soy un memorioso, pero mi infancia en Buenos Aires fue muy limitada, recuerdo unos primos, pero no me acuerdo de muchas cosas.
Sí me acuerdo que no quería venir a Villa María, no quería saber nada y a los tres meses de estar acá no me quería volver allá (risas).
Me acuerdo que mi viejo nos quería subir a un Ford Falcon que tenía para llevarnos a ver la familia y me escondía, me enamoré de Villa María.
-Y qué actividades hacía aquí en la Villa, qué le gustaba.
-Jugábamos al fútbol con Marcelo Alamo, era nuestro director técnico, el río, la pelota, los autitos, Villa María era fantástica. Hacíamos de todo (se ríe).
-Ni soñaba que iba a ser político.
-No, ni que iba a ser médico tampoco (sonríe). Y bueno la pegué con el estudio porque me enamoré de la medicina y luego me enamoré de la política (risas). Pero así es mi manera de ser, me dejo llevar, mi vida, salvo elegir a mi señora y demás, se me fue dando y me considero un tipo afortunado.
-¿En qué barrio vivió al llegar a la ciudad?
-Nos fuimos a vivir al frente de lo que era Luz y Fuerza y ahora es el Rectorado de la UNVM, en calle Entre Ríos al 1400. Hasta que mi papá se hizo la casa y luego terminamos en calle Rucci donde vive mi hermana.
Y después pasó lo que pasó. Me casé hace más de 30 años…
-¿Qué lo llevó a estudiar Medicina?
-La madre de Marcelo Gamacchio nos decía que teníamos que estudiar, estudiar. Marcelo ya estaba definido por la arquitectura y yo no sabía y se me ocurrió decir Medicina. Y al otro día me llama por teléfono y me dice venite a casa. ¿Qué había hecho? Ella era muy amiga de Miguel Ballarino padre, lo había hablado y le había dicho que tenía un amigo y que lo tenía que llevar a ver una cirugía.
Y ahí fui como un boludo (se ríe) y vino el gringo Ballarino, grandote, vestido de cirujano y me dijo vení pibe y me metió ahí, detrás de un vidrio que no veía un carajo, veía todos los tipos de espalda pero vi el ambiente, cuando sacaban el paciente y hablaban con la familia y me dije esto es lo mío. Esto me gusta y arranqué.
-¿Y la especialidad traumatología fue su elección o también fueron las circunstancias?
-Cuando me recibo, y cuando estoy haciendo la especialidad, tenía prórroga en el Servicio Militar, me toca hacer el Servicio. Termino en Goya (Corrientes) con tanta mala suerte que en esa época a los recibidos nos hacían hacer un curso y nos daban un puntaje. Y cuando estaba allá como soldado raso, a los tres meses me llaman y me dicen que en el concurso habían sido elegido cien y que yo iba a ser un subteniente de reserva médico.
Así que a los tres meses, los tipos que me recagaron a pedo todo ese tiempo, pasaron a ser soldado, cabo, sargento (risas).
Pero claro, vos firmabas y pasabas a estar 15 meses y cuando termino eso me vengo a Villa María, y a los 10 días me llega un telegrama para presentarme urgente por la guerra de Malvinas.
Así que me mandaron al sur y estuve dos meses y medio.
-¿En qué lugar estuvo en el sur?
-En Comandante Piedra Buena, hay un frigorífico abandonado y la idea era llevarnos ahí y cruzarnos a las islas. Cuando nos iban a cruzar, los ingleses habían empezado con los bloqueos, y estuvimos dos meses y medio custodiando la costa y haciendo trabajos sanitarios. Era el médico de la compañía y me tenía que hacer cargo de todo, estaba solo, los soldados en el continente eran más de 200 y se enfermaban, fue muy duro.
Y cuando volví a Villa María había perdido el año de la residencia pero bueno, otra vez el destino (se ríe), lo había oído nombrar a Merchán y me voy al consultorio, estaba Isabel Agonil trabajando que después terminó siendo mi secretaria, y pregunté por el doctor Merchán, de parte del doctor Muñoz (se ríe).
Estaba lleno de gente y al rato me hace pasar. Le conté que estaba haciendo la especialidad y me dijo que me quedara con él, que iba a aprender, que tenía mucho trabajo y apareció el gallego Solá y me invitaron a comer.
Y bueno, he sido de sí fácil (se ríe) y empecé con ellos. Fueron unos maestros, sobre todo el Nolo. Y cuando me quise acordar estaba ahí y cuando me quise acordar vino la política, y me considero un afortunado porque siempre pude hacer cosas (sonríe y se queda pensativo unos segundos).
-¿El hecho que la política se haya emparentado con la corrupción fue un motivo de sufrimiento para su familia?
-Sí, mi señora que es una santa y me bancó todo siempre me marcaba lo que la gente decía, pero no me daba cuenta, nunca me tocó vivir una situación así ni ver cosas y a mí Cristina me conmovía, nosotros teníamos muchos sentimientos, no veíamos que pudiera haber supuestos hechos de corrupción.
-Hablando de sufrimientos, su paso por la Legislatura fue muy complicado.
-Sí, muy complicado. Integraba el bloque de Unión por Córdoba, pero era accastellista. Entonces, si bien siempre se me respetó como persona y me trataron bien, allá es a cara de perro. Presenté seis o siete proyectos de ley que allá fueron, pedí presidir la Comisión de Adicciones, me la dieron, pero no pude sacar nada (sonrisas).
Lo único que siempre tuve fue libertad a la hora de votar, pero me acuerdo de cosas graciosas, como, por ejemplo, hacían reuniones y me decían no vengas porque la vas a pasar mal. Y después el último año y medio me fui al Frente para la Victoria que era la Siberia (risas).
Y después el legislador del Departamento entrega las ayudas económicas, los programas pero como yo era quien era (se ríe), me lo imponían a mi amigo Darío Ranco que venía y entregaba plata y yo la veía pasar (risas). Pero bueno, eran las reglas del juego.
-¿Cuál fue el momento que más le dolió, la derrota de Accastello en la elección de gobernador o la derrota de Scioli en las presidenciales?
-La derrota de Scioli me dolió. No por Scioli, por quien ganó. Soy honesto, me dolió. A nivel nacional fue un golpe, viendo a Macri bailando en el balcón de la Casa Rosada y a la Michetti cantando fue un puñal en el corazón.
No lo imaginé, nos sorprendió. Y así como me sorprendió que haya ganado, no me sorprendió lo que está haciendo.
-¿Qué análisis hace de la situación del país hoy?
-Creo que está en un momento delicado, me parece que este Gobierno está haciendo de manual lo que hacen los que adhieren a la ideología neoliberal.
Ojalá que acierte en algunas cosas, ojalá que este equipo que armó de grandes técnicos tengan la suficiente sensibilidad social para evaluar el impacto, para que el costo no sea tan grande para los más necesitados.
Y lo otro que me molesta es que nos pasemos un año hablando de lo que pasó, eso no puede ser más excusa, y la gente está muy sensible. Ojalá las cosas le salgan bien.
-¿A fin de año enfrentaron un reclamo por un tema muy sensible como es la vivienda, tienen pensadas soluciones a corto plazo?
-Estamos trabajando con la provincia la posibilidad de entregar una cantidad de lotes que creo van a ser 400 en la primera etapa, para acceder a través de créditos, y estamos buscando alternativas siempre porque la demanda es cada vez más importante y no se resuelve fácilmente.
La vivienda es un tema de agenda y vamos a estar colaborando para ir buscando soluciones. Vivienda y trabajo son los temas que van a estar este año golpeando la puerta de cualquier gestión.
-¿Por qué cree que un sector de la sociedad cree que el peronismo es el peor de los males del país?
-(Pausa). El peronismo nos ha gobernado mucho tiempo y distintas vertientes, entonces es difícil de entender. Pero sobre todo porque hemos estado tanto tiempo en el poder que es lógico que cometamos más errores que quienes estuvieron poco tiempo.
Y segundo que todo lo que hacemos lo hacemos con mucha pasión, por ahí tendríamos que ser más medidos y no hablarle a la gente con tanta vehemencia.
Tenemos que explicar nuestra pasión pero siendo más moderados a la hora de hablar, pero lo nuestro es marcha, bombo, sentimiento y el que no está en el partido tal vez no lo entiende.
Pienso que no debemos perder la pasión, pero a la hora de comunicarnos con la gente ser un poco más prudentes.
-Fueron muy criticados, desde el mismo peronismo cordobés, por recibir a Moreno y Milani en el partido y en la Municipalidad, ¿fue un error?
-Eso lo debatimos, fue un grupo de compañeros a plantear que querían traer a Moreno, nunca se lo mencionó a Milani, hicimos una reunión en el partido y lo planteamos. Y fue interesante, porque nosotros tenemos gente que le parecía importante escucharlo y otras que no.
Ahora, si opino como jefe de Gabinete pienso que nos resta en vez de sumar, pero si opino como peronista me parece válido escucharlo.
Pero lo debatimos y más allá de las posiciones estábamos hablando de un compañero que fue parte de la gestión anterior y de un gobierno al cual nosotros adherimos.
-¿Siendo jefe de Gabinete es complejo ponerle el pecho al intendente o él se hace cargo de todo?
-Martín naturalmente está presente en todo, en las buenas y en las malas. Creo que es un tipo tan presente, no voy a desmerecer lo que hago, pero el estilo de Martín alcanza y sobra.
Es muy especial, habla con todos, o como el 31 que salió a repartir juguetes por los hogares más humildes y bajo la lluvia.
No quiero ser alcahuete, pero lo que nos pasa como ciudad con Martín es muy importante. Porque son ciclos, comparo lo que pasó en la Universidad, primero lo tuvimos al contador Domínguez que hizo una tarea importante que tuvo que ver con la estructura, pero le faltaba más comunidad. Después vino Martín y la socializó.
Ahora es lo mismo, lo tuvimos a Eduardo que transformó la ciudad y nadie lo puede negar sea del partido que sea y está Martín que le está dando un contenido a través de la educación, de la cultura, de la educación, de problemáticas como las adicciones. Le está dando un contenido humanista elemental.
Son ciclos que van encajando muy bien.
-¿Qué piensa de todas las denuncias de corrupción que están en danza y algunas contra Accastello?
-Anhelo que la Justicia se expida porque la sospecha hace a veces más daño que la certeza. Eduardo es una persona que hizo mucho por la ciudad, es una persona que estimo mucho, y deseo que la Justicia arribe a las conclusiones que tenga que arribar y que Eduardo tenga la posibilidad de afianzar su futuro político porque es joven, muy capaz y es impensado no valorar lo que hizo.
Creo que ya se habló mucho, se hizo denuncia sobre denuncia y ya está. Me parece que se habló mucho y hay una persona que transformó la ciudad, que tiene familia, y no es bueno lo que se dice.
La denuncia serial no me gusta, eso no es hacer política, es ser denunciador serial. Hay diez cosas que se le cuestionan, han ido a la prensa, han ido al juzgado diez personas distintas, eso nos hace mal como sociedad y ojalá la Justicia sea lo más expeditiva posible.
¿Cuál es su sueño hoy?
(Pausa, se emociona). Tengo tres hijos que han padecido mi ausencia. Ha estado la madre, pero faltó el padre y quiero verlos bien y devolverles todo lo que le he quitado los últimos años, que ha sido mucho, porque lo único que no se recupera es el tiempo y la presencia.
Yo como muchos que estamos en la función pública no somos capaces en la vorágine de medir estas cosas. A veces escucho a tantos que quieren ser intendentes, y no alcanza con querer, hay que poder ser.
Si uno supiera realmente lo que es el trabajo de ser intendente de una ciudad como Villa María, despojados del honor que significa, pocos querrían serlo.
Hay que tener una gran vocación de servicio, el apoyo de mucha gente, si hiciéramos una lista de lo que se gana y se pierde, vuelvo a repetir despojados del honor que significa el cargo, creo que pocos se animarían.
-¿Y usted se animaría?
-Me gustaría tener la posibilidad, porque el conjunto o los compañeros consideran que puedo serlo, pero lo pensaría muy bien.
Me gusta
Compartir con la familia, los domingos son sagrados. Me gusta ver series policiales y lo que hago, mi trabajo me apasiona.
Me encanta Viajar y la función pública.
Me divierte
El humor, me río mucho con todo lo que es humor.
Me entristece
La pobreza, la desigualdad, me he puesto muy sensible.
Me enoja
La hipocresía, la deslealtad.
Opiniones
Mauricio Macri
Ingeniero, presidente de los argentinos. Y como presidente tiene mi reconocimiento, obviamente no comparto ni la ideología ni lo que está haciendo, pero aspiro a que encuentre el camino para que nos vaya a todos un poco mejor.
Creo que él y su equipo deberían tener mayor sensibilidad social.
Juan Schiaretti
Es un dirigente muy importante a nivel provincial y nacional, con una más que probada capacidad de gestión y experiencia. Y hoy nos distingue gestionando con nosotros y reconociendo a Martín. Creo que las elecciones nos enseñaron un montón de cosas, nosotros leímos que a la gente no le cerraba que estuviéramos distanciados con la Provincia, la Provincia hizo la misma lectura y a nivel nacional también hay que crear puentes.
Lo de Schiaretti es muy bueno y hay un tema que no es menor, en el peronismo las mujeres han tenido mucho que ver y con Alejandra Vigo hacen una unión política que hace mucho bien.
Martín Gill
Es un gran estratega, un gran componedor, un dirigente con muchísima sensibilidad social y capacidad de escuchar. Son las virtudes más importantes y creo que con estas cualidades es un dirigente que a nivel provincial y nacional no tiene techo.